Capítulo 18

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¿Qué?— dije mientras él me miraba fijo.

Se acercó a mi y sin pensarlo me besó, nuestros labios rozaron en un lento y perfecto beso. Mis manos se fueron directo a su espalda, las suyas tocaron mi cara acariciando cada parte de ésta. Me besaba con pasión, yo disfrutaba cada instante de éste, lo único que quería era sentirlo, junto a mi, como antes lo estábamos. Nos separamos y sus ojos se clavaron en los míos.

—Espero haya servido de algo. — aclaró la garganta— cuidate.

Mi corazón se destrozó, por completo.

¡Mierda! Por un segundo creí que él sentía aún algo por mi, pude jurar que lo sentí en la manera en la que me besaba, en la manera en la que me acariciaba y me miraba. Esto no puede estar pasando.

Narra Derek.

—¡Joder!— golpeé la pared de un local comercial— ¿Qué me pasa?— me maldecía una y otra vez.— no entiendo qué me pasa, esto no era lo que yo tenía planeado. ¡Todo se está yendo a la mierda! Soy un maldito imbécil.

La besé, y se supone que no debía hacerlo. Los planes se están echando a perder lentamente. ¿Besarla? ¿Y después qué? ¿Decirle que la besé sólo porque ella me lo pidió? ¿Porque yo no siento nada por ella? Lo único que yo estoy ocasionando es que ella de largué con ese maldito hombre y que ahora sí de una vez por todas se olvide de todo, y eso es lo que yo menos quiero. Pero mis estúpidas acciones lo están provocando.

Saqué la cajetilla de cigarros que tenía dentro de mi sudadera, guardaba solamente uno. Lo tomé con las manos temblando, lo coloque entre mis dedos índice y medio y le prendí fuejo.

Inhale una, dos, tres veces hasta terminarlo por completo. Miré la cajetilla olvidando que ya se habían terminado, eché un ojo a los alrededores, miré una vinatería cerca. Entré a ella y pedí una nueva cajetilla agresivo.

Estaba angustiado, molesto conmigo, sabía que todo se iba callendo poco a poco, y todo era gracias a mi. Gracias por obedecer ordenes de una mujer que ni siquiera es de mi familia. Gracias por ser un maldito imbécil.

Salí de la vinatería, estaba preocupado por quitarle el plástico de encima a la cajetilla, venía tan entretenido en lograrlo que choqué con un cuerpo fuerte y seguramente de hombre. No me tiró pero si me empujó un poco, al igual que yo a él.

Miré de quien se trataba, él me miró fijo y después desvío la mirada hacia mis manos, hacia la cajetilla de cigarros.

—¿Estás bien?— me preguntó.

—Lo estoy.— asentí

Seguía mirándome ahora sin decir nada, tiró el envase que tenía en las manos a un contenedor de basura y después volvió su mirada a mi.

—Dame eso Derek.— extendió la mano.

Noté que se refería a los cigarrillos.

—¿Quieres?

—Damela.— insistió.

—No lo haré.— negué con la cabeza.

—Te estás matando.— frunció el ceño.

—No hay nada más que me importe, Samuel.— le contesté.

—Damelos.— insistió.

—No debería importante lo que haga ahora ¿No dices?

—Me importan un comino tus niñerías Derek, eres mi amigo con o sin tu permiso, me importas y te quiero. No me gusta ver que cada día te estás matando más. — arqueó una ceja.

Mi Hermanastro| Temporada 2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora