Es un quizás

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Un fuerte dolor de cabeza se hacía presente en la menor mientras intentaba acostumbrarse a la luz del lugar, vaya... No estaba del todo segura de donde se encontraba, pero al menos podía decir que no era entre aquel tumulto de gente de hace unos momentos... Esperen.

¿Cuánto tiempo llevaba ahí exactamente?

Komaru intentaba ubicarse en tiempo y espacio: Vale, habían pasado un montón de cosas, llegó al concierto y todo iba de perlas, luego pasó lo de la explosión, perdió por completo de vista a Cheko y... No recordaba mucho más allá de ello ¿Qué había pasado? Al fin dejando que sus pupilas se enfocasen, se vio a si misma dentro de una habitación realmente modesta y pequeña, tan solo había una mesa con silla, bastantes libros y cuadernos amontonados alrededor, una lámpara de luz blanca y el futón en el que estaba acostada. No era fea... Quizás un poco desordenada para lo poco que contenía, pero al menos se encontraba a salvo, aunque le costaba creer que todo eso que había ocurrido fuese real.

Al sentarse se dio cuenta que había algo haciendo peso sobre sus piernas, tardó varios segundos de que se trataba de alguien recostada sobre ellas: Era Touko al parecer... ¿O no lo era? Se veía como si tuviese los ojos cerrados ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? Parpadeó un par de segundos hasta notar que se encontraba dormida... La menor procedió a inmediatamente retirarle las gafas de los ojos aunque al parecer el daño ya estaba hecho, pero nada perdía con intentarlo ¿No? Además empezaba a recordarlo todo: Touko... Syo había sido muy valiente, al punto de haberla sacado de aquella pesadilla, no podía creer como lo logró pero así fue, que por cierto ¿Cuánto tiempo había pasado ya? Estaba a punto de alarmarse de nueva cuenta, pero eso implicaría despertarla, y la verdad pensaba que eso sería muy descortés, así que el plan sería esperar hasta que ella lo hiciese por su cuenta.

Mientras tanto se dedicaría a contemplar a su salvadora por un rato: a pesar de muchas cosas, de su despiste en niveles generales con respecto a las intenciones de la humanidad en sí... Komaru siempre había sido una chica mucho más perceptiva de lo que aparentaba, resultaba dolorosamente obvio cuan falla y poca parecía ser el auto estima de la mayor, pero ella honestamente no podía entender el porqué: Tenía una figura esbelta y bonita, que podía ser envidiada por cualquiera de las chicas que conocía e incluso por ella misma, aunque algo le decía que era así de delgada en buena parte por su mala alimentación, quizás esa era en gran medida la razón tras sus ansias de alimentarla... Pero mejor no caer en detalles sobre sus propias acciones, que luego quizás la llevarían a pensar cosas que no eran.

¿O si eran?

En fin...

No solo eso, su color de ojos era muy lindo, también el contraste que hacía su piel con ellos, probablemente era así de blanca debido a su falta de actividad al aire libre, era obvio que se la pasaba encerrada más tiempo del que podía considerarse saludable, a eso le sumábamos sin duda ese bonito lunar en su mentón y... Demonios ¿En qué estaba pensando?

No, en serio ¿Qué pensaba? Era casi como si... Basta Komaru, estabas siendo irracional.

Todo esto lo era, desde el primer segundo.

... Pero ella nunca había sido la persona más lista del mundo, ni la más madura, de hecho... Su impulsividad la había manejado en más de una ocasión, no era como si no pensase las cosas, era solo que... A veces, así resultaba más práctico.

Más no entendía que le veía su cuerpo de bueno a estar inclinándose así de cerca al cuerpo de la mayor, de hecho, prácticamente podía ver ya el largo de sus pestañas, se veían realmente lindas, como si les fuese aplicada mascara a diario, lo cual sería absurdo, de hecho dudaba mucho de que Touko tan siquiera se supiese maquillar...

Descenso al paraísoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora