El chico del piano S.M.

5.-

Shawn.

Estaba tan cerca de ella que era extraño. Esta chica no es como las otras, ella es inocente, tierna, divertida pero reservada y callada. Ella lo es todo.
No creo que lo que sienta por ella sea algo relacionado a gustar ya que la llevo conociendo muy poco, aunque no me negaría a salir con ella.

La noche anterior me contó sobre sus difuntos padres y yo no hice nada, solo le di mi pésame. Yo quería hacer mucho más que eso, quería abrazarle y decirle que no estaría sola nunca más en la vida, aunque e de admitir que sería extraño e incómodo por el poco tiempo que nos conocíamos.

Sam solo me miraba con atención y nerviosismo, como si nunca alguien hubiera estado tan cerca de ella, como si... Como si nunca hubiera dado un beso.

Un click sonó en mi cabeza y reaccione. Me aleje de ella un poco desorientado y ella se alejó aún más. Por dios, que idiota soy, ella realmente era tan inocente como mi subconsciente me hacía ver.

— ¿Quieres salir de aquí? -Tal ves salir haría que olvidáramos este tema.
— Yo tengo que cubrir aún el turno de Dave hasta que llegue.

Se escucharon las pequeñas campanillas de la puerta y efectivamente era Dave. Me volví a Sam y le sonreí.

— Ya no más -Sonreí con entusiasmo- Iré a pagar esto, tú ve por tus cosas.

No espere su respuesta, solo se recorrió para que me dejara pasar. Después de pagar y ella despedirse que Dave, una chica al frente y un hombre de tercera edad me miró. ¿Qué tenían esos ojos que me hacían temblar cuando se cruzaban con los míos? No lo sé, pero me gustaba la sensación. Sam avanzó hasta mi y sin que me preguntara tome su ligera mochila para ponerla me mi hombro. Sam iba a decir algo pero luego se callo. Sonreí ante a tal acto de ternura.

Salimos del lugar y le dirijo hasta mi auto, le abro la puerta pero ella se queda totalmente estática.

— ¿Qué pasa?
— No me volveré a subir a tu auto.
— Vamos, Sam, tú sabes que iré despacio, además al lugar al cual te quiero llevar no está muy lejos -Ella solo me miraba con seriedad y frialdad.
— Odio los autos -Espeto.

Cerré la puerta y le acerque a ella nuevamente. El espacio entre ambos era casi nulo y algo dentro de mi quería que el espacio no existiera.
La abrase. Ella estaba demasiado rígida pero al los segundos se relajó y me devolvió el estado con una más cálido.

Me relaje completamente ante aquel sentimiento de seguridad. Los problemas se fueron y en cambio llegaron sueños. Uno de ellos eran estar más tiempo con ella, ser parte de su vida y por dios, nunca dejarla sola.

— Me das seguridad.

Lo iba a decir yo pero al parecer sentíamos lo mismo. Después de un silencio le hable.

— ¿Porque odias los autos? -Ella sacó casi todo el aire de su cuerpo con un grande suspiro y siguió.
— Tu fuiste el primero que me hizo subirme a un auto después del accidente, Shawn. Nunca me subí a un auto después del accidente.
— ¿Qué?
— Si, es cierto.

Me separé bruscamente del abrazo pero aún tomándola de los hombros.

— No juegues conmigo -Mi voz sonó un poco enfadada, pero ese no era mi objetivo.
— Te lo digo enserio -Tartamudeo.