Capítulo 1: Bienvenidos al Instituto.

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     —Esta es la misión que él me asignó —comentó una voz misteriosa, varonil y perversa. Esta persona se encontraba en una especie de cueva, siendo cuestionado por dos generales del ejército de Xelesia. El hombre continuó: — Si quieren recibir beneficios, deberán hacer lo que les indique, sin rechistar.

     —¿Y tú quién te crees que eres? —preguntó un general.

     —Soy la esperanza de un nuevo amanecer —respondió la voz misteriosa—. Enemigo de Xelesia por razones personales, no busco más que cumplir con la misión que se me ha encomendado.

     —No lo entiendo, ¿eres uno de esos a los que llaman gamurios? —preguntó otro general.

     —No es así. He nacido en estas tierras, por desgracia. Pero estuve en presencia del mismísimo Asimor, quien me pedía que ayudase a encontrar las turmalinas.

     —¡Ja! ¿y en verdad esperas que te creamos todo ese chiste? —preguntó el primer general mientras se burlaba del hombre.

     El misterioso sujeto continuó con una actitud seria, y cambiando el tema, preguntó: —Ustedes dos están en contra del Arkutrig, ¿no es así?

     Ambos generales se vieron a los ojos, pero no respondieron nada.

     —Sus acciones los delatan. Si realmente me consideraran un enemigo de su reino, habrían intentado deshacerse de mí desde hace unos instantes.

     El primer general volteó a ver al hombre con una mirada seria y le preguntó: —¿Qué esperas de nosotros y qué pides a cambio?

     —Solamente espero que acaben con el Arkutrig. Así podré hacerme con la turmalina. Lo que hagan después con el reino será problema suyo.

     —¿Cómo podemos saber que no mientes? —preguntó el segundo general.

     —Sencillo. Estoy dispuesto a firmar un contrato plásmico con ustedes para entregarles parte del poder que se me ha encomendado, a cambio de que se acomoden al plan. ¿Tenemos un trato?

     Ambos generales se tomaron su tiempo para discutirlo. Tras pensarlo bastante, accedieron a la propuesta del hombre. Entonces, el primer general preguntó por el contrato. El sujeto sacó un rollo que tenía guardado tras su capa y leyó el contrato de forma justa, sin saltarse ni una sola parte. Dicho contrato explicaba de manera más clara las intenciones del hombre y el plan que tenía para obtener la turmalina.

     —Vuelvo a preguntar —dijo el hombre misterioso. Sus ojos se tornaron de un color carmesí brillante que asustó un poco a los generales, quienes lograron sentir la gran cantidad de plasme que dicho sujeto poseía—. ¿Tenemos un trato?

     —C-claro —respondió temeroso el primer general y firmó.

     —Por supuesto. Nadie sería tan tonto como para dejar pasar una oportunidad especial como esta —respondió seguro de sí mismo el segundo general mientras firmaba.

     —Muy bien —comentó el hombre—. Ahora que han aceptado este contrato, ambos serán mis fieles sirvientes. Es mi turno de cumplir la parte del trato.

     El hombre sacó rápidamente una ballesta, y recubrió una flecha con parte de su plasme. —Sólo dolerá un poco —mencionó con una sonrisa macabra en su rostro. Al instante, disparó la flecha al primer general, quien cayó al suelo y comenzó a convulsionar.

     —¿Eso es normal? —preguntó el segundo general.

     —Es sólo una reacción causada por su desconfianza. Dentro de poco se le pasará.

Racers Travels: Despertar (Versión 2020)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora