Capítulo VI

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NOTA: Lo he explicado antes, pero a veces creo que no es suficiente, las cosas que ocurren durante la historia no son culpa mia. Los personajes se apoderan de mi ser y hacen conmigo lo que quieren. Esta bien si lo Odian. La historia tiene un cambio brusco pero relax que esto es 100% ChenMin. Son cosas que tienen que suceder para que Minseok se de cuenta de muchas cosas y vuelva a sus sentidos.

Debo admitir que no me gusto mucho este capitulo aunque lo escribi con amor x.x

En Fin!!!!!

\(º-º)/


A veces me pregunto si es demasiado tarde para remediarlo pero cuando pienso en esa noche no me arrepiento de nada, tampoco hay remordimiento de conciencia y me siento satisfecho por ello. Yo, definitivamente soy un maldito. Estoy sentado en alguna plaza de la ciudad con una botella de soju media hora más tarde –después de que me enterado de toda esta miseria–, mientras lloro como un tonto con las piernas pegadas a mi pecho. No es dolor. Es asco.

Una mano se posa sobre mi hombro y cuando levanto la mirada es Jongdae. Esta allí, parado, con el sudor cayendo por su frente como si hubiera corrido un maratón. Tiene esa mirada de lástima que me hace repugnarlo y sentirme asqueado. Me separo pero no le digo nada. Esto, no ha sido su culpa sino mía. Yo insistí en llevármelo a la cama aun sabiendo que no era correcto; a pesar de haberme dicho que estaba con alguien. ¿Por qué coño no le creí?

– No hay explicación –se apresura en decir–. Yo decidí acostarme contigo porque sí. A pesar de que estaba casado y esa señal de alertar estaba siempre en mi cabeza. Lo hice. Lo hice y no me arrepiento, no lo hago. Me gustas Minseok y está mal pero me gustas. Esa es la verdad.

Quiero golpearlo pero no lo consigo, en su lugar suspiro, me levanto y camino. Estoy alejándome de él cuando tropiezo con mis pies y caigo al suelo de platanazo como lo hizo Anastasia al entrar en la oficina de Grey, la única diferencia aquí, es que no hay alfombra que proteja mis rodillas y la única mano que he puesto en el piso por lo que me lastimo. Perfecto. Esto no podía empeorar. Ni siquiera tengo fuerzas para conseguir levantarme. Sigo llorando, silenciosamente, pero lo hago. Es como si quisiera quedarme aquí toda la vida y no sentir más esto que me está carcomiendo.

Me rindo, cayendo sobre mis talones, aun con la botella de soju en la mano que no apoye contra el suelo, misma que llevo a mi boca para tomar otro trago largo. Mi garganta arde, pero me siento inmune de alguna manera; mi estado de ebriedad no es nada comparado a los mareos que ciento por tantas cosas que tengo en la cabeza. ¿Qué está bien, qué está mal?

El profesor me sujeta por los hombros. No lo miro, no soy capaz. El valor se escapó de mis hombros y ahora son un completo cobarde. Jongdae se agacha frente a mí obligándome a subir en su espalda y lo hago. Obedezco, no me pregunten porque pues la verdad no sabría responder eso. Soy una basura de persona, incluso puedo parecer un niño caprichoso cuando me da la gana; cuando el momento amerita seriedad yo actuó como estúpido para esquivarlo todo. Me retuerzo en su espalda haciendo un berrinche, provocando que ambos caigamos al césped.

Estoy llorando y riendo al mismo tiempo.

Irónico, todo es irónico y sin sentido. Se supone que Jongdae debería estar con su esposo ahora, en su lugar está aquí, tirado en el suelo muerto de risa, justo a mi lado, realmente divertido. Me odio. Lo odio. Porque el muy perro es precioso incluso cuando se ríe. Es precioso cuando no debería serlo. Sería más fácil si estuviera golpeándolo como una fiera por tratarme como su puta. Sin embargo, me recuerdo que no es su culpa, que está casado y lloro.

Pero yo no quiero llorar más. Finalmente, lo golpeo en el pecho con fuerza empujándolo hacia atrás. Me subo ahorcadas sobre él, sin importarme nada el hecho de que me estoy lastimando las rodillas.

HABLEMOS DE SEXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora