Temor

836 98 26
                                        



Por unos momentos, a la menor le tomó varios respiros procesar lo que ocurría.

Si bien Touko era mayor que ella y ligeramente más alta, no la había encontrado nunca particularmente fuerte, de hecho ella misma era incluso más "gruesa" que Touko en varios rincones de su anatomía... Sin embargo, aquella chica delgada se las había arreglado para empinarla contra la puerta, aunque, en su corazón, sabía que esa no era la escritora... No del todo al menos.

Sus ojos ahora carmesí la analizaban de arriba abajo, una sonrisa más maliciosa que otra cosa se había aparecido en su rostro, se veía millones de veces más segura de sí misma de lo que podía expresar... En verdad, eso sólo logró que su corazón se acelerase a un punto casi incontrolable ¿Miedo? Quizás, mucho, todo en Touko ahora gritaba peligro, sin embargo no había mucha manera para enfrentársele, después de todo ella misma nunca había sido una chica conflictiva

Al acabar con lo que había parecido una eternidad, que probablemente no se había tratado sino de un par de segundos, mantuvo cautiva a la castaña contra la puerta, sosteniendo firmemente los brazos ajenos por encima de su cabeza.

- ¿Qué tenemos aquí? ¿La señorita cara de papa se aburrió de los hombres? ¡No puede ser! Sabía que estaba dañada, pero no a este punto gyajajaaja – Sin soltarla, se acercó más, demasiado incluso para estándares de Komaru, quién no era precisamente la persona que más respetaba aquello denominado como "espacio personal" – Pero hey, tú no estás tan mal... ¡Al menos no tiene mal gusto! Bueno, nunca lo hemos tenido si me pongo a analizarlo ¿Cómo dices que te llamas, chica de los melones de oro?

- ¿...De los qué? – Ante su pregunta, la mirada ajena pareció afilarse aún más, lo cual hizo que la menor acabara por restarle importancia – K-Komaru... ¿Touko-chan, que ocurre? Ya sabes mi nombre, te he escrito por mensajes incluso, esto no es gracioso...

- ¡Ohhhh! ¡Así que eres la chica de sus sueños! Ya se me hacía familiar tú cara, me preguntaba ¿Cómo leches se pudo imaginar a una tía tan adorable? Y bueno... No es que se la haya imaginado ¡En serio existes! Estoy sorprendida – Aun permanecía sin soltarla, ante la perplejidad de su acompañante, quién cada vez entendía menos de lo que estaba ocurriendo – Bueno ¿No se supone que ustedes las parejitas se cuentan todo? Maldita sea, ya deberías saber de mí, quita esa cara de quién no sabe nada, no deberías tentar a una chica peligrosa como yo~

- ... Es la única cara que tengo ¡Además, no entiendo nada! ¡Te pusiste muy rara de repente Touko! Yo pensé... Que te caía bien – La mirada esmeralda de la menor se cristalizó, lo cual hizo que su captora la liberase de su agarre ¿Quién demonios era esta mujer? ¿Qué hacía su otra yo A SOLAS con esta niña en el departamento? ¿De verdad eran algo? ¡¿Desde cuándo?! ¿Por qué se había perdido estos preciados momentos de acción entre chicas? Muchas preguntas, pocas respuestas, tendría que hacerla escupir.

- Bueno, si tanto quieres saber – De su bolsillo sacó un par de tijeras, el cual no tuvo reparo alguno en posar por encima de la cintura ajena, haciendo que Komaru quedase estática cual se tratase de un mimo - ¡Soy Syo~! La asesina serial con la sonrisa más linda de toda la nación. Ahora, quisiera saber qué demonios haces en mi morada dulzura, no que me queje de la compañía, pero por lo general nos gustan más altos, y con pene.

- ¿Syo? Espera... - Entre cable y cable, Komaru realizó conexiones en su mente... No podía ser, es decir, había leído eso en las noticias, y cuando estaba en primaria era casi un mito urbano - ¿Quieres decir... Genocider Syo? N-No puede ser, tú...

- ¡Biiiingo! Mira, pensaba que las niñas con más de copa C en brasiere eran idiotas ¡Pero pareces ser una chica lista! Ya veo porque la tonta pelo de escoba te escogió para su aventura sexy universitaria, ay Touko, que vamos a hacer contigo...

Descenso al paraísoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora