VIII - Poemas, rimas y otras vueltas

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I – Amor musical

El ser es incapaz de demostrar con palabras el amor, pero tus latidos dictan notas contenidas en tus pálpitos creando así, ante toda agonía y todo pronóstico, una pieza musical capaz de enredar mis pensamientos en una cadena impalpable. Y puede ser por eso que a veces suspiro tras cada abrazo, algunos le llaman cariño pero el suspiro no es una palabra, tus pálpitos no lo son, el abrazo tampoco. No quiero andar con rodeos: Te amo.

II – Rimas a nuestras tumbas

Cuando sentís que todo se derrumba, que el amor que se sentía se tumba,
es porque hace falta un equilibrio para soportar cada martirio.
Y es un tanto agónico el pensar en arreglar las cosas cuando uno de los problemas es el simple hecho de ser quién sos.
A la par es cómico cesar en buscar rosas por creer que siempre habrán espinas en las cosas lindas y por eso pensas que eso te pesa más a vos.
El amor es un placer de esos que a veces lastiman y cuando no estás abrazándolo en la cima no sentís nada más que una falaz sensación que te mima.
También es una cadena cuando por miedo te atas a tus penas y a sus penas para no terminar en una condena. Lo curioso es que eso es una condena.
Sí, sonreír ayuda, arregla los malos ratos y a veces borra las dudas.
Pero no solo creer estar bien sirve porque al fin y al cabo, creer y querer son cosas que a veces se pintan a sí mismas como imposibles.
No es hipocresía, no sé que sea. Puede que sea una forma de armonía, algo así como una panacea.

Cansa horrores el tener que estar explicando dolores.
Al final se encuentra un placebo y entre la sangre que aún corre se asoman los predadores.
Y henos ahí: Más dolores.
No quiero sonar fatalista, solo soy realista desde mi punto de vista y he visto que muchos quieren vivir tranquilos y felices, con aromas y colores de muchos matices, pero terminan viviendo tristes e intentando ver otros colores manipulando sus grises.
Oí por ahí que "Sufrir es vivir" entonces, si el sufrimiento inspira, nadie dejará de vivir, por consiguiente, todos buscarán sufrir.

III – Amantes y suicidas

Entiendo que existen altibajos y que el camino nunca es llano, pero entiendo que al caminarlo de tu mano, todo se ve más cálido, más tranquilo.
Sé que no soy una persona perfecta mas lo imperfecto hace la perfección muchas veces; son esas pizcas agrias que le dan un mejor sabor a la mezcla. Aunque gracias a ti, muchas veces no las necesito, todo está bien, tal y como la naturaleza lo pinta.
Te amo; he dicho que no divagaría pero creo que es una habilidad que no controlo, algo de lo que soy inocente por más culpa que me halle a mí mismo.
Somos personas al fin y al cabo y no hemos nacido para amarnos, eso lo fuimos aprendiendo y fue gracias a tus labios, quizás, que comprendí el sentido de la palabra y lo sé por qué no tengo idea remota alguna de cómo expresarla. Los sentimientos no faltan, los labios están ahí, siendo mordidos. La mente se encuentra bogando en un mar alborotado de cariño.
Así siento yo tu amor, como si me asesinara; amo que haga eso.

Está claro: No soy el mejor escribiendo cosas como estas, pero soy bueno usando el corazón.
He ahí, tal vez que siento los dientes filosos de los errores que me carcomen y que siento debo eliminar. Así como un niño, te quiero.
Así como lo que soy, te amo. Y así como persona, te adoro con toda la fuerza que mí ser soporta; con todo el peso de mis penas y mis agonías, juntas con mis alegrías y sonrisas, todo ello lo transformé cual alquimista en algo puro e impalpable: Nuestro amor.
Bueno, al menos el mío.

IV – Aunque ya no estemos

Abrázanos noche elegante, déjanos crecer a tu lado y llegar a ser gigantes.
Rascar el ombligo con nuestros dedos y vivir sin miedos.
Complácenos cielo infinito aunque no creamos en ti, aunque seas impalpable.
Déjalos ver aquello que por mera suerte yo vi, aunque sea inimaginable.
Ve cómo desfilamos a la par de la falsa magia que consumimos, déjanos ser quiénes fuimos.
Mar agitado, con gritos, grietas, mareas altas y gusto agrio y salado, déjanos tomar nuevamente los remos; déjanos vivir aunque ya no estemos.

V – Ático

La celosía del alma es tal vez una atadura cuando no se convierte en arte y solo se usa para esconderse. Ya sea amar o plasmar algo dentro de un límite de posibilidades sin que todo se convierta en utópico, de esta forma se puede palpar, y el hecho de palparlo lo hace todo más real y placentero pero todo desde un punto seguro de nuestra timidez en donde reinamos con paciencia.

Pues el hombre es tímido aún cuando puede asesinar a sangre fría y ver a los ojos a la víctima.
Es un arte que solo algunos comprenden tras haberlo aprehendido, guardándolo celosamente en un ático lleno de habilidades que el ser más oscuro con su pútrida alma puede manipular para su mero placer.

VI – Piedras en el camino

Cuando el paso de un delirio a otro se vuelve fugaz y no nos damos cuenta de qué sucedió, no es que estemos ciegos, es que somos tontos.
Somos como aves en un estado de recolección, como abejas yendo de flor en flor para recolectar su fuente de dulzura en un futuro. Pero todo es simple, una rutina que hace de todo un vaso colmado de las mismas gotas de agua.
Un ciclo sin fin con el único fin de que lleguemos al final del camino y ahí yazcamos en paz en algún yermo sombrío y pacífico. Sin miedos, solo contemplando cómo se cierran los ojos a la par que el cielo se aclarece.

Ahora, ¿por qué somos tontos? Es simple, el tratar de alcanzar algo siendo minúsculos nos hace perder la noción de que es imposible caminar por donde ya caminamos y tropezarnos con las mismas piedras repetidas veces pero lo hacemos, sin embargo, culpamos a la piedra y nos hacemos creer que es la última, siendo ésta la primera desde y única.

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