Diez

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He estado en el mundo por muchos meses, ya no puedo contar cuántos son. He visto panqueques y hospitales y una escalera como la que había en el cuarto, y pájaros y ventanas y cientos de autos, y muchas nubes y policías y doctores, y a Martín que es un doctor que nos cuida y a la abuela y a Ludwig, papá dice que la abuela y el abuelo ya no viven juntos en la casa con la hamaca, que ahora la abuela vive ahí con su amigo Ludwig y que el abuelo vive muy lejos y que no va a volver pronto. He visto tantas personas con caras y tamaños y olores diferentes y hablan todos al mismo tiempo. El mundo es como todos los planetas de la televisión al mismo tiempo, así que no sé en qué fijarme o qué cosa escuchar. Hay puertas y más puertas, pero estas puertas sí se abren y cuando las abres, te das cuenta de que hay otras adentro y otras afuera. Y las cosas pasan, pasan y pasan, nunca se detienen. Además, hay algo amarillo en el cielo que se llama sol y la abuela dice que eso hace que sientas calor o frío, si está o no está. También hay microbios invisibles flotando por todos lados, eso hace que me duela la garganta o que tenga moco. Cuando era pequeña, solo conocía cosas pequeñas. Pero ahora tengo cinco y lo sé todo.

Y hay tanto espacio en el mundo. El tiempo es menos porque debe untarse como mantequilla y extenderse por todos lados, como cuando papá nos hacía un pan para el desayuno. Por eso todas las personas dicen cosas como "Sofía, apúrate. Camina, no te detengas, termina eso". Esta es una casa en una calle de una ciudad, en un país llamado Chile, en la Tierra, que es un planeta azul con verde que siempre está girando y girando, no sé por qué no nos caemos. También existe el espacio y nadie sabe dónde está el cielo. Hay tantas cosas aquí, a veces me da miedo, pero no pasaba nada. Porque éramos nosotros y papá. Pero papá ya no está.

Papá tenía prisa por subir volando al cielo, pero se olvidó de nosotros. Tonto papá. Así que los ángeles del cielo lo mandaron de regreso, muy rápido, porque no se fue con nosotros pero durante el camino a casa, lo quebraron. Así que papá tuvo que ir al hospital, para que lo volvieran a poner bien. Pero ha pasado mucho tiempo. Ellos dicen que no deberíamos haber vivido en el cuarto pero a mí me gustaba el cuarto, papá siempre estaba ahí. A veces lo extraño.

- Bueno, vamos a hacer la comida. ¿Quieren ayudarme?

Benjamín asintió con la cabeza y Rayén le acarició el pelo. La única que faltaba de los niños era Sofía, Ludwig le había dicho que estaba en el ropero, jugando con los legos, así que Rayén creyó que no debería molestarla por el momento. Ema llegó a la cocina con Alan en los brazos, pero lo dejó en el suelo cuando vio que todos estaban parados en el mueble y el perrito corrió hacia el salón.

- ¿Qué vamos a cocinar? –preguntó la niña, sentándose en la mesita de la cocina.

- Ah, pues, ¿qué les gustaría hacer? –contestó Rayén, apoyada en el lavaplatos.

- ¿Podemos comer papas fritas? ¿Y hacer Nuggets? ¿Y comer helado para el postre? –Benjamín lucía muy esperanzado, pero Ludwig se echó a reír y le sacudió el cabello.

- ¿Quieres hacer que te duela la guata? –le cuestionó- Papas fritas o Nuggets, y lo que elijan lo acompañaran con ensaladas.

- Oh, pero no me gusta la ensalada –se quejó Ema.

- Pero te hace bien –Rayén agregó- Bien, ¿papas o Nuggets?

- ¡Nuggets! –gritó Benjamín.

- ¡Papas! –le siguió Ema.

- Está bien, tenemos un empate. ¿Qué tal si vas a preguntarle a Sofía, Rayén? ¿Y ella eligue al final?

- ¡Me parece perfecto!

Rayén corrió escaleras arriba para buscar a Sofía y aunque pensó en ir hasta el ropero de su dormitorio, halló a la niña acostada sobre el piso, en el pasillo que conducía a la habitación de Manuel. Sofía estaba viendo fijamente al techo, con los brazos y las piernas estiradas, Rayén se acercó silenciosa y se sentó a su lado, pero la niña no se movió.

Sótano || ArgChi [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora