「 9 」

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Nota mental, Natsu puede resultar igual que su padre. Cuando habla puede tener la habilidad de convencer a las personas y una de ellas es mi mamá.

— No se preocupe, de todos modos mi hermana estará en casa— Sonrió caballeroso.

De un momento a otro terminaba mi pequeño bolso y salía de casa. Natsu estaba apoyado en su auto, avanzó y llevó mi bolso al maletero.

— ¿Esto es como una rehabilitación?— mascullé viendo el suelo.

— Veamos si funciona— cerró el maletero de golpe.

Lo noté algo desanimado, quizás nervioso. El camino nunca se me había hecho tan corto, estuve cabizbaja todo el tiempo.

No quería bajar, estaba intranquila. Él golpeó el techo del auto para que bajara y cuando lo hice divisé en la entrada a una chica de cabellos rojos, más intenso comparado con el señor Igneel, hasta la sangre podía ser pálida en contraste con ella.

Como si me conociera de toda la vida se acercó a saludarme, mientras un Natsu puso los ojos en blanco. Contuve mi risa por respeto.

— Así que eres la hija de Layla, ella es una gran ayuda para mi padre— movió su cabello a un solo lado— Erza, un gusto.

— Lucy, el placer es mío.

— Ya lo sé, Natsu habla de ti todo el tiempo— Miró a su hermano quien estaba inexpresivo.

— Si lo hiciera estarías en la lista negra de Erza— Soltó con un tono de seriedad.

— Aun no tengo razones para juzgar mal, además ella te ayuda a estudiar ¿No?— Natsu resopló y cuando Erza no le podía ver comenzó a hacer caras graciosas.

Me limité a aceptar su hospitalidad, vestía algo desordenada. Short de mezclilla, pies descalzos, una polera negra sin mangas, su cabello algo alborotado.
Algo muy distinto a fotos que abundaban de ella por los muros de su casa.

— Tu habitación será esta— Abrió una puerta del segundo piso. Era un cuarto muy amoblado para su tamaño.

Una cama de dos plazas, podía distinguir sábanas blancas. Una televisión pequeña, un ropero vacío pero con sábanas extra. La habitación era de un color grafito suave.

— D-Debo desempacar— dije improvisando, no quería que se sintiera mal por no decir nada— Gracias.

— Cuando termines ve a mi habitación— Asentí y cerró la puerta.

Abrí la ventana en lo máximo posible, movi las cortinas dejando que un tibio sol entrara.
Saqué mi ropa y la puse en un armario, nada mal para tan poca prenda que traje.

Tarde treinta minutos ordenando cuando toqué la puerta de Natsu, antes de dejarme entrar miró a todos lados.

— ¿Para que me querías?— Me sentó en la cama y se agachó a mis pies.

Sin quitar una cómplice mirada, rozó mi pierna provocando un escalofrío.
Debajo de la cama, levantó la alfombra. Había un compartimiento donde sacó una pequeña caja de madera.

— Ábrelo— Lo puso en mis manos pero necesitaba una llave.

De si cuello quitó un collar donde estaba la llave.
Al abrirla, Natsu se dirigió a la puerta y cerró con pestillo.

— Son tus... dosis— Hablé nerviosa al ver el contenido.

— Pocas si lo comparo con otras veces— Pasó su mano por el pelo y nuevamente estaba agachado.

Tomó mi mano y la llave para hacer que la empuñe.
Noté la falsa sonrisa en él, no creo que esté dispuesto a hacerlo.

— Oye, si no quieres podemos cancelar todo esto— Se me ocurrió tocar su cabello, una parte de mi quería hacerlo.

『 ADDICTION! 』 »Emisión«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora