Capítulo 5 (2da parte)

8 3 0
                                    

Cuando llegaron hasta donde se encontraba el gran árbol Yakkí colocó a Albha en el pasto y se acercó a él, colocó ambos brazos a su alrededor y empezó a hacer movimientos como tratando de girarle.

Albha le miraba en silencio.

Yakkí continuó y lentamente el árbol empezó a girar sobre su propio eje, como si estuviese roto a la altura del tronco o tuviese alguna especie de bobina en el interior. Yakkí dejó de girarlo justo cuando un sonido similar al de un llavín abierto sonó; luego como si de magia se tratase, una puerta apareció.

—Albha —exclamó mirándole fijamente—. Creo que esto te gustará
—continuó con una sonrisa de oreja a oreja. La tomó en sus brazos nuevamente y se acercó a la puerta, abrió y un túnel oscuro similar a una cueva.

—Está muy oscuro —dijo Albha.

—Si deseas que haya luz la habrá.

Albha cerró sus ojos y deseó que hubiera un poco de luz allí dentro. Ahora a diferencia de la vez anterior, no aparecieron luciérnagas. Eran lámparas.

—¡Hola Albha!

—¡Hola!

—¡Es Albha!

—¡Sí, somos libres!

Vociferaban las pequeñas lámparitas
con voces similares a la de alguien que ha usado helio.

—Chicos tranquilos, la van a asustar. —dijo Yakkí sonriente.

—Eres aburrido Yakkí —dijo una pequeña lámpara.

—Yakkí es aburrido, Yakkí es aburrido —Corearon las demás.

Albha no pudo evitar reír ante todo aquello, todo le parecía increíble a modo tal que por momentos se pellízcaba convencida de que soñaba.

Luego de unos minutos de camino, una luz resplandeciente se distinguía al final del túnel y justo cuando estaban a punto de llegar a la luz Yakkí bajó a Albha de sus brazos y se acercó a una pared del túnel para extraer algo parecido a un algodón de azúcar.

—Come esto.

— ¿Qué es?

—Es un nutriente que fluye através del árbol, estamos dentro de una de sus raíces, la mayor para ser específicos. Curará tu quemadura.

—De acuerdo.

Albha le dio una mordida y luego otra, tenía hambre, Yakkí no le había permitido comer nada del camino y el sabor de aquel nutriente le pareció mágico.

—No comas más —exclamó Yakkí sacando a Albha de su extasís—. Ponte de pie.

Yakkí se acercó a su tobillo tomando una lámpara en mano.

—Estás curada. Creo que ya te había dicho esto, pero e aquí tu pueblo que esperaba por ti.

Cuando Albha puso el primer pie fuera del túnel, trompetas, tambores y panderos empezaron a sonar, la gente corría de un lado a otro, mientras que otros volaban. Se escuchaban voces de niños reír y mujeres llorar.

—Hola —dijo la chica, hubo un gran silencio y todos se postraron ante ella.

Una voz anciana surgió de entre el gentío y se acercó hasta Albha, su estatura era pequeña, pero su voz era potente, hizo una pequeña reverencia con la cabeza  hacia Albha y luego exclamó:

—Hace diescisiete años, nuestro maltirio empezó. Nos fue arrebatada la luz de la noche. Nos fue arrebatada nuestra pasión de leer; nos fue arrebatado nuestro territorio.... y nuestro honor.

pero hoy una estrella ha brillado en nuestro oscuro cielo de noche. Una estrella de largos cabellos rojos como el fuego, de ojos verdes como hoja de árbol reciente, de piel suave y pálida como la seda, de coraje ardiente como llama, de valentía imparable como de león y de corazón noble y sincero como la misma luna.

Albha no dijo nada, sólo miraba a todos con miedo, preguntandose si en verdad era todo lo que aquel anciano había descrito y si sería capáz de ser lo que ellos esperaban que sea. Abrazó con más fuerza el libro mientras la mirada de todos la acosaban.

El anciano colocó su mano al aire, esperando la mano de Albha. La multitud se separó poniendo de pie y abriendo paso a ambos.

Mientras pasaban la gente miraba a Albha ofreciéndole leves sonrisas, más en sus ojos Albha sólo miraba tristeza.

El anciano dirigió a Albha hasta una linda casa de ladrillos, donde humeaba una chimenea. Abrió la puerta y le invitó a pasar. Al entrar todos los presentes hicieron una reverencia. Y en medio del silencio, una voz se levantó.

—Así que esta es la salvadora.

—Innet espera, nuestra invitada tiene mucho que procesar y además ha de tener mucha hambre ¿verda?

—Sí —dijo Albha apresurada.

La mujer se ausentó unos minutos y luego regresó con un plato en manos.
Se lo tendió a Albha y le ofreció una sonrisa.

—Puedes sentarte —le dijo.

Albha miró la comida, era bizcosa y no sabía si debía o no comerla.

—No juzgues un libro por la portada pequeña, sabe mejor de como se ve. —dijo el anciano que le había llevado hasta allí.

Probó un poco y a pesar de la apariencia, el sabor era delicioso, comió de manera apresurada, una cucharada tras otra hasta terminar por completo.

—Mañana hablaremos con calma, si hemos esperado diesciete años, esperar un día más no será tanto problema. —Exclamó Alicia, que así se llamaba aquella mujer.

Una vez Alicia dijo esto todos se pusieron en pie y se dispusieron a marcharse, no sin antes hacer una reverencia más a Albha.

—Esperen  —dijo Alicia—. Manden a que la guardia cuide la casa durante la noche.

Alicia le enseñó a Albha la alcoba en la cual dormiría y le dijo que debía dormir temprano, el día siguiente sería muy largo.

—¿Y Mort? —dijo Albha.

—Acompañame, aquí tengo un lugar seguro para él.

Alicia abrió una caja de piedra y le dijo a Albha que pusiere el libro dentro.

—¿Es seguro?

—Por supuesto. —asintió Alicia.

Luego de eso, Albha se dirigió nuevamente a la alcoba, se acostó y ni siquiera tuvo tiempo de pensar cuando un gran sueño le invadió.




LUMBERT (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora