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Después de el día loco de ayer hice mi rutina diaria.
Levantarme temprano, levantar a Kayla temprano, alistarnos, hacernos el desayuno e irnos a la universidad. Por las tardes trabajaba para conseguir un poco más de dinero para pagar lo típico como comida, ropa, un lugar para dormir, electricidad, agua, etc. Realmente era mucho así que trabajaba todos los días, hasta los sábados y domingos lo cual hacía que me quedara sin tiempo para mi vida personas y apenas escolar. Ya solo me faltaba este año para graduarme y por fin conseguir un trabajo con aún mejor sueldo y dedicarle aún más tiempo, si me concierne decir yo no soy de amigos o amigas, solo tengo a mi hermana por lo tanto ella la hace mi única amiga, no negaría que hay veces que hablo con uno que otro alumno de la universidad pero apenas si me sé sus nombres lo cual hace patética mi vida.

Transcurrió mía día de universitaria normal y con ello la misma vida que había tenido desde hace tanto tiempo. Universidad, casa, trabajo y casa. La rutina nunca acabaría y a veces era algo tedioso, luego recuerdo que es mejor que estar sufriendo por otras personas y proseguía con mi día.

Al terminar las clases y acompañar a Keyla a casa me alisté para el trabajo y salí de casa. Ahora se preguntarán, ¿qué clase de trabajo tenía como para pagar todo lo que les acabo de mencionar? Pues bueno, no es un trabajo extravagante pero es sumamente cómodo. Mi jefe es un anciano risueño que siempre hace sonreír a todos no más verlo, mis compañeros son Sasha Smith y mi otro compañero Dave, el cual no me sé su apellido. Son buenas personas.
Trabajó en una cafetería muy acogedora estilo vintage, siendo sincera es mi lugar favorita después de tanto problemas.
Bob, el dueño del lugar era amigo de la familia a sí que yo siempre lo tome como un abuelo al cual le puedes confiar todo, era agradable pasar tiempo con el.

Y así transcurrió el día. Llegaron varios clientes y fue un día de bastante ganancia.

— ¡Sam! Ahí estás... -Dijo Dave sacándome de mis pensamientos- Se que ya en unos dos minutos se acaba tu turno pero...
— ¿Quiere que tomó todo tu turno? -Dije abriendo los ojos como platos.
— ¿Qué? No, solo quiero que me cubras unos 10 minutos en los que voy por Dakota a la casa de un amigo.

Dakota es la hermana menor de Dave, aproximadamente ella tiene unos 15 años y es toda una niña aún. Una ves llegó al local y me hizo platicar un poco. Era divertida y para nada aburrida.

— Esta bien, mándale saludos de mi parte -Le sonreí y él me abrazó rápidamente para luego tomar las llaves de su auto e irse.

No llegaron muchos clientes después de que se fue más que unos ancianos y una joven con una laptop. Tome los pedidos y fui a la barra para dárselos a Sasha ya que ella hiciera lo suyo. Cocinar.

Al escuchar la campanilla que teníamos pegada a la puerta sonar suspire, por fin mía día se había acabado y podía irme. Pero en cuanto me fijé quién era la persona que había entrado me asombre. Shawn.
Shawn entró con cara de cansancio y se sentó en una mesa pegada a las ventanas, justo en la esquina. Mire el reloj y mi turno ya había acabado hace 20 minutos, se supone que Dave ya debería estar aquí.
Tenía que acercarme a Shawn a por lo menos entregarle el menú, se suponía que ese era mi trabajo o nunca podría escoger nada. Me acerqué a él tenía las manos en la cara frustrado y agotado, y al entregarle el menú (o más bien dejarlo sobre la mesa) me hablo.

— Lo de siempre, Dave -Ni siquiera me había visto, él pensaba que era Dave, entonces, ¿ya tenía tiempo que venía seguido por aquí?
— Lamento decirte que no sé que es lo de siempre, Shawn.

En ese momento recorrió un dejo de su mano para poder veme con un solo ojo, luego sonrió.

