Capítulo IV ✅

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ALEX

Cuando Óscar se acercó tanto a mí, pude sentí mis mejillas arder. Me aparté rápidamente, lo observé de arriba a abajo. Un chico muy alto de pelo castaño, al igual que sus ojos, no estaba muy musculado, era como un chico cualquiera.

Al enterarme de mi confusión, me sentí muy avergonzada, estaba tan nerviosa que hasta se me olvidó que cuando conoces a alguien hay saludarle. Buena esa Alex.

Pasamos la tarde en el sofá viendo la tele, excepto Óscar y Sofía, quienes se habían ido a jugar al patio. Me levanté para ir al baño y cuando salí, me crucé con Carol.

-Oh hola, estas aquí, verás, quería hablar contigo.

-¿Qué quieres ahora Carol? -Puso un todo de voz que no me gustó para nada.

-Solo quería decirte que a ver si te puedes comportar mejor con mis hijos -no daba crédito a lo que escuchaba, si solo me faltó cargarlos a caballito. -No son tu amigos, ¿sabes? Debes respetarlos como ellos te respetarán a ti. Ay... -Suspiró -Qué vamos a hacer contigo... ¿No te das cuenta de que eres la única que no pone de su parte para que esta familia salga adelante? -¿Familia? ¿Poner de mi parte? -Eres la única que sobra en esta casa Alexia, mis hijos están poniendo empeño en acercarse a vosotros y ¿tú? Nada.

No quería escuchar más de lo que salía por esa boca de zorra asquerosa, un comentario más y juro que la destrozaría la cara.

En la cena, no me pude contener más, aquella especie de retraso humano me decía lo que podía y no podía hacer, como en la charla. Solté todo lo que estaba dentro de mí, no podía contenerme más, mi padre me cogió de los brazos, pero ni siquiera me di cuenta de que me estaba alejando del salón.

-Eres una puta loca -Escuché decir a Óscar, no...loca no... eso precisamente no.

Antes de que fuera directa al salón a darle una buena paliza, mi padre me detuvo, le miré con mucha ira, no tenía derecho a decir eso, y él lo sabía, lo sabía más que nadie en el mundo. Me soltó y con la mirada sé que me dijo que no me pasara, y eso hice, no le partí la cara, pero hice que se retorciera de dolor.

Fui directa a mi habitación, empecé a recordar los momentos que pasé con ella, esos bonitos recuerdos donde todo era normal, mis lágrimas estaban al borde de caer, pero yo no quería.

Recordé esos días en los que a mi madre le daban ataques de ira y a los cinco segundos era la más cariñosa del mundo. Esos ataques se volvieron frecuentes, mi padre no me permitía verla, y recuerdo que en ese momento le odiaba con todas mis fuerzas, y ahora entiendo por qué lo hacía, yo era bastante pequeña y no entendía nada, hasta que supe que mi madre se estaba volviendo loca, la encerraron en un manicomio, las pocas veces que iba a visitarla, me hablaba sobre que las voces le decían que afuera, se avecinaba algo horrible, que ella tendría que salvarnos a todos. Suena al típico cuento que un niño se inventa, en el que él es un superheroe.
Mi madre lo llevó al extremo, consiguió escapar del manicomio, fue algo que nadie se esperó, pues esos sitios tienen máxima seguridad, o eso fue lo que nos dijeron. Se subió a la azotea de un edificio y saltó. Antes de su muerte, escribió una nota que encontraron en el bolsillo de su chaqueta:

"Algo horrible andaba ahí fuera, una mujer loca iba a matar a todo el mundo, iba a matar a mi hija y a mi marido, yo los salvaré, mataré a esa mujer, estará en un edificio y salvaré al mundo, los salvaré a ellos."

Siempre Fuiste TÚ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora