Unos suaves dedos me despertaron, se deslizaban por mi hombro y seguían por mi brazo.
Abrí los ojos y ahí le vi, mirándome con una sonrisa de oreja a oreja.—Feliz cumpleaños Ale —dijo con una voz ronca, la cual me pareció muy sexy. Sonreí, se había acordado.
Seguí mirándole, la herida del labio se le iba haciendo costra, la nariz, la tenía mejor, y su ojo, la zona alrededor del ojo estaba verde e hinchada.
—Estoy bien. —dijo cogiendome la mano que tenía ansias por tocarle aquellas heridas.
—Lo siento. —Me miró desconcertado. —Ayer me comporté como una idiota. Tendría que haberte llevado al hospital. ¿Y que se me ocurrió hacer? Traerte a casa a curarte. —Eso último fue entrecomillado por mis dedos. Sonrió.
—No quería quedarme la madrugada de tu cumpleaños en el hospital. Estoy bien ahora.
Nos quedamos un rato en silencio, mirando a la nada.
—Dime, ¿Dónde querías ir ayer? —Recordé las dos veces que nos interrumpieron.
Se abrió la puerta de golpe y entró Óscar.
—¡Oh, venga ya! —Me negaba a que nos interrumpieran otra vez. —Joel, quería ir a la casa de Ben, para ver como estaba. —Me apresuré a decir.
—Tú no vas a ninguna parte Alex. —dijo Óscar enfadado. —Tu padre me llamó ayer para que supieras que estabas castigada... Otra vez. —La rabia se apoderó de mí.
—¡¿El dia de mi cumpleaños?! —Le repliqué. Sus ojos se abrieron de par en par.
—Yo...No lo sabía.—Repuso.
Escuché a Joel reírse y lo miré con el ceño fruncido. Óscar sacó su móvil y se fue.
—Entonces...¿A la casa de Ben? —Asentí y sonreí.
***
Estaba nerviosa por ver a Ben, hoy no saldría como habíamos planeado.
Ben abrió la puerta con dificultad, ya que estaba en silla de ruedas. Se sorprendió al ver la cara demacrada de Joel, pero no dijo nada al respecto.
—¿Qué tal Ben? ¿Qué tal andas? —Dijo el insensible de Joel alzando la mano para que chocaran las manos.
—Bien, bien, ¿y tú? ¿Cómo lo ves? —Dijo Ben chocando la mano de Joel. Ante esta escena, me limité a reír.
—Vaya par de insensibles.—Dije entrando por fin al apartamento.
—¡Alex! ¡Feliz cumpleaños! —Dijo levantándose de la silla y abrazándome con fuerza.
—¡Gracias Benji! —le dije ayudándole a volver a sentarse. Emitió un gruñido. —perdón, ¿te he hecho daño?
—No, pero aún no me acostumbro a que me llames así. —sonreí, él ya no me llamaba Ale, solo Joel, pero Benji sonaba muy cariñoso y cercano.
—¿Y ahora qué?—dice Joel desde el sofá. —Los dos estamos hechos una mierda. No podemos ir ni de coña al parque de atracciones. —hice un puchero por no poder ir, pero al instante me alegré.
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Siempre Fuiste TÚ
No FicciónDejarlo todo atrás y vivir en una nueva ciudad en España para mudarte con unos desconocidos que pretenden ser tu familia. Nunca lo serán. Lo he pasado mal desde el primer día que llegué a Madrid, cuando salí de fiesta con mi amiga. Pero quien iba...