Capítulo 4: El Plan del Arkutrig.

48 5 1
                                    


Como la mayoría de soldados no estaba al tanto de las intenciones de Lord Daron con los tres estudiantes, obligaron a Barnabas, Kev y Arthur a elaborar las puertas. Ellos sabían que tenían que actuar como si fueran los responsables y mandaron los repuestos en los que habían estado trabajando. La noche que enviaron su trabajo, el arkutrig bajó personalmente al piso donde estaban las celdas de los tres estudiantes.

     —¿Escuchas eso, Barnabas? —preguntó Tara—. Alguien entró.

     —Me pregunto quién podrá ser —respondió Barnabas intrigado.

     —Arthur, Barnabas y Kev —dijo el arkutrig—. Tengo algo que decirles.

     —¡Lord Daron! —respondió Arthur bastante emocionado—. ¿Qué lo trae a vernos, majestad?

     —Estuve pensando en una en una manera de sacarlos de aquí, pero para eso necesito que entrenen. No puedo privarlos tanto tiempo de sus entrenamientos como Racers, así que delegaré a Arthur como su instructor. A este piso sólo pueden bajar personas enviadas especialmente por mí, por lo que mi asistente, Leanne, será quien se encargará de traerles su comida.

     —¿Eso quiere decir que nos liberará?

     —Correcto, Arthur. Podrán utilizar todo este espacio para entrenar. Les haré llegar algunas armas y maniquíes para que lo hagan, pero procuren no hacer demasiado escándalo, ¿entendido? Confío en ti para que les enseñes el arte de la batalla.

     —Entendido, majestad —asintió Arthur al mandato—. Haré lo mejor que pueda.

     Tras escuchar las palabras del arkutrig, Tara se puso más nerviosa de lo normal, y pronunció bastante intranquila: —Barnabas. Debes prometerme que no te alejarás de tu celda.

     —¿Por qué? —preguntó Barnabas.

     —¿En serio tengo que explicártelo siempre? —preguntó Tara un poco fastidiada—. Si estás cerca de aquí, aunque te derroten o yo pierda mi energía, podré tomar mi forma física dentro sin tener que mostrarme a los otros dos. Yo te indicaré cuando me esté quedando sin energía haciendo que tu plasme se potencie un poco. Cuando sientas dicha carga, acércate a la celda y nos evitaremos problemas.

     —Claro, intentaré hacerlo —respondió Barnabas.

     Terminando su plática, la cerradura de la celda de Barnabas sonó como si se estuviese abriendo. Tara rápidamente se dispersó y en seguida, el arkutrig abrió la puerta.

     —Podría jurar que hablabas con alguien —comentó el Arkutrig Daron.

     —¡E-es algo que hago cuando estoy aburrido! —respondió Barnabas bastante nervioso—. ¡Me pongo a hablar conmigo mismo, majestad!

     —Qué extraño... continuó el arkutrig—. Bueno, si te funciona a ti, supongo que yo también debería intentarlo, ¿no crees?  —Arutrig Daron se rio mientras dejaba la cerradura de la puerta abierta. Este sintió un alivio cuando el monarca se fue y al momento todo se volvió silencioso, por lo que tanto Barnabas como Tara se acostaron a dormir.


     Al día siguiente, durante el entrenamiento de armas, Ulysses se enfrentaba nuevamente a Andemis en un duelo de espadas. La profesora Argreth estuvo supervisando la batalla, corrigiéndoles hasta los más mínimos detalles:

     —¡Toma! —gritó Ulysses mientras intentaba asestarle un tajo a Andemis.

     —Wolfus —comentó la profesora—. Hay que tener más cuidado con esa técnica. Te falta más velocidad. A este paso, Andemis podría esquivar hacia atrás, patearte la mano y hacer una estocada como contraataque. —Mientras pronunciaba dichas palabras, la profesora hizo unos apuntes en una libreta y se dirigió a todos los alumnos—. Bien, chicos. Eso es todo por el entrenamiento de hoy.

Racers Travels: Despertar (Versión 2020)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora