Capitulo III

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¡Oh por Dios! Me estaba perdiendo definitivamente. Esa tarde fui a visitar al psicólogo de la escuela en busca de consejos.

- Creo que ya perdí la cordura profesor. -dije comiéndome las uñas con la mirada perdida en algún punto del escritorio de madera rustica del profesor Choi mientras él revisaba una serie de folletos sin siquiera mirarme.

- ¿Por qué lo dices Minseok-ah?

- Sabe que tengo un blog desde los dieciséis.

- Me habías dicho, sí. ¿Qué pasa con eso?

- Pues creo que uno de mis seguidores me espía -golpee el borde del escritorio con mis manos mientras abría mis ojos tanto como me era posible.

- Claro y yo soy Súper Man.

- No de verdad profesor. Mire -le enseñe el mensaje que había recibido antes y se echó a reír en su asiento como si le hubiera contando algún chiste exageradamente gracioso.

- ¿No has subido una foto con el nuevo color de cabello a tu blog? -pregunto limpiándose una lagrima imaginaria que se le había escapado.

- No profesor. -Fruncí el ceño y me cruce de brazos-. Me teñí el cabello ayer y no he tenido tiempo de publicar nada en mi blog.

- Bueno entonces es probablemente alguno de tus compañeros o quizá otro estudiante. Deja de preocuparte que das miedo.

Salí refunfuñando del cubículo por su poca ética ante un acontecimiento de acoso como ese, del cual el profesor resto importancia y considero un chiste. Que basura de profesor. Pensé. En medio de mi aturdimiento e ira, cegado sin siquiera prestar atención alguna a absolutamente nada, me tropecé con un cuerpo firme y rígido que me hizo caer de culo.

- Mal... -estaba por decir un montón de maldiciones a esa persona cuando una mano amiga se tendió para ayudarme.

- Lo siento Minseok-ssi.

- Pro... Profesor.

Dios, ese hombre parecía una revelación bajo las luces blancas del colegio vestido de negro desde los pies hasta la coronilla, con sus protuberantes pómulos y esa sonrisa ligera que le daba un toque de inocencia. Me levante aturdido por el golpe; por encontrarme con él; por esa extraña sensación que me hacía desearlo; por la electricidad que recorrió mi cuerpo cuando sujete su mano para levantarme. Quería morir ahí mismo y que fueran sus labios los que me resucitaran; quería ser blanca nieves o alguna de esas estúpidas princesa de Disney solo para que fuera él ese príncipe andante en su caballo blanco y me besara, me besara, me besara...

- ¿Estas bien Minseok-ssi?

Dijo mirándome divertido y me di cuenta que tenía los labios en forma de pico. Avergonzado, así me sentía. Cubrí mi boca desviando la mirada y me abofetee mentalmente por soñar despierto.

- Minseok-ssi... ¿estás ahí?

- Oh si, lo siento profesor.

- ¿Qué haces por aquí tan tarde?

- Trataba de resolver un asunto -comencé a limpiar el polvo de mis pantalones sin mirarle.

¿Cómo podía mirarle después de casi besarlo? Dios, que pasaba con esta cabeza mí. Definitivamente estaba enloquecido.

- ¿Has terminado ya? -Asentí y acomode el bolso en mi hombro echándome a caminar-. Puedo llevarte a casa Minseok-ssi.

- Oh no profesor, no es necesario puedo irme en el último bus.

- No puedo dejarte ir así -se apresuró en decir mientras me sujetaba del brazo. Lo mire-. Lo siento.

¿Dijo lo siento? Por mí que me agarrara lo que quisiera, que me aprisionara contra el casillero y me comiera la boca mientras me hacía suyo en medio del pasillo, que importaba eso. Ese hombre me estaba volviendo loco bajo los pantalones y el parecía no notarlo. Trague saliva y trate de disimularlo desviando la mirada.

HABLEMOS DE SEXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora