Capítulo 6: Caleb Coin

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     –Tengo tanta fe en ti –Charles unía sus manos en el pecho –. Sé que eres el elegido, eres el aventurero de la profecía.

     –Dime padre –habló bajando sus manos, y pidiendo a sus acompañantes que perdieran su posición de ataque. Charles sonrió, y sus ojos azules resplandecieron mágicamente, y con una voz de ultratumba pronunció la profecía que tanto Caleb quería escuchar:

Los cuatro elementos sobre un aventurero recaerán

De progenitor demoniaco será

Al infierno, en busca de algo preciado, llegará

Podría acabar con su vida y con la de los demás

Y solo venciendo al mal sobrevivirá

     Caleb repasó la profecía en su mente. Extrañamente estaba ocurriendo. El primer verso estaba correcto Los cuatro elementos sobre un aventurero recaerán, ya había sentido el fuego y el agua entre sus manos, ¿podría también controlar el aire y la tierra? Sería asombroso. El segundo, era mucho más claro y obvió De progenitor demoniaco será, su padre era un demonio, y por sus venas corría la sangre del mal.

     El tercero verso sin duda se refería a su hija Al infierno, en busca de algo preciado, llegará, por su mente pasó el momento cuando el suelo se abrió por la mitad y las criaturas de humo y fuego salieron y se la llevaron; sintió unas pulsadas de culpa.

     El cuarto verso era temerario Podría acabar con su vida y con la de los demás, si hacía algo mal no solo lo pagaría él, sino posiblemente Darwin, Sherry, Celeste, Leonart o hasta Emma. Y solo venciendo al mal sobrevivirá, ¿a qué mal se referirá? ¿A su padre o a sí mismo? ¿O algo mucho más peligroso?

     Caleb respiró hondo. Charles estaba justo enfrente de él y lo miraba directamente a los ojos.

     –Juguemos mi juego favorito Vía Peligrosa –dijo sonriendo –. Tú contra mí.

    Sin esperar una respuesta de Caleb se volvió emocionado, y con un movimiento del dedo volvió a sus acompañantes de piedra y los encogió a unos diez centímetros. Caleb preocupado corrió hacia donde estaban sus acompañantes de un tamaño inferior a sus dedos y duros como el acero.

     –¿Qué has hecho? –le gritó Caleb, cuando volvió la mirada hacia su padre este le tocó la sien y se desmayó.

     Al despertar observó que estaba sentado en una silla, aún al aire libre y sobre una mesa, que estaba enfrente de él, había un tablero con treinta casillas. Se incorporó, y buscó las figuras de sus acompañantes pero no las localizaba, ya que del otro lado de la mesa Charles Lawrence las tenía en su palma.

     –Escoge a uno de tus amigos, hijo mío –Charles le sonreía.

     Caleb renunció a hablar y solo alargó su brazo y señaló la figura en forma de lobo de mayor tamaño, sin duda tendría que ser Darwin. Charles sonrió y apretó la figura dentro de sus manos hasta volverla polvo.

     Sintió una pulsada de culpabilidad. Darwin ahora estaba desecho, ¿cómo volvería a la normalidad? Y respondiendo a su pregunta Charles dejó caer al suelo el polvo gris que al estar al contacto con el suelo se convirtió en su amigo, quien tosía como si le faltara el aire.

     –Bien –dijo después de indicarle a Darwin que se sentara en la silla si no quería ver muertos a los otros dos que aún eran diminutos y de piedra –. Las reglas son simples. Usen este dado –les lanzó un cubo que tenía seis caras, ellos lo desconocían, y cada cara tenía un número entre el uno y el seis –. Yo seré el demonio –señaló un figurita que apareció sobre el extremo del tablero donde se leía la palabra Salida –. Tú será el chico –se dirigía a Caleb mientras desaparecía la figura de su palma y reaparecía en el tablero justo al lado de la figura demoniaca –. Y tú, serás la loba.

Las Aventuras de Caleb Coin: Arrástrame al InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora