Capítulo 3

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Albha tomó una pequeña farola junto a su manta y se puso en camino al lago. Le tomaría unos diez minutos llegar gracias a que conocía muy bien el camino.

Mientras se adentraba en el bosque notó que había algo particular, era noche de luna llena, no había nada extraño en la luna, pero llamó mucho su atención.

Al llegar al lago puso la farola en la orilla y colocó la manta encima de una roca. Luego fue quitándose su vestido verde con mucha cautela, finalmente entró al lago.

— ¡El agua está deliciosa! —Gritó a la nada.

Ya habían pasado unos once minutos desde su llegada, calculó; así que decidio quedarse allí un rato más. Empezó a flotar y observar las pequeñas luciérnagas en medio de la clara noche. Mientras miraba algo llamó su atención, algo que brillaba grandemente entre los árboles, no era una luciérnaga y si lo era, no era una que ella hubiese visto jamás.

Rápidamente salió del lago, tomó su manta y se dirigió al lugar de donde provenía la luz. Fue acercandose y mientras más cerca estaba más se convencía de que aquello no podía ser una luciérnaga.

Al llegar al lugar donde se encontraba aquella luz su sorpresa fue tal que no pudo evitar que su corazón se acelerara.

—¿Mort ?  —dijo con voz casi auditible—.  pe...ro.. cómo has llegado aquí? Y ¿Cómo es que brillas tanto? ¿Me has seguido? No jaja, eso imposible, los libros son libros, no hablan, no caminan, ¡no tienen vida! —Gritó en medio del bosque.

Albha no tocó el libro, era demasiado extraño que estuviese allí.

— ¿Abuela? —dijo de pronto—. Tu broma no me agrada —Continuó.

—¿Broma? —Dijo una voz que Albha nunca había escuchado—. Así que... cres que soy una broma —continuó la voz.

   — No...o, no -Dijo Albha taltamudeando - ¡Los libros no hablan! —gritó.

— Ah no... y ¿Cómo es que estoy hablándote?

—Esto es sólo una broma de la abuela, ella quiere asustarme porque no quiere que venga al bosque por la noche.

— ¿Adela? Pero si ella te dio permiso de que vinieras...

Albha estaba muy confundida, no entendía lo que estaba ocurriendo, sin pensarlo dos veces se dirigió a la orilla, se vistió rápidamente y tomó la farola y se dispuso a salir de allí.

Mientras se alejaba, la voz que parecía provenir del libro gritó:

— Muchas veces, la salida también puede ser la entrada.

Albha ignoró las palabras, por primera vez en mucho tiempo sintió miedo y empezó a correr, mientras corría el bosque parecía confuso. Su pie se enredó con una rama y al caer se golpeó la rodilla. Nuevamete se puso de pie, tomó la farola y empezó a caminar, ahora con un poco más de calma.

— Es sólo una broma —se decía—. No es posible que un libro me hable
—continuaba.

Casi al llegar, donde se dividian el bosque y la casa, justo en este punto Albha recordó las palabras que había creído escuchar del libro. Miró hacia atrás un instante, hacia el bosque y al darse la vuelta miró al suelo, justo allí una pequeña roca de color azul parecía brillar. Su brillo era tal que Albha no dudó en tomarla.

— Es una gema —dijo levantando la pequeña roca justo a la altura en que se alinió con la luna. El brillo de la roca aumentó al punto tal de cegar su vista. Mas a pesar de eso, siguió mirando maravillada.

De pronto, un gran dolor de cabeza la invadió y sin darse cuenta de cómo, cuándo o por qué, su cuerpo se debilitó y cayó al suelo como una hoja seca dejando caer consigo la farola y la pequeña roca.

De pronto, un gran dolor de cabeza la invadió y sin darse cuenta de cómo, cuándo o por qué, su cuerpo se debilitó y cayó al suelo como una hoja seca dejando caer consigo la farola y la pequeña roca

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LUMBERT (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora