Narra Abril
El motor del Audi resonó por toda la calle. Matheew sin esperar un segundo más quitó el freno de mano y aceleró.
No habia nadie por las calles y eso era algo raro, y más porque era un viernes noche.
—Creo que es el momento de hablar seriamente. –Hablé por primera vez desde que nos subimos al coche.–
—¿De que quieres hablar?
—De ti. –Dije rápidamente.– No puedes decirme que te largaste de Italia porque todos te temían y me dejes con la duda del porqué.
Matheew como tenía acostumbrado a hacer, chasqueó la lengua. Agarró con mas fuerza el volante. Por un momento apartó la mirada de la carretera y me miró.
—Si piensas que soy el típico chulo que se acuesta con todas las tías y las trata mal, no nos llevaremos bien nunca. –Bramó con un halo de enfadó en su voz.–
—Realmente me pareces un cliché. –Admiti.– Chico malo que conoce a una chica asocial. Se enamoran. La ex novia del chico quiere matar a la chavala asocial. Todo acaba bien. –Conté como si fuera una historia.–, Podría hacerme con millones de euros simplemente por escribir una gilipollez así. ¿Crees que me lo publicarían? –Pregunté con sarcasmo.–
Matheew comenzó a reír. Negó con la cabeza divertido y giró con el volante a la izquierda.
—Dudo que con esa cara que tienes te publiquen algo. –Escupió riéndose.–
Me crucé de brazos haciéndome la enojada. No me lo había tomado a mal.
Estábamos jugando, y yo nunca perdía.
—¿Te gustaría salir en la película que grabaran sobre el libro? Estoy segura de que cumples todos los requisitos de ser un nene malo. ¡¡Uuh!! –Le vacilé.–
—Si quieres tu puedes ser la piva antisocial a la que nadie quiere. –Ofreció él.– Yo podría hablar con el director de la película, estoy seguro de que si yo soy el que se lo pide te darían el papel.
Negué con la cabeza. Mordí mi labio inferior para no echarme a reír como una niña pequeña.
—Juguemos a un juego. –Pedí. Este me miró con la ceja alzada y insistí.– Venga por favor. Para conocernos mejor. Secreto por secreto. ¿Qué dices?
Este asintió con una sonrisa. Se estaba riendo de mi.
Pero no me importaba, esto es lo que quería.
Saber sobre él.
—Empiezas tú. –Susurró él mientras caminaba de marcha.–
—Le tengo miedo a los ascensores. –Admití.– Cuando era pequeña me quedé encerrada. Es la peor sensación que he tenido en mi vida.
Este me miro confundido. El coche paró gracias a un semáforo que estaba en rojo. Giro cabeza y me vio de frente.
—¿Por qué cuando has bajado conmigo no he notado nada? –Preguntó confundido.–
—Cuando estoy acompañada no me suele pasar. –Podía notar como los colores se me subían a las mejillas.– Cuando me siento segura, no temo a nada.
Este asintió con una sonrisa en su cara. El coche comenzó a avanzar de nuevo.
—No soy el típico tío que se acuesta con todas las tías. –Se sinceró en voz baja.– Kian y yo hemos vivido rodeado de mujeres desde pequeño, y es pensar que a mi madre o a mi tía la pueden tratar mal y me hierve la sangre.
—Es un gran paso por tu parte. –Opiné.–
—No es que sea un gran paso o no, si no que los hombres que hacen ese tipo de cosas están mal de la cabeza. Hay chicas que si, que se acuestan contigo sin compromiso ninguno. –Murmuró mientras miraba la carretera.– Yo me he costado con chicas así. Sin compromiso ninguno. Una noche y después te vas. Pero hay algunos hombres que ilusionan a mujeres como tú, Abril. Y que después la dañan sin importarle nada.
Mis ojos se abrieron como platos. Mi boca formó una O perfecta. No sabia que decir ni mucho menos que hacer.
—Es la primera vez que un hombre dice ese tipo de palabras delante mía.–Tartamudee de la sorpresa.–
Este asintió satisfecho por su discurso. Busco por unos segundos en el salpicadero hasta encontrar un mando eléctrico. Se paró enfrente de un portón grandísimo con el que solo apretar el botón se abrió.
Aceleró el coche hasta quedar enfrente de una mansión mas grande que la residencia entera.
Imitándolo, me bajé del coche.
—Bienvenida a mi dulce casa. –Bramó este mientras corría a la puerta de entrada.–
Un hombre mayor con barba abrió la puerta. Sin decir nada más dejó que Matheew entrara.
Tuve que correr hasta alcanzarlo.
Se metió en una puerta que daban unas escaleras abajo. Lo seguí con miedo de caerme por la oscuridad.
Cuando la luz se encendió, me sorprendí al ver más de diez coches.
Todos caros: Ranger Rover, Ferrari, mini Cooper, Lamborghini, Mercedes, Audi y más marcas que no llegué a reconocer.
Este se metió en el Ferrari de color negro y esperó a que yo me subiera.
—¿Por qué vives en esa mierda de residencia teniendo este sitio? –Pregunté alarmada.–
—Digamos que aquí me siento muy solo. –Admitió mientras metía el coche en un ascensor muy grande.– Suelo venir los fines de semana a dormir aquí con Kian, pero como este fin de semana estabas tú aquí, no quería dejarte sola en esas cuatro paredes. El próximo vendremos y dormiremos aquí.– Ofreció.–
El motor del Ferrari resonó por todo el terreno de la mansión. Este aceleró y salió a la carretera donde minutos antes habíamos estado.
Matheew alargó la mano y encendió la radio como siempre hacia. Una canción de las que él escuchaba resonó por todo el coche.
Estaba mas que segura de que la música se escuchaba desde el otro lado de la calle.
Cuando mi compañero aceleró más grité. Este empezó a carcajearse.
—¡No tengas miedo! –Gritó por encima de la música.– ¡Después cogeremos más velocidad!
Negué con la cabeza para que no lo hiciera. Pero a este le importó una mierda.
Cuando pude ver el marcador de velocidad marcaba 200 m/h en una calle de 50 m/h.
—¡Quiero que se repita la ocasión, quiero que se repita tu movimiento! ¡Bebé que tal si paramos el tiempo y mejor tenemos sexo! –Chilló por encima de la música cantando.–
¿A dónde cojones íbamos?
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I Thought It Was Cliché © [EDITANDO]
Teen Fiction[Me pareció que era un cliché] «Un golpe» Intentaba resistirme. «Dos golpes» Me mordía los labios para no gritar. «Tres golpes» Un pequeño gemido se escapaba de lo más profundo de mi. «Cuarto golpe» Las lágrimas empapaban mi cara llena de moretones...