3.- El héroe ladrón

426 30 25
                                    


-¡Magnis dis ruaaaag! – grité conjurando una fuerza que empujo al tricornio por los aires, impactándolo contra un alerce gigante, que se rompió en dos cuando la cornamenta golpeo – ¡Corran! – dije al instante y las cuatro brujas partieron esquivando los arbustos y árboles. Era imposible detener a una bestia de este tamaño con hechizos tan simples, no portaba pergaminos que pudieran ayudarme y mucho menos alguna varita o cetro para amplificar mis hechizos, la visita al bosque de los Geesnurs nunca había sido tan peligrosa.

-Lantibah aistinsakh – un copia de mi misma salió corriendo en dirección apuesta a mí, mucho más cerca del tricornio, que bajo su escasa inteligencia callo en el truco – No creo que eso sea suficiente – en breve el tricornio despedazo a la copia de energía natural y fue tras de nosotras, sacando de raíz todos los árboles que estaban en su camino, su velocidad, fuerza y destrucción eran imparables, necesitábamos combatirlo las cinco juntas, al llegar a un claro más abierto, nos escondimos entre los matojos.

El tricornio miro a todos lados, dejo de correr y comenzó a olfatear el ambiente, adentrándose en nuestra posición, se notaba en su ojos que sabía que estábamos cerca, era imposible esconderse de él.

De los arbustos salió Marie, saltando sobre la bestia – ¡Vuurbal! – gritó y de sus manos comenzó a formarse una bola de fuego que lanzo con fuerza contra el tricornio, mientras que desde los matorrales, las demás invocábamos un poder mayor.

¡IGNIS SIGNACULUM!

APAD NOS IN MANU TUA

NADEU SEAKUM, SEAKUM

SEAKUM POSCO

¡IGNIS SIGNACULUM!

Repetíamos una y otra vez levantando nuestras manos, intentando convocar el Sello de Fuego Maldito para incinerar a la bestia, mientras Marie intentaba distraerla con sus embrujos de bola de fuego.

La bestia se quemaba, pero no estaba ni cerca de ser suficiente, gritaba de dolor y con rabia animal se lanzó directamente contra la bruja Marie.

-¡NOOOOOOO! – gritó su hija, rompiendo la cadena del Sello de Fuego Maldito.

-¡Puta hija de perra! – reclamó furiosa Elly, mientras Dorothy corría despavorida a intentar salvar a su madre.

-¡Dorothy no! – le dije mientras la perseguía.

Al vernos que estamos en movimiento, el tricornio fijo su objetivo en nosotras, por su parte Marie, agotada al lazar hechizos por doquier, apenas podía moverse – Dorothy ve con tu madre, distraeré a la bestia – Dorothy corrió despavorida donde su progenitora - ¡EY BESTIA ESTÚPIDA, VEN ACÁ, TENGO MUCHA SANGRE PARA TI! – le dije mientras le meneaba el culo y al parecer eso funcionó.

Dorothy se apegó a su madre, mientras yo corría lejos de todas.

Estaba acabada, perdida, sentía como la muerte me alcanzaba con cada paso que abrigaba detrás de mí mientras esquivaba ágilmente todos los árboles que luego el despedazaría con su triple cornamenta, mi desesperación me imposibilitaba a usar cualquier hechizo. Latía tan fuerte mi corazón que profesaba que se saldría por mi boca, los gritos de rabia de la bestia casi los escuchaba unísonos ante mis oídos, me hacían llorar del miedo, hasta que desde las ramas altas de las araucarias, escuche un grito de salvación.

-¡AAAAAAAAAAquí viene tu salvador mi princesa! – imitando algún grito de mono con diarrea y errático, apareció desde la oscuridad y se lanzó directo a la cabeza de la bestia, cayendo entre la cornamenta, saco su espada y la clavo directamente en medio de los ojos – Bla torden – el filo de la espada se ilumino de un azul intenso, el hechizo de los Rayos Azules había fortificado la apuñalada certera, insertando la espada hasta atravesar el cerebro.

La criatura callo justo frente a mí, bajando cautelosamente con su espada en la mano derecha y con la izquierda alzándola para levantarme del suelo, estaba él... David Laxer.

-¿Estas bien princesa mía? – le rechace la mano y me paré por mí misma - ¿No estas feliz de verme? – me refutó otra vez, sin respuesta de mi parte. Camine directamente donde las brujas cerciorándome de que todas estén bien.

Era difícil recordar con detalle tan abruptos momentos, pero ya estaba muy cerca de la posada de las brujas en Azulesca, era un momento perfecto para tomar un pequeño descanso antes de seguir con la búsqueda del ladrón.

Al estar frente a la hospedería un escalofrió me recorrió la espalda, un lúgubre aspecto de arquitectura gótica me helaba el cuerpo de tal manera que por un segundo algo provocaba un rechazo enorme, con una frase que retumbaba cada segundo "corre de ahí", todos las instintos que por años he obedecido, los rechace solo para ver si aquí podría encontrar alguna pista sobre. Al acercarme al pórtico de la casa, noto que la puerta estaba entreabierta.

-¡Hola! ¿Hola? – Pregunte una y otra vez mientras asomaba con cuidado la cabeza por la puerta – estoy buscando hospedaje – como entrelineas se escuchaban pequeñas risas cómplices desde las lejanías de la casa, en un tono misterioso, con ganas de ser escuchadas, aunque con dudas.

Con permiso de las aquellas preguntas sin respuesta, entre en la casa, sosteniendo entre mis manos un pergamino de polvo mostaza, previniendo cualquier peligro. Al caminar por el pasillo, que tenía como termino una gran escalera circular, escucho como las puertas se cierran y se abren, como si la posada fuera un lujo lleno de gente, personas que abundaban en sonidos, más no en cuerpos. Un paso sombrío se escuchó detrás de mí y sin siquiera alcanzar a voltear, una voz me dijo:

-Tú eres la siguiente.

Sarah, Ladrona de Hechizos: La esfera de los destinos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora