Celeste estaba al pie de las escaleras admirando aquel hermoso lugar, lleno de personas hermosas.
El lugar era enorme, y estaba lleno de vampiros por todos lados. Hacia su lado izquierdo había una mesa con embaces de cristal con un líquido rojo dentro, podía olerla y le parecía apetitosa, y a su lado había docenas de vasos servidos. Tal vez si lo tomaba de esa forma sentiría menos remordimiento.
–¿Quieres un poco? –Oliver la había pillado observando con deseo los vasos. Y en un movimientos rápido se alejó y reapareció a su lado sosteniendo el vaso; y se lo ofreció –. Ya he tomado suficiente, es para ti.
–Nunca es suficiente para mí –dijo un hombre detrás de ellos. Oliver se volvió con una enorme sonrisa y abrazó al hombre, como si no lo hubiera visto desde hace eones.
Celeste volvió la mirada. Era Kilian, se atrevía a decir que era mucho más guapo que Leonart, pero aún así amaba a Leonart, ¿no era así?
Ella nunca se había enamorado de alguien hasta que conoció a Leonart. Leonart era su razón de ser, pero no le gustaba depender de él, ella era suficientemente fuerte como para defenderse.
–Te conozco de algún lado –Kilian se dirigía a ella, mientras la observaba pensando.
–Sí –le sonrió Celeste –. Soy la..., perdón, Leonart me presentó con usted.
–Claro –dijo después de pensarlo un poco –. Celeste, ¿no?
Celeste asintió.
–¿Conoces a Leonart Grace? Un buen amigo mío –comentó Oliver.
–Sí, estaba comprometida con él –dijo bajando la cabeza.
–Yo que quería besarte.
Celeste levantó la cabeza velozmente, para mirar a Oliver que había perdido su sonrisa. Ella trató de decir algo, pero no sabía exactamente que decir en este caso. Oliver volvió a sonreír pero no con el mismo brillo en su ojos.
Oliver se mostró interesado en su vida. Se sentaron en unas sillas de madera al fondo, y le contó como se conocieron Leo y ella, como vivieron una aventura juntos para ir al Reino Fugaz, como se arruinó su ceremonia de boda por culpa de las criaturas de humo y fuego, hasta llegar el momento en que la descubrió en el río de sangre.
Él simplemente escuchó todo la historia que Celeste le iba contando. De vez en cuando reaccionaba sorprendido por lo que ella decía, y a veces reía. Se sentía en confianza con él, era un buen amigo y sabía escuchar.
–Ahora tu turno –le dijo Celeste al terminar de hablar –. Dime tu historia.
–¿Desde el principio? –preguntó alzando su ceja con picardía. Celeste sonrió mientras asentía –. Bueno, ¿por dónde comenzar? Recuerdo que éramos mi padre, mi hermana Olivia y yo. Yo era un granjero común y corriente, vivíamos en una enorme granja, cultivábamos nuestros propios alimentos y criábamos animales. Era vikingo, y las tierras donde crecí eran hermosas pero llenas de peligros.
»Mi padre nos mandó a recolectar ciruelas a Olivia, y me ofrecí a acompañarla; y a veces agradezco haber tomado esa decisión. Olivia y yo íbamos cantando canciones vikingas –sonrió apenado –. Solo faltaban tres días para el cumpleaños doce de mi hermana, y siempre llevaba para todos lados su regalo en el bolsillo. Sabía que si lo dejaba en algún lugar, simplemente lo olvidaría.
»Me desvió –se dijo a sí mismo sacudiendo la cabeza–. Mientras ella recolectaba las ciruelas, yo jugaba con su regalo en mi bolsillo. Aún recuerdo la sensación de tener ese regalo entre mis dedos. Escuché que Olivia gritaba, así que me incorporé lo más rápido posible y seguí el grito. Quería ser valiente, por esa razón no pedí ayuda. Pero puedes ver como terminó –levantó las manos para indicar todo él.
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Las Aventuras de Caleb Coin: Arrástrame al Infierno
AventureSAGA COIN 3 En esta tercera parte Caleb Lawrence Coin sufría físicamente por el dolor en sus venas y moralmente por culpa de las voces que le susurran desde la oscuridad. En la víspera de la boda de su única hija ocurre una tragedia que hará que Cal...