Luego de haber pasado por lo que parecía una entrada secreta, Yakkí y Albha continuarón caminando y Albha al ver que Yakkí no le daba una respuesta a su pregunta y que ya notablemente oscurecía dijo.
— ¿A qué te refieres con LUMBERT?
— Mañana lo sabrás.
— ¿Cómo es que nunca había venido aquí Antes? Mi abuela jamás me habló de esta parte del bosque.
— Nunca habías tenido diecisiete años. Y tu abuela nunca había sido invitada a LUMBERT.
— Yo tampoco he sido invitada —dijo la muchacha con indignasión.
Yakkí paró sus pasos y se dio la vuelta para quedar frente a Albha, entrelazo sus dedos entre su brillante pelo negro; parecía frustrado.
— Eres tan ingenua, no sé porque todo el mundo hace tanto alboroto por ti, eres sólo una pequeña inutil y los Bert son sólo unos idiotas esperando un milagro.
Albha no sabía de que hablaba Yakkí, pero una lágrima se derramó por su mejilla.
— ¿Por qué me dices eso? No me conoces.
— No necesito hacerlo, eres predesible, una pequeña llorona que ni siquiera sabe donde está.
— Sí lo sé, estoy en LUMBERT.
— Ohh, Wuao —dijo Yakkí fingiendo estar sorprendido— . Eres una genio y ya que estamos en LUMBERT...¿ podrías decirme qué es LUMBERT?
— Mañana lo sabré, cuando lo sepa, con gusto se lo diré.
— dijo Albha con una seguridad que ni siquiera ella comprendía.— Bien —dijo Yakkí— . Ahora quedate aquí, no hagas ruido, regreso en unos minutos.
— ¿Qué? ¿A dónde vas? No me dejes sola.
— No seas una niñita, regreso en un momento, no hagas ruido — dijo el chico mientras daba la vuelta y se ponía en marcha.
Albha se quedó mirando a Yakkí hasta que este desapareció ante su vista, se sentó en un pequeño trozo de madera que había en el suelo y abrió su libro, ya ni siquiera recordaba el hermoso libro que la tenía tan emocionada el día anterior.
— Esto es tu culpa —dijo mirándolo y lo arrojó al suelo.
De pronto empezó a escucharse un murmullo y a este le seguía otro y otros más. Todo aquelló se convirtió en un gran bullicio y Albha se asustó. Provenían del libro y eran insoportables. Colocó sus manos en sus orejas y empezó a retroceder asustada.
— ¡Te dije que no hicieras ruido! — le gritó Yakkí mientras se acerba a ella y la envolvía entre sus brazos.
Albha se aferró a él y el ruido continuaba aumentando.
Un gran viento que parecía hablar los envolvió. Yakkí se empujó junto a Albha al suelo y siguieron abrazados mientras el viento hacia círculos alrededor de ellos.
— ¡Necesitamos luz! —gritó Yakkí—.
¡Albha necesito que hagas luz! —gritó una vez más.— ¡No sé como hacer eso!
— ¡Sí, sí sabes, sólo debes usar la magia!.
— ¡¿Cuál magia? ¿Estás loco?!
— ¡Por LUM, sólo hazlo!
Albha no sabía de que hablaba Yakkí, estaba muy asustada y no podía pensar con claridad.
— iNecesito luz! —gritó la muchacha asustada y entre lágrimas.
De pronto un montón de pequeñas lucesitas empezarón a surgir de entre los árboles, parecían luciérnagas, pero sus luces eran de distintos colores muy brillantes y los murmullos empezarón a dismimuir hasta el punto de desaparecer.
Yakkí soltó a Albha y la ayudo a levantarse.
— ¿Estás bien? —le preguntó.
— Sí, estoy bie... —No terminó su frase. Y quedó mirándo a Yakkí—.
¡Atrevido! !¿Por qué estás desnudo?! ¡indecente! —dijo sonrojada y colocó sus manos en su rostro.—Ellos comieron mi ropa. Ah por cierto, tiene un lindo cuerpo Albha.
Albha entendió rápidamente lo que ocurría, ella también estaba desnuda, tapó con sus manos sus partes íntimas lo mejor que pudo y corrió tras un árbol.
Las pequeñas lucesillas que se habían amontonado a su alrededor parecieron emitir una pequeña risita.
— Ellas pueden hacerte ropa, si tanto te molesta estar desnuda, a mí no me molesta; pero ese es problema suyo señorita.
— ¿Cómo puedo hacer eso? —dijo Albha asomando la cabeza y rápidamente volvió a esconderla al ver la desnudez de Yakkí.
— Pídelo.
Albha cerró sus ojos y de este modo dijo dirigiéndose a las lucesillas.
— ¿Pueden hacernos algo de ropa, por favor?
Las lucesillas se amontonaron en un sólo lugar y juntas desaparecieron unos instantes, luego regresaron y parecían, traer pequeños trozos de algodón entre sus patitas. Cada una fue colocando el pequeño trozo que traía sobre el cuerpo de Albha y el algodón parecía ir uniendose hasta folmar un hermoso vestido blanco en ella.
Las lucesillas se acercaron a Yakkí e hicieron lo mismo en él, pero a diferencia de Albha, sólo cubrieron su cuerpo de la cintura hacia bajo, creándole un pantalón que tapaba hasta el inicio de sus tobillos.
Albha salió de su escondite y miró a Yakkí.
— ¿Por qué no cubrieron tu pecho?
— Estoy herido —Yakkí se dio la vuelta y mostró a Albha su espalda, estaba quemado.

ESTÁS LEYENDO
LUMBERT (Pausada)
FantasiMuchas veces la entrada, puede ser la salida. Bienvenidos a LUMBERT, mucho más que fantasía. (No apta para fanáticos religiosos)