Mi Hermanastro| Temporada 2.

Capítulo 13

Derek salió disparado después de pronunciar esas palabras que dejaron congelado a James.

Había dicho ¿Suicidio? ¿La causa de su muerte había sido el suicidio? Oh por dios, ahora entiendo porque él recae cada que venía a ver a su madre. No ha de ser nada sencillo pensar que tu madre se quitó la vida porque no estaba satisfecha con ella.

Aún me encontraba parada en el mismo lugar. James se aproximaba a la tumba con ambas manos en la nuca. Decidí irme de ahí, dejarlo sólo, dejarlo hacer lo que tal vez no ha tenido oportunidad de hacer.

Llegué a la camioneta y no vi a Derek por ninguna parte. Rodee la camioneta echando un vistazo pero no se encontraba ahí.
Escuché la yerba de los arbustos tronar, noté que Derek salía de ahí pateando una roca que le estorbaba el paso. Tenía algo en la mano, algo que intentaba guardar pero que su bolsillo del pantalón era demasiado pequeño para el objeto.

Se percató de que yo estaba ahí y lo escondió detrás de él muy disimulado, pero no sirvió conmigo ya que lo había visto antes.

—¿Lo usas de nuevo?— le pregunté aclarando la garganta. Me sentía trsite al ver que sus síntomas habían regresado.

—Oh.— sacó el broncodilatador de detrás de su espalda y lo miró unos segundos.— Sí.

—¿Por qué?— intenté sonreír.— estabas perfecto.

—Han pasado muchas cosas Camila.

—¿Y por eso volviste a usar el cigarro?— fruncí el ceño.

No contestó.

—Okey.— desvíe la mirada— ¿Sabes cómo regresar?

—Sí, lo sé.

—¿Cómo?

—¿Para qué?

—No quiero volver a casa en esa camioneta.— dije.— ¿Puedes decirme? No creo haber pisado este lugar en mi vida.

—Pasamos por aquí tres veces de hecho.— sonrió frotando con delicadeza sus ojos los cuales se encontraban rojos e hinchados.

—No lo hice por un año.— dije seria.

—Puedo acompañarte.— se ofreció.

—Cómo sea, sólo quiero salir de aquí.— caminé en la dirección en la que la camioneta había llegado indiferente.

—Es por acá. — señaló la dirección contraria.

—Oh, sí.— me detuve y cambié de dirección tratando de ocultar mi torpeza.

Estaba curiosa, quería preguntarle miles de cosas pero sabía que él no me respondería y más si son preguntas que tienen que ver con su vida privada.
Quería reclamarle algunas cosas como también quería contarle una y mil cosas que me pasaron, tanto buenas como malas. Pero sabía que no iba a ser posible si él no se abre conmigo, si él no piensa igual que yo, si a él no le interesa mi pasado tanto como a mi el suyo.

—¿Tienes alguna pregunta?—me habló con su garganta ligeramente cerrada.

—No.

Caminábamos distanciados.

—Debes tenerla. O al menos quieres una explicación de algo o no lo sé.

—¿Por qué piensas eso?— negué con la cabeza.

—Estás muy pensativa, a demás de que miras tus zapatos hipnotizada. Lo haces siempre, o al menos lo hacías cuando estabas molesta o querías hablar sin parar. Aparte de que nuestra platica de ayer no terminó.