Segunda parte - Enloquecer
Enloquecer en cierto modo es sano, o tal vez no es malo pero tampoco es algo muy bueno, pero hace de la vida un sitio más lindo, creo. Así entendí que aquel imán de mis besos era un estabilizador de locura y con cada roce un fuerte impulso tocaba a la puerta cada vez más altanero. Era un símbolo, supuse, una señal para hacerme saber que había de moverme; de huir de aquel sitio. Así desconectamos nuestras almas y tras alejar mi mirada vi la tuya, tus ojos ya no querían atraparme, ya no me condenaban; eran amables pero parecían que iban a bañarse en salados mares, ¿La paz es tan cruel?, me pregunté. Nuevamente como un ave volé a un par de acolchonadas montañas en donde quedé perdido por un tiempo; necesitaba descansar, recuperar el aliento que de alguna forma ya no era mío, pues así como el tiempo que te di, también te regalé el aliento, mi sudor y sangre puesto que yacíamos allí como dos guerreros luego de una ardua batalla y una colosal derrota, mas habíamos ganado la paz.
El problema es que llegar a aquellas montañas me resultó complicado; ojalá fuera un ave y no tuviese que volar en metáforas sino realmente batir alas al cielo y saludarlo de cerca y así llegar antes y rápido a cualquier zona de tu cuerpo; tu mundo, pero no importaba; habíamos ganado la paz.Así que lo celebraste tocándome, aquellas garras con la que derrotaste a las sábanas apretaban mi espalda mientras lentamente, entre el silencio, nuestra respiración danzaba a la luz de la oscuridad pues nos guiamos por los sentidos aquella noche; y yo como un caballero cortejé las montañas con mis labios, las acompañaba para hacer que danzara tu mundo.
Parecía que llovía en aquellas montañas mas no era más que mi saliva y sudor que humedecían el pecho, el torso de tu mundo, y todo volvió a ser un caos en el cual, esta vez, tú te perdiste y yo fui el guía; aquel que mostraba el camino al caos.Fui criado con el canto de la buena educación por una mujer con nombre de ángel entonces abandoné el torso de tu mundo para ir al ombligo; para dejarte respirar. La temperatura de mi cuerpo me cotejó con un volcán, y yo que creía que éramos energía finalmente descubrí que éramos fuego. Y así como un bosque en un incendio forestal; así como lloran los árboles con sus hojas ardientes en la noche dibujando un rojo pasión y tristeza nos fuimos acercando al sol de una forma poética y un tanto tétrica ya que la noche nos abrazaba más que a nosotros mismos pero éramos estrellas. He llegado al espacio exterior de la pasión, me dije.
Entonces recordé quién soy; qué soy: Un nómada.
He de decirle adiós al ombligo del mundo cálido que visitaba para expiar mis pecados en tus cordilleras al subir nuevamente mientras la conexión volvía a realizarse, de ese modo nuestros cuerpos volvieron a danzar como pequeñas hojas en un lago; flotando en la tranquilidad del caos que nos rodeaba; se encontraba en la almohada, en las sábanas, en las frazadas, en tus ojos y en los míos. Otra vez, parecía que estábamos en una especie de ciclo; un bucle rutinario, en el que la respiración cada vez era menor y más agitada pero las palabras, los sollozos gemidos, los impulsos y las caderas que se quiebran volvían a la marcha.Tal vez no era un nómada, tal vez era un viajero errante pero sí deseaba quedarme en algún lugar, tal vez todo era culpa de tus ojos y su trampa; eran la cárcel de mis deseos, pensé. Y como he oído por ahí: "...Un hombre solo no puede salvarse..." entiendo que te necesito, pero lo más importante: Te amo.
Es por eso que tu voz parece quebrarse porque sé que el sentimiento es mutuo.
Y de vez en cuando sollozo también yo, pues cada movimiento de mi cadera crea más de un sentimiento dentro de mí. Pero soy un lobo viejo y he de probar cosas nuevas antes de morir. Por eso creé otra desconexión, esta vez para visitar aquellos lugares que, como todos, si bien conocía, quería conocer nuevamente. Así bajé a un pecado diferente, a un lugar ardiente, al motor del caos, a la zona más peligrosa en la que un hombre o mujer puede estar, a donde las espadas se quiebran ante la pasión, a donde los pensamientos se pierden en un universo hermoso de colores y aromas apasionantes y ahogantes, llegué finalmente a dónde hacía conexión tu cuerpo con el mío. Comencé a acariciarlo. La humedad de todo tu cuerpo por el sudor no se parecía a aquello. Si bien había recorrido esas zonas, algo me hacía olvidar lo caóticamente hermoso que era estar allí, lo que era sentirte plenamente mientras todo el mundo se retorcía a nuestro alrededor como si alguien estuviese jugando con nuestra realidad. Pero, ¿Por qué hablo yo de realidades si lo único que importaba era nuestra real fantasía de aquel momento que sí existió pero nos hacía perdernos entre nuestros gritos ahogados y callados? Esa era nuestra realidad: Un sueño en vida.
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Cuentos cortos y pensamientos largos
RandomEmbarquémonos en mi visión del amor, la ira, la rutina, el cariño, lo bueno y lo malo entre otros aspectos que marchitan y florecen al ser. Se trata de una compilación de pensamientos acerca de diversas cosas en diferentes etapas de mi vida, además...