— ¿Qué haces aquí? -Seguía sonriendo y pareció que sus angustias se esfumaron.
— Yo trabajo aquí, ¿tú de donde conoces a Dave?
— Yo tengo unas dos semanas seguidas que vengo y siempre es el que entiende, ¿cuánto tiempo llevas trabajando aquí?
— Tengo casi toda mi vida, Shawn -Le sonreí y volví a mi trabajo- Ahora dime, ¿qué es lo de siempre?
— Solo un pastel de chocolate con una malteada de vainilla, y como a veces no hay pastel pido muffins, aún que prefiero los muffins, déjame aclarar.
— Eres todo un glotón -Reí y él me siguió.
— Solo es para calmar nervios -Suspiro.
— Esta bien, en un momento te traigo tu orden... -Me iba a ir pero me tomo del brazo impidiéndome paso alguno.
— Quédate conmigo un rato, ¿sí? -Por dios, no hagas pucheros.
— Tengo que darle a la cocina tu pedido o si no, no habrá comida calma nervios.

Me miró con un puchero y luego me soltó. Por dios, este chico hacía que hablase de verdad ya que casi todos los días no formuló más de 20 palabras.
Llegue con Sasha y le di la orden, en menos de 10 minutos ya tenía lista la malteada y saque un Muffin de chocolate que teníamos en la nevera, luego lo calenté un poco y se lo lleve a Shawn.

— ¿No había pastel?
— ¿Tú no prefieres los muffins?
— Realmente si, gracias -Me sonrió otra ves y parecía que el aire me faltaba- ¿Puedes quedarte a platicar un rato conmigo? -Yo solo asentí y me senté frente a él.

En el momento que me senté él negó con la cabeza y palmeo a su lado indicándome que me sentara junto a él, no frente a él. Y le obedecí, me senté junto a él. La cercanía era algo que te hacía sentir cómoda pero a la ves incomoda, ¿saben a qué me refiero?

— ¿Porque cuando llegaste te veías triste? -Si, soy muy directa.
— ¿Quieres de mí malteada? -Asentí y me la paso, luego di un sorbo y espere su repuesta- Pues, realmente fue un día cansado. Ya sabe, universidad, casa, tareas, trabajos importantes y después cuido de mi hermana pequeña. Lo peor es que hoy fue un día cansado especialmente porque hubo una discusión entre mi madre y yo.
— ¿De qué fue la discusión?
— Mi madre no está del todo de acuerdo que yo sea músico. Tal ves te suene ridiculo a ti también pero -Siquiera lo deje terminar.
— No me párese para nada ridiculo, Shawn, de hecho me parece genial -Me sonrió con tanta alegría, como cuando un niño se emociona porque lo llevaran al parque o a comprarle un helado- Tienes una voz realmente bonita y me gusta como tocas el piano.

Y solo se quedó mirándome con aquella sonrisa, luego se volvió una sonrisa sin mostrar sus dientes para al final quedar como una ladeada sonrisa. No era una mala, más bien una melancólica pero bonita sonrisa.

— Te puedo enseñar a tocar piano si quieres -Tomo su Muffin de chocolate y me dio la mitad, los dos empezamos a comer y en cuento termino el de digerir lo que tenía en la boca hablo- Por cierto, espero tu llamada todo el día, aunque no lo creas.
— En primera -Trague lo último que me quedaba en la boca de aquel Muffin- Me encantaría aprender piano, y en segunda, no tengo el suficiente tiempo para tener una vida personal en la cual pueda llamarte, lo lamento.
— Que más da, te enseñaré piano y pásate más tiempo conmigo... -Elevó los hombres en signo de despreocupación.
— Hablo enserio, casi no tengo vida social ni tiempo para mí. Si te soy sincera eres el único amigo que tengo.

Shawn ya se había acabado su malteada y en cuanto lo hizo me observó fijamente. Nunca me había puesto a pensar en aquella ojos marrón claro que pedían a gritos la atención. Eran hermosos. No eras azules, ni verdes, mucho menos grises, pero su color me hacía sentir confiada y segura.

Oh por lo menos eso sentía hasta que desperté de mi transe...

Shawn estaba realmente cerca de mi, dios, pareciera como si nos fuéramos a dar un beso, y no es que no quiera un beso de él, es más bien que, bueno yo... Nunca e dado mi primer beso.


< Hey, Hola... Nunca e tenido alguna actividad con los lectores que tengo (que son pocos por el momento) pero quisiera darle las gracias a las personas que leen mis capítulos aún con tardanzas, enserio, gracias ❤️ >

El chico del piano S.M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora