23. Desaparecido.

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En la mañana del día siguiente, me levante de la cama con un sentimiento nuevo. Esta vez, tarde más tiempo en notar que no me encontraba en un sueño y que mi cuarto continuaba siendo el mismo. Alargué el brazo hacía el teléfono que descansaba sobre la mesa de noche y fijé mi vista sobre la pantalla del aparato. La noche anterior, después de que todos los sucesos hubieran dado fin y por ordenes de Scott regresara a mi casa, tomé la decisión de escribir un mensaje hacía Liam, esperando que todo lo ocurrido opacara la pelea que habíamos tenido minutos antes. Liam había ignorado el último mensaje de anoche. Así como los cuatro anteriores que había mandado durante el camino a mi casa. Marque una mueca sobre mi rostro y dejé el celular donde se había encontrado toda la noche. Estaba a pocos minutos de verlo nuevamente dentro de la escuela, donde aún que Liam no lo deseara, teníamos que encontrarnos.

Para cuando baje al comedor, mi abuela ya se encontraba a lado de mi padre. Mi ceño se había fruncido ante la súbita visita pero ambos ignoraron mi presencia. A primera vista, parecía que compartían recuerdos de un álbum de fotos que había estado dentro de una de las cajas de mudanza. Me pareció extraña la actitud que había cobrado mi abuela durante la última semana, había comprendido que todo ello era una consecuencia de presenciar su nombre sobre una lista de muertos. La mujer en el fondo realmente pensaba que iba a morir. Si ella ya se había rendido, ¿qué esperanzas restaban para mí?

Los pasos sigilosos sobre el comedor no me sirvieron de mucho. Había transcurrido poco cuando los adultos notaron mi presencia y comenzaron a inundarme con preguntas carentes de importancia. No podía hacer más que responder a todo ello y devorar con rapidez la tostada que colgaba sobre mis manos. Fue entonces cuando el teléfono sonó arriba de nuestras cabezas. Mi corazón latió con dureza y fue en un instante en que llegué nuevamente donde lo había dejado. Deje mis esperanzas abajo cuando noté que el nombre que me llamaba no se trataba de Liam. Sin embargo, era su amigo, y sus llamadas nunca eran de otra cosa que no fuera Liam.

- ¿Qué pasó Mason? – pregunté.

- ¿Está contigo Liam? – respondió con otra pregunta. Giré la mirada hacía el denso bosque que había frente a mí. No había señales del chico. Al menos no a metros de mi casa.

- No me ha respondido desde ayer. Pensé que estaba enojado conmigo o algo.

- Si, lo está – soltó Masón. Noté el tonó de preocupación que inundaba su voz – pero esta mañana salimos a correr. De un momento a otro se adelanto y no pude alcanzarlo. Desde entonces no tengo noticias de donde está.

- Oh, Dios...

- ¿Sabes dónde puede estar?

- No... pero no puede ser ningún lugar bueno.

{...}Para el momento en que llegamos a la oficina del entrenador, yo ya me encontraba desanimada. Mi vista cayó sobre el rostro de Scott, pero esté la ignoró por completo. Aún cuando era una pérdida de tiempo preguntar por Liam, Scott no quería saltarse cualquier opción.

- Lo siento, chicos. Liam no vino a mi clase. No lo sé, tal vez está enfermo... como yo.

- Liam no sé veía enfermo mientras corríamos – susurro Mason dando la espalda al entrenador.

- ¿Cuántas veces has intentado hablarle? – me preguntó Scott. Encogí la mirada y miré en mi teléfono.

- Con la última cuentan quince. Deberías probar tú. No está muy alegré conmigo.

How long? (Teen wolf)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora