CAPÍTULO XXI

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ALEX

Joel era un imbécil. ¿Esto debería de añadirlo a la lista de cosas geniales que han pasado en mi cumpleaños?

Sentí la puerta abrirse y al girarme, vi la expresión culpable de Celia.

—Alex...Yo...Lo siento. No sabía que viviais juntos. —Abrí los ojos como platos y solté una pequeña risa.

—¿No sospechaste en que aquí vivo yo? Creí que te había quedado claro.

Se quedó callada un segundo.

—Tú y Óscar... ¿Tenéis algo? —Me sobresalté.

—¡¿Qué?! ¡No! Ni loca tengo algo yo con ese... Es mi hermanastro.

—¿Y por qué te molesta que esté con él?

—Sois...¿Sois novios?

-—¿Qué? ¡No! Era una forma refinada para no decir que follé con él. —Me llevé las manos a la boca reprimiendo una risa.

—Vale, vale. —Silencio.

—Te... —dudó en decir lo que tenía que decir pero al final habló. —Te quería preguntar si te vienes a una fiesta a la que me han invitado. Estará genial.

Lo pensé, estaría bien divertirme algo. No le había dicho a Celia que era mi cumpleaños, pero a ver si en alguna frase se la colaba.

—Claro, no estaría mal que en mi cumpleaños me divirtiera. —Dije mirandola disimuladamente para ver su reacción. Sonrió sin entender nada, más tarde abrió los ojos y se abalanzó sobre mí.

—¡Oh dios mío Alex! ¡Felicidades! —Me dio un golpecito en el hombro y me miró con el ceño fruncido. —¿Por qué no me lo has dicho antes? —sonreí culpablemente.

—¿Dónde es la fiesta?

Pensó una rato, parecía confundida.

—No...No lo sé la verdad.

—¿Te han invitado a una fiesta y ni siquiera sabes donde es?

Solté una risa.

***

Eran las ocho y media y tenía que arreglarme para la fiesta. Me metí en la ducha y cuando salí, vi a Celia con una sonrisa de oreja a oreja, ya sabía dónde era la fiesta asique no tardaríamos mucho más.

Me puse un vestido sencillo y elegante, era de un morado oscuro con vuelo en la falda. Me puse unos botines con el tacón un poco alto y me maquillé.

Celia llevaba un vestido rojo granate, unos tacones negros, se maquilló y se puso un pinta labios a juego con el vestido.

Una vez listas, bajamos. Nos encontramos a Óscar quien nos miró de arriba abajo y luego se limitó a seguir andando con su cena servida.

***

—¿Segura de que es aquí? —Dije confundida al ver que no se escuchaba nada de música, ni había gente por los alrededores. Básicamente, en ese local no había fiesta ni nada.

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