Cinco

1.6K 151 179
                                    


Martín abrió la puerta del departamento. Dejó las llaves en el pequeño colgador que aparecía de la pared y se limpió los pies en el tapete. Miguel salió desde la cocina, con un paño que se pasaba sobre las manos una y otra vez, y que dejó en el sofá apenas lo vio.

- ¡Es tan tarde! ¡Te esperaba para cenar! ¿Por qué no me avisaste que volverías tarde?

- Ya cené, gracias –dijo Martín, quitándose la chaqueta.

- ¿Dónde comiste?

- En casa de Manuel. Su mamá y su novio me invitaron.

Miguel se dio la vuelta.

- ¿Y no podías... siquiera decirme que ibas a quedarte?

- Lo siento, solo pasó. ¿Podés traerme un mate? Voy a acostarme.

Miguel fue a la cocina en silencio. Cuando puso el agua en el hervidor se quedó pensando, dejó el trapo que llevaba en la mesita y se fue apurado hasta la habitación que compartían. Martín estaba ahí, quitándose los zapatos.

- Manuel ya se fue del hospital. No tienes que ir a verlo más. –soltó, sin pensarlo mucho en realidad.

Martín se enderezó lentamente.

- ¿Te molesta que lo vea? Te recuerdo que soy su médico. Él salió del hospital, pero yo todavía debo verlo y controlar cómo sigue. Él y los niños.

- Si sé y no me molesta es solo que... olvídalo. Estoy bien, no importa. Supongo que haces lo correcto. Ir y quedarte con ese omega sin siquiera avisar.

Martín finalmente dejó salir una sonrisa burlona.

- ¿Estás celoso?

Miguel enrojeció.

- ¡No!

- ¡Lo estás! –chilló Martín, estirado sus manos- Vení aquí, déjame darte un beso.

- ¡No! ¡Dáselo a ese omega! –jugueteó Miguel, yendo de todas maneras. Martín le agarró una mano y lo atrajo a la cama, Miguel cayó y le abrazó del cuello. Rodaron entre las almohadas y las colchas y Miguel se acomodó sobre Martín, viéndolo fijamente.

- ¿Lo estás? –volvió a preguntar Martín.

- Un poco.

- Él es mi paciente.

- Lo sé. Y temo que sea algo más, porque pasas con él tanto tiempo, incluso cuando ha dejado el hospital, ¿puedo confiar en ti, Martín?

- Podés –dijo despacio- Manuel es alguien importante, por todo lo que vivió, por todo lo que me enseñó, quiero ayudarlo...

- Eres tan bueno, Martín –Miguel se escondió en su cuello. Martín enredó sus dedos en el cabello negro.- No quiero que salgas lastimado, porque ese omega está lastimado, no quiero que tú también lo estés.

- No me va a hacer daño, te lo prometo.

- No es solo eso –insistió Miguel- Es... que te encariñes demasiado con él y esos niños, ¿qué pasará cuando tú y yo tengamos hijos?

Martín no respondió a eso.

- ¿Martín?

- ¿Sabés qué? No quiero ese mate. Quedate un rato aquí, solo los dos. Perdón por trabajar tanto, es solo... es solo que... nada, dejá.

- Está bien –respondió Miguel- Solo tú y yo. Eso quiero, ¿ya? Yo, los niños que tengamos y... y tú.

- Y yo.

Sótano || ArgChi [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora