Capítulo 11: Despertar.

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El estruendo que causó la víbora al salir hizo que escombros cayeran en la cueva en la que se encontraban Barnabas y Tara.

     —¡Tara! ¡Cuidado! —Dijo Barnabas mientras corría hacia un pasadizo sin salida. Tara se había quedado congelada viendo cómo se desintegraba la cueva en su cabeza. Al estar lejos de Barnabas, fue transportada hasta donde él. Barnabas tropezó con una piedra y cayó al suelo, haciendo que al aparecer, ella se tropezara con su pierna y le cayera encima.

     —¿Estás bien, Tara? —preguntó.

     —Sí, gracias —respondió Tara—. Aunque dudo que me pudiese pasar algo de todos modos. — Luego, volteó a ver a todos lados y no divisó ninguna salida. Los escombros que cayeron los habían dejado completamente encerrados. —¡¿Y ahora cómo saldremos de aquí?!

     —Hmmm... buena pregunta.

     Axel y el Príncipe Hans seguían batallando arduamente contra Ferdinand y Murdock. Las chicas finalmente lograron preparar el hechizo.

     —¡Axel! ¡Príncipe Hans! —exclamó Agatha—. ¡Necesitamos que los mantengan quietos!

     —Bien —respondió Axel—. Príncipe Hans, necesito que me ayude a encerrarlos para que yo pueda atarlos con mis raíces.

     —Claro. Eso haremos.

     Ferdinand vio un arsenal cerca. Con su gancho eléctrico, logró tomar una espada y una lanza. Le dio la espada a Murdock y ambos se acercaron a la barrera que el príncipe había hecho y golpeándola con las armas la destruyeron.

     —Demonios, son fuertes —dijo el Príncipe Hans.

     —¿Cómo los detendrán? —preguntó Sophia.

     —Es algo que ellos no entienden ahora —respondió el príncipe. Luego sonrió y pronunció unas palabras: —¡Armas, obedezcan! —Como las armas estaban cubiertas con plasme de hielo, automáticamente reaccionó y comenzó a recorrer sus cuerpos, congelándolos a la mitad.

     —¡Axel, ahora!

     Axel invocó sus raíces, las cuales se extendieron sólo un poco, pues ya estaba algo agotado.

     —¡Resiste, Axel! —exclamó Sophia y enseguida invocó un hechizo para restaurarlo.

     —¡Gracias, Sophia! —Las raíces pronto siguieron creciendo y agarraron de manos y pies a Murdock y Ferdinand. —¡Ahora, chicas! —indicó Axel.

     Agatha y Danielle invocaron un hechizo: —¡Lightya: exorcismo!

     El hechizo que tenía a Ferdinand y Murdock los liberó finalmente. Ellos estaban abatidos.

     —Tienen... —dijo Ferdinand bastante debilitado—. Tienen que ayudar a los demás. Aún quedan otros infectados.

     Ambos hijos de los capitanes quedaron tendidos en el suelo. Danielle los volteó a ver. —Ah... me voy a odiar por esto. —Luego, tomó uno de los libros de curación e invocó una runa de luz, la cual los curaría paulatinamente. —Bien, vámonos.

     Axel y el príncipe las ayudaron a guardar los libros nuevamente en la bolsa. Se levantaron y fueron a buscar al resto de Racers para asistirlos.

     Lawrence y Anton estaban caminando juntos. Habían encontrado una insignia ya e iban comentando sobre eso.

     —Aún no puedo creer que hayamos caído ante el poder de la belleza —dijo Anton bastante desairado.

     —Fue tu idea —reprochó Lawrence—. Si no es porque encontramos una de esas con nuestros propios ojos, ni siquiera nos damos cuenta del fatal error que cometíamos al buscar esa cosa toda deforme.

Racers Travels: Despertar (Versión 2020)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora