Doce

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- ¿A qué huele? –preguntó Arthur, bajando las escaleras. Manuel se apoyó en la cocina de cara a la pared, hasta que los ojos del inglés penetraban en su espalda con tanto ahínco, que se tuvo que dar vuelta a mirarlo.

- Perdón, se me quemó una rebanada de pan. –susurró inmediatamente, caminando hasta la mesa, donde Arthur había dejado algunas bolsas.

- Claro –Arthur dijo con un dejo de sarcasmo.

- Lo hice sin pensar –Manuel se apuró en contestar, indultándose.

- Bueno, pensar no es tu fuerte.

Manuel miró al piso.

- Sí sé –respondió después- ¿Por qué no te sientas? –preguntó tomando una de las bolsas. Arthur atravesó el pasillo y se acomodó en una de las sillas.

- Gracias –le dijo y Manuel solo musitó "ajá".

Por un rato no dijeron palabras. Arthur admiró los alrededores del sótano, los dibujos pegados en las paredes, el sol dibujado en lo alto de un rincón. El sótano estaba iluminando por el foco que colgaba desde el techo y por la lámpara en la repisa cerca de la cama. Sobre la cocina no había comida y los platos estaban limpios en el lavadero. Ema no estaba a la vista y Arthur solo dio una mirada rápida al armario. Elevó sus ojos hasta Manuel, observándolo desde la cabeza a los pies y luego se decidió por abrir la boca.

- ¿A la niña le gustó su muñeca?

Al principio Manuel no le contestó.

- ¿Mmm? ¿Le gusto, sí?

- Sí –dijo Manuel, muy despacio pero sin mirarlo, metiendo hasta la nariz en la bolsa.

- Sí. Conozco a las niñas –le aseguró.

Manuel sacó cada una de las cosas de la bolsa pero no halló lo que estaba buscando.

- Las vitaminas –dijo a Arthur, volteándose para mirarlo.

- Ah, es dinero malgastado. No tienen nada –contestó el inglés.

- Si pudiéramos comer mejor no las necesitaría –Manuel habló, apretando en la mesa los dedos.

- Carajo, y dale con lo mismo. Si pudieras dejar de quejarte y ser un poco más agradecido tampoco las necesitarías.

Manuel cerró los ojos.

- Gracias –dijo al rato.

- A veces es tan difícil... -Arthur gruñó, con las manos en las rodillas.

- Gracias por todo.

- No tienes ni la menor idea de cómo es el mundo hoy en día.

Manuel miró al inglés a la cara. Observó sus cejas pobladas, sus ojos verdes, el dejo de la barba cobriza que empezaba a aparecer por sus mejillas y su mentón. El cabello rubio medio revuelto sobre la cabeza y sus manos pasando por la nuca una y otra vez. Pensó en Ema y en cuánto se parecía ella a Arthur.

- No –se decidió por decir después.

- No –repitió Arthur, enderezándose en la silla.- ¿Quién paga la cuenta de la luz? ¿Quién paga el agua? ¿Quién paga por la comida? ¿Quién paga por todo?

- Tú –Manuel contestó inmediatamente.

- Sí. Yo. ¿Y cómo crees que voy a poder seguir haciéndolo?

Hubo un silencio incómodo. Manuel frunció el ceño y avanzó un par de pasos, sin entender lo que Arthur acababa de decir.

- ¿A qué te refieres? –preguntó medio temeroso.

Sótano || ArgChi [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora