03. Hold Me Tight

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— Tal vez, sólo tal vez... —continuó él, en voz tan baja que, por un momento, me olvidé de que en el mundo había más personas aparte de nosotros dos—...te necesite un poco.

Me quedé completamente callada durante los segundos que nos envolvieron a continuación. Al igual que él no esperaba que yo admitiera mi cariño hacia él, yo tampoco esperaba aquel gesto que tuvo conmigo. Me aclaré la garganta, mientras volvía a sentarme en la silla libre que quedaba entre la cama del chico y la ventana, sin soltar su mano. Tenía miedo de hacerlo, por si volvía a perderlo irremediablemente.

— ¿Me dirás qué pasó, entonces? —mi voz sonó dulce, a pesar de que era un manojo de nervios en aquellos instantes.

El chico bufó y entornó los ojos, como si aquella situación siguiera molestándole. A pesar de ello, no rebajó la fuerza con la que sujetaba mi mano. Eso, al menos, alivió un poco mi dolor.

— Ya te lo han contado, ¿no? Drogas —concluyó.

— ¿Qué tomaste? —intenté indagar. V cabeceó, como si se tratara de un niño que no acepta que su madre le regañe. Apoyé los codos encima de la cama y sostuve su mano libre entre las mías, para apoyar los labios sobre ella. Miré atentamente la forma en la que dirigía los ojos hacia mí y ladeaba la cabeza, como si aquella imagen le resultara tierna. Suspiró, dándose por vencido.

— Crack.

— ¿Y?

— Alcohol. Vodka, Whisky... lo normal —se quedó dubitativo, por lo que esperé a que prosiguiera. Chasqueó la lengua—. Y bueno, marihuana —hizo una mueca.

A aquellas alturas yo ya no sabía si reír o llorar. Tenía claro que de vez en cuando se drogaba, pero nunca le había llegado a ver realmente tocado en ese aspecto, por lo que supuse que no era algo de lo que preocuparse. En ese momento me di cuenta de que, definitivamente, me equivocaba. No sería ni la primera ni la última vez que haría aquello. Se me humedecieron los ojos, pero contuve mis lágrimas. Aun así, mi voz se quebró.

— ¿Eres consciente de lo que podría haberte pasado? ¿De que podrías haber...? —me atraganté con mis propias palabras. No quería pronunciar aquello por si se hacía realidad. Sostuve su mano con fuerza. Su presencia cada vez se sentía más efímera.

— Todos tenemos que morir de algo —rió con amargura mientras me miraba con condescendencia.

— ¿Cómo tienes el valor de decirme eso? —espeté, alzando sin querer la voz. Me dolía verle así, pero más me dolía escucharle. ¿Es que acaso no se arrepentía? ¿Es que acaso había buscado activamente esa situación?

— Soy consciente de las consecuencias.

— ¿Las consecuencias? —solté una falsa carcajada y le miré, realmente enfadada—. ¿Crees que morir es una opción? No entiendo por qué te resignas así...

— Porque ya no tengo nada que perder —me cortó.

— No pienso dejarte que digas eso —me incorporé, sintiendo que perdía los nervios—. Retíralo ahora mismo o te romperé el único brazo que te queda —él rió, pero yo me mantuve impasible, seria.

— Es la verdad. A veces uno tiene que aceptar la realidad, y resignarse —continuó, mirando al frente.

Harta de aquella actitud tan insana, le cogía la cara y le obligué a mirarme. Le forcé, sin ningún tipo de piedad, a que observara cómo mis lágrimas corrían furtivas por mi mejilla por su culpa. Si quería enfrentarse a la realidad, debería hacerlo en todos los sentidos.

— ¿No tienes nada que perder? Bueno, pues yo sí —comencé, furiosa y triste a la par—. ¿Cómo crees que me siento cada puñetero día por haberte apartado de mi vida sin más? Sé que me odias por ello, pero no me importa. Aborréceme, si quieres. Grítame que me aleje de ti y que no necesitas mi ayuda. ¡Insúltame todo lo que quieras! —gruñí—, pero no te atrevas a mencionar la muerte tan a la ligera, porque si tú te fueras de este maldito mundo... —dije con voz queda— yo me iría contigo detrás. ¿Lo entiendes?

Young Forever » TaehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora