Sarah, Ladrona de Hechizos: La esfera de los destinos.

10.- Pequeños ladrones de Hechizos: Primera parte.

Sexto sol del año 1964 de la quinceava era del segundo ciclo, fecha de nacimiento de mi querida madre, que en ese entonces cumplía 35 años. Mi padre esa misma mañana había ido al mercado central de Prikialtorn a comprar unas hermosas flores, traídas directamente del Bosque Encantado de Iohirmik. Mi madre llamada Clara, no esperaba que Diones, su marido hace ya 15 años, le regala algo tan caro y mágico como las preciadas flores del Dios de los Mares.

Yo una pequeña y rebelde niña de 16 años, entorpecía el camino de mi padre al mercado con mis estupideces, generalmente me escondía entre las tiendas y casas, buscando algo de diversión. Prikialtorn era un lugar muy tranquilo, donde toda la gente sonreía y estaba feliz de la vida, incluso yo, incluso David.

-Hola bonita – me dicía David mientras preparaba el caballo de su padre - ¿Ya nos vamos? – David por ese entonces aún vivía con sus padres que eran dueños de un establo en las afueras de la cuidad – los pikials nos están esperando - nos subimos al caballo, lo abracé por la espalda mientras a lo lejos veía a mi padre en medio del mercado comprando las flores. 

Pikials era como llamábamos a nuestro grupo de amigos y más que amigos... ladrones. Muy cerca de la cuidad un bosque guardaba nuestros secretos, una juventud alocada que solo pensaba en drogas mágicas de plantas exóticas, alcohol del más caro de Torizómas, algo de sexo y descontrol total. Robar en una ciudad tan tranquila como Prikialtorn era demasiado fácil, la mayoría de los atracos pasaban desapercibidos y cuando descubrían el cometido se echaban la culpa a sí mismos, pensando que a ellos se les había perdido. Éramos los únicos ladrones de la cuidad, teníamos el monopolio de los robos, en nuestras manos. 

Al llegar al bosque, nos esperaban Hixa y Trippo, dos amigos de nuestra escuela y compañeros en nuestra mafia infantil llamada Pikials.

-¿Cómo estas Hixa? – David se baja del caballo y sin siquiera ayudarme a descender, corre y besa en la mejilla a Hixa - ¿Estas preparada para hoy? – siempre se preocupaba mucho por Hixa, era tan bella y simpática, una ladrona inteligente, una manipuladora de hombres, tenía una magia en sus tetas que hipnotizaba al sexo opuesto, mientras las mías, apenas se asomaban.

-Tenemos todo listo con Trippo – él y Hixa eran las mentes maestras detrás de todos los robos, pero este en concreto, era demasiado importante y la colaboración de los cuatro ladrones tenía que ser coordinada y precisa – solo espero que la tonta de Sarah no cometa errores.

-Yo estaré con ella, no te preocupes lo haremos bien – los tres estúpidos siempre me tachaban de inútil, hiciera lo que hiciera, no importa cuánto me esforzara siempre era la peor de los cuatro.

-Nos juntaremos hoy en la noche, en la luna media – recalco Trippo – me quedare en casa de Hixa y ustedes dos permanezcan juntos hasta el anochecer, esto tiene que salir bien.

Era nuestro primer robo de hechizos, era lo que nos haría triunfar, nos pagarían tanto por ese hechizo que podríamos jubilarnos a los dieciséis y disfrutar de una eternas vacaciones en el paraíso de la ciudad Alegría. Por el momento David y yo debíamos refugiarnos en las afueras del mercado central, mezclarnos con la gente, hasta que caiga el sol. Debo admitirlo pasar una tarde entera en el mercado con David, era un sueño para mí, nuestras familias llegaron juntas desde Azulesca y nos conocimos desde pequeños, siempre he estado enamorada de él, pero nunca se lo he confesado y peor aún he tenido que soportar por largos años las novias a temprana edad que siempre ha arrastrado el joven galán, todo entre las sombras, entre secretos y mentiras, para tapar lo que era obvio, deseaba besar a David, con todo mi amor y pasión, pero simplemente eso lo veía imposible.

-Hoy te ves muy guapo David – era una niña de dieciséis años y muy tonta, perdónenme.

-Ya lo sé Sarah, solo espero que lo note Hixa – era y es un estúpido, no sé cómo podía gustarme - ¿Crees que yo le gusto a ella?

-Yo creo que a cualquier chica le gustaría estar contigo – mi cerebro no funcionaba bien en esa época.

-Yo solo quiero gustarle a Hixa – una puñalada en medio de la columna era menos doloroso que tener que pasar una tarde hablando de lo mucho que le gusta Hixa a David – tu eres una chica ¿no? Deberías ayudarme a conquistar a Hixa – no tengo palabras para describir esta situación – dime qué harías tu para conquistar a una chica como Hixa, mejor aún, dime que te conquistaría a ti si tú me gustaras.

Siento que sobran totalmente las palabras, para describir un momento tan incómodo y triste como este, estaba al borde de las lágrimas, pero mi inocencia y estupidez adolescente me hacían cometer errores tras errores, cada uno peor que el anterior.

-Me encantan las sorpresas, que ese chico que me gusta, me sorprenda con algo que no espere, que sea algo mágico y único – mirando al suelo, triste y con ganas de llorar, le decía lo que me gustaría que el hiciese por mí.

-Eso es, iré a su casa ahora mismo y la sorprenderé con un bello ramo de flores ¿Te parece buena idea no? – lo mire con los ojos llorosos.

-Es una genial idea...

David se emocionó tanto que corrió feliz entre la gente, buscando las mejores flores del comercio ambulante, dejándome sola en medio de la multitud. Yo no valía nada para él, era como un fantasma en su mente, su conciencia, menos que una amiga, una conocida que se arrastraba a sus pies, como esclava de eras pasadas.

Tienda por tienda, florería por florería, agarrabas las flores mágicas más hermosas, gastándose todo el dinero que por meses había juntados de los robos en Pikials. A momentos imaginaba que toda esa alegría y entusiasmo, todas esas flores y magia, eran para mí.

-¿Te gustan? – me preguntó después de haber armado el ramo de flores mágicas más hermoso que había visto en mi vida.

-Es hermoso, seguro le gustará...

Era imprecisa mi afirmación, lo que pasaría ese día marcaría nuestras vidas.