Capítulo 4: Caleb Coin

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     Ya los picos habían llegado al final, habían pasado un río de sangre. Lo cual le causó nauseas. La corriente de río era tan fuerte que arrastró a Caleb. Gritaba pidiendo ayuda pero lo único que lograba era tomar de esa sangre. Darwin y Sherry trataron de ayudarlo pero sin éxito.

     Caleb miraba como Sherry y Darwin corrían en forma de lobo para buscar el momento indicado para ayudarlo. En ese momento comenzó a escuchar esas voces que susurraban su nombre. Volvieron a emanar las voces en su cabeza, aunque no era del todo cierto. Las voces comenzaron a emanar y decían su nombre pero no estaban en su cabeza.

     El río de sangre desembocaba en un mar que no tenía fin. Caleb retomó sus fuerzas y nadó hasta la orilla. Ya fuera respiró hondo varias veces antes de incorporarse.

      –Señor –exclamó Darwin aliviado –, ¿se encuentra bien?

     –Sí –dijo muy cortante –, y no fue gracias a ustedes.

     –¡Tratamos! –chilló Sherry –. ¡No sea insolente!

     Caleb rodó los ojos. No quería contestar porque las voces cada vez sonaban más fuertes. Ya no susurraban, ahora hablaba en un tono normal.

     –¿Por qué dicen su nombre? –preguntó Darwin observando el lugar de donde provenía el sonido.

     –No lo... –una criatura sorprendente hizo que se quedara sin habla. Una criatura flotante de unos treinta centímetros de un color blanco con dos puntos negros superiores que deberían ser sus ojos, le indicaban a Caleb que lo siguiera –. ¿Alguien más lo ve?

     –¿Qué cosa? –preguntó Darwin tratando de observar cualquier indicio que llamara su atención.

     –La extraña criatura que pide que lo sigamos.

     Sherry miró con preocupación a Darwin y este simplemente se encogió de hombros. Caleb caminó hacia la criatura, Sherry y Darwin lo siguieron, y se adentraron en el bosque oscuro que repetía el nombre de Caleb una y otra vez.

     Cada paso que Caleb daba hacia la criatura, ella se alejaba. Realmente le estaba guiando el camino, pero... ¿A dónde? Caleb sentía que podía confiar en esa extraña criatura, y mientas se adentraban más al bosque las criaturas demoniacas y deformes gritaban el nombre de Caleb.

     ¿Sí nadie los pudiera escuchar aún dirían su nombre? Caleb no sabía que responder a eso. Seguramente no, solamente lo hacían cuando estaban en su presencia.

     Solo se dignó a seguir a la criatura blanca e ignorar a los que gritaban su nombre. Aunque eso no evitaba que de vez en cuando, no se sobresaltara porque alguno le gritaba en el oído.

     Notó que Sherry lloraba por el miedo. Darwin la abrazaba para reconfortarla pero no servía de mucho. Llevaban aproximadamente seis minutos caminando, y ya no había forma de regresar porque no se lograba ver el camino.

     Dentro del bosque no se veía la niebla rojiza y naranja pero tampoco se lograba ver nada.

     La criatura blanca de repente desapareció. Caleb entró en pánico, al igual que sus dos acompañantes cuando miraron su cara de preocupación, ¿cómo saldrían de aquel espantoso bosque?

     Sherry comenzó a gritar porque algo halaba de ella. Caleb y Darwin la ayudaron a zafarse y se colocaron los tres muy juntos para evitar que se llevaran a alguno. Al fin y al cabo, esa criatura blanca era una trampa.

     –¿En dónde está lo que venias siguiendo, Caleb? –preguntó Darwin sin soltar a Sherry, ni a Caleb.

     –Desapareció.

Las Aventuras de Caleb Coin: Arrástrame al InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora