Obsesión Inmortal (UKiss y tu)

Capítulo 8: Enfrentamientos

Al fin después de varias horas conseguimos llegar a casa.

Cada quien comenzó a esparcirse a sus respectivas habitaciones, pero yo esperé cuando la nana Shin Min entró acompañada de Kisses.

El perrito entró corriendo feliz y me agaché para recibirlo.

—Hola pequeño —dio un ladrido como saludo y al ver a Kiseop entrar, fue con él.

—Hola Kisses —ladró de nuevo, pero después gruñó y con su nariz acarició el moretón de Kiseop—. Oh, tranquilo; no es grave tan solo fue un cavernícola el que me golpeó —me dio una mirada rápida y se llevó al animalito a su cuarto después de saludar a Shin Min.

—Hola __________(tn) —dijo ella—. ¿Cómo les fue?

—Bien.

—¿Y por qué Kiseop llegó con una marca en la mandíbula?

—Un problema por meterse en mis asuntos.

—¿Eso quiere decir que tú lo golpeaste? —levantó una ceja incrédula.

—No. Pero si un amigo que conocí allá.

Negó con la cabeza en desaprobación.

—Bueno, me alegra que ya estén aquí. Y, por cierto, te llegó esto hace unos días —me tendió un sobre color cappuccino y de textura rugosa—. Quien lo trajo dijo que era confidencial y que solo tu tenías que leerlo.

—Oh —miré el papel frunciendo el entrecejo—, gracias. Y gracias por cuidar de Kisses.

—Cuando quieras —se fue.

Subí.

Antes de deshacer la maleta, la curiosidad me llevó a abrir el envío.

 _____________(tn):

Me da gusto saludarte después de tanto tiempo. No sabes todo lo que aún me falta para llegar a ti y estoy tan ansioso de que el día en que vuelva a verte llegue. Juro que esta vez no te dejaré ir, tenga a quien tenga que eliminar por atravesarse en mi camino. Lamento que esto suene como una amenaza, pero en serio lo hago porque te amo, ________(tn)..

Y por supuesto la sorpresa de saber quién soy, será el día en que vaya por ti.

El primer nombre que me llegó a la cabeza fue el de Alex, pues sabía que se había ido y que no se rendiría tan fácilmente después de lo que había intentado hacer casi hace siete meses.

Y lo preocupante era que me quería con él y no repararía en el daño que hiciera con tal de tenerme; aunque su nota me ponía alerta y de esa manera no pasaría lo de la última vez.

Guardé el papel en un cajón y comencé a desempacar.

***

Al día siguiente, Gaeul llegó a la casa buscándome.

—Oye, estás muy nerviosa. ¿Qué te pasa?

—Ah... yo... debo hablarte de algo.

—Te escucho.

—Pero es muy privado.

—Entonces vamos afuera.