8. Blackwood's Magazine.

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El sol entraba por el ventanal, coloreaba con sus intensos rayos el despacho y los muebles con él; esa luz no habría entrado si las cortinas no hubiesen descorridas para que al menos una insignificante brisa pasase por la habitación. El estío decidió ser cruel ese año, se advertía al sólo mirar al joven conde, quien sin su saco y con las mangas arremangadas hasta los codos, agitaba su mano no como ademán afeminado, sino como un espontáneo intento por darse aire.

El mayordomo, no exento de ser víctima de la temporada, servía la limonada para luego colocar el vaso de la bebida sobre el escritorio de su amo. Bajó también de la mesita de entremeses, por escrúpulos, la jarra, puesto que por el clima se habría de requerir más de un vaso.

—Estoy pasmado al observarle, joven amo. Tenía usted todo un día de trabajos atrasados, mas ahora está por terminarlos.

—No eran en suma complicados —dijo el menor, estirándose ligeramente en su sillón, con los brazos arriba y los dedos entrelazados.

Sebastian colocó un pequeño plato de bizcochos al lado del vaso y la jarra, después, agachándose un poco sacó de la segunda bandeja de la mesita unos, acaso, tres o cuatro periódicos y revistas, que entregó a su amo. Ciel pasó de boletín a boletín, colocando uno tras otro mientras hacía una ligera mirada a las portadas de éstos.

—Los números del mes —indicó el mayordomo.

—Ya veo... —Los ojos del pequeño conde se tornaron un tanto soporíferos, ya que no reflejaban gran ánimo en su dueño, posiblemente aquellos eran producto del calor o de la hastiosa tarde de verano—. Me parece que uno que otro cuento de estos diarios podría ser de entretenimiento por el momento... No me mires así, es para matar el tedio; prefiero entretenerme con esto por ahora, pues no quisiese acabar el libro recién comprado tan apresuradamente.

—Como se le sea su voluntad. —Sebastian sonrió e hizo una reverencia. Se llevó el entremés y así dejó al amo a solas.

El vaso de limonada ya tenía gotas resbalándosele por el vidrio y el hielo estaba casi disuelto en el zumo cuando Ciel hubo de terminar sus labores empresariales. La estrella luminosa iba en su punto de mayor fulgor, pues todo el despacho matizado de un brillo naranjazo se hallaba, los rayos rodeaban el sillón, el alto respaldo le servía al pequeño amo de sombra y únicamente éste último se veía oscurecido. Tres galletas se encontraban en el plato y la jarra estaba a medio llenar.

«Seguramente aún es muy temprano», pensó el niño.

Miró entonces los periódicos y revistas que tenía en la esquina de su escritorio, tomó de entre ellos el número de Blackwood's Magazine, ya que estuvo más a su alcance; no estaba adentrado en lo que veía en la portada y en su desgano se obligó a repasar paulatinamente los títulos de varias narraciones. Se decidió por "El retrato del Sr.W.H", de Oscar Wilde.

Era un cuento, pareciese ser, que exponía una teoría sobre el joven a quien le había sido dirigido los Sonetos de Shakespeare, obra recopilatoria de los poemas del dramaturgo más célebre en la literatura universal. Y es que los Sonetos (Sonnets) eran uno de aquellos trabajos que antes de leerlo, tenías que oír, por la fuerza y a muy pesar de Ciel, las teorías e ideas de las personas que ya lo conocían y lo habían estudiado verso a verso. Por tanto, escuchar las opiniones ajenas antes de crear la propia, resulta ser siempre ponzoñoso. Cuando el joven Phantomhive leyó los Sonetos, ya tenía en su mente la idea de que ellos habían sido dedicados a lord Pembroke, era la idea general, y él jamás se molestó en adentrarse en más teorías relativas al tema, sin embargo, he ahí frente a sus ojos la posibilidad de tener una mutación en su guisa de representar la obra de Shakespeare.

Y comenzó:

Es superfluo mencionar a detalle cómo es que dicho cuento lo presentaba, pues sólo es necesario decir porqué es que dictaminaba cierta teoría que descreditaba el pensamiento de que los Sonetos estaban dirigidos a lord Pembroke, mientras que erigía a un tal Willie Hughes como la verdadera musa de la obra.

¡Ciel es FUDANSHI!- Kuroshitsuji.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora