Capítulo 1 (2da parte)

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Esa noche Albha duró horas mirando la hermosa y reluciente portada de aquel libro bajo los pequeños rayos de luz de luna que se filtraban por el viejo y agujereado techo. Era hermoso, su portada era blanca y de algún modo parecía contener escarcha espolvoreada lo cual hacía que reluciera en medio de muy poca luz, en cada esquina de la portada se podía distinguir un pequeño círculo con una medida que Albha determinó, tenía un milímetro de profundidad. Al lado de cada círculo aparecía reflejada una letra 1ro la M, luego la O, a ésta, le sigue la R y en el último círculo la T.

Luego de estar embelezada mirando lo que para ella era toda una maravilla, Albha puso el libro junto a su pecho, cerró los ojos y embosó una gran sonrisa pensando en lo hermoso que sería el amanecer, el día que cumpliría sus 17 años...

Al siguiente día, Albha despertó algo cansada, pero seguía igual de emocionada; por alguna razón el hecho de que cumplía 17 años le causaba gran emoción.

Al entrar en la pequeña sala, encontró un apetitoso plato de caldo que aún estaba humeando, pero apartó su vista y analizó en cilencio todo su alrededor.

—¿Dónde está la abuela? —se preguntó en su mente. Durante unos instantes se sintió angustiada, pero luego su preocupación pasó. A veces Adela despertaba muy de mañana y salía al bosque a recoger algunas de las escasas frutas que habían allí.

Luego de haber comido el tazón de sopa que supuso, le había dejado Adela, se dirigió a la habitación y tomó el libro que Adela le había obsequiado la noche anterior. Ahora podía apreciarlo a plena luz y lo confirmó una vez mas; era el libro más hermoso que hubiese visto alguna vez.

Albha tomó una pluma y un trozo de papel y escribió una nota dirigida a Adela:

"Buenos días abuela, iré a leer mi nuevo libro y a jugar con los duendes, regresaré lo antes posible ¡te quiero!"

Colocó la nota encima de la mesa junto al plato de sopa, vacío, claro está.

Luego de haberse asegurado de que todo estaba en orden, buscó una manta y junto a ella el libro que tan emocionada le tenía. Caminó muy apresurada por medio del sendero que conducía al viejo árbol. En todo el camino no se tropezó ni una sola vez, cada raíz o hueco que hubiese en aquel sendero le era tan conocido como la palma de su mano; gracias a esto podía moverse con gran agilidad.

Una vez llegó, colocó la manta en el suelo junto al árbol y se sentó encima suyo.

Por primera vez en sus 17 años de vida, se sentía extraña estando allí; como si alguien le estuviese obsercando. Miró hacia todos lados, pero luego se calmó al notar que estaba sola, como siempre.

Ha de parecer extraño, pero Albha no se había percatado de algo hasta ese preciso instante.

—¿Cuál es tu nombre? —Preguntó a la nada mientras miraba el libro. De pronto una idea llegó a su cabeza; las letras junto a cada círculo debían ser el nombre o al menos eso esperaba. Miró la portada en cilencio durante unos momentos y en su cerebro  ordenó las letras de varias maneras. Hasta dar con la que mejor le pareció "MORT" no estaba segura de que esa fuese la forma correcta, pero le gustaba el sonido de la palabra.

—¡Mort! ¡Mort! —Gritó repetidas veces mientras levantaba el libro al aire como si de un pequeño niño o bebé se tratare.

LUMBERT (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora