Catorce

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- Pase al estrado el testigo de la defensa. –la jueza leyó en el papel sujetando sus anteojos marrones- Señor Miguel Alejandro Prado –pronunció después.

Todos los que lo conocían observaron a Miguel caminar lentamente desde la puerta de la sala, avanzar por el pasillo sin mirar a nadie y sentarse en el lugar en el que ya Martín, Manuel y Arthur habían estado. Manuel le preguntó en un susurro a Luciano qué hacía ahí Miguel, pero él dijo que no tenía idea de ese testigo y le consultó cuál era su relación con él.

- Es el ex omega de Martín.

Luciano enarcó las cejas.

- ¿Qué relación tiene usted con este caso? –inició la jueza.

- Soy el ex omega Martín, del doctor de Manuel.

Manuel se volteó con suavidad para mirar a Martín y sus ojos le hicieron todas las preguntas que su boca no podía dejar salir. Martín negó con la cabeza y Manuel fue capaz de notar su mirada, ver en ella la manera en que le pedía perdón por algo que aún no entendía. Pero que comenzaba a comprender.

- Martín y yo fuimos pareja desde que nos conocimos en la universidad en Buenos Aires. Yo soy enfermero. Eso hace más o menos cuatro años. Íbamos a casarnos –musitó- Pero él decidió que debíamos terminar.

- ¿Por qué decidió eso? –preguntó el abogado de Arthur.

- Porque apareció Manuel.

- ¿Existe alguna relación entre Manuel y su doctor?

- ¡Eso lo sabe todo el mundo! –alegó Miguel- Las noticias han hablado acerca de ello durante algunas semanas, esa es la razón por la que Martín y yo ya no estamos juntos.

La jueza trató de asimilar lo que le contaba Miguel y cuando abrió la boca sonaba un poco ronca.

- ¿Y qué tiene que ver que su relación con el doctor Hernández haya fracasado debido a Manuel?

- Lo que quiero decir –Miguel enfatizó- es que el testimonio de Martín no debe tomarse con tanto peso como el que se le está dando. Martín tratará de hacer lo que sea mejor para Manuel, porque ellos están juntos. Puede que los niños ni siquiera estén tan bien como él dice que están. Martín solo está haciendo esto para cuidar de Manuel... hay una relación entre ellos y por lo tanto, no hay imparcialidad. Es algo que el Tribunal tiene que tomar en cuenta.

- A lo que queremos llegar –siguió el abogado de Arthur- es a que consideramos, como parte demandada, que el omega José Manuel González Rodríguez no está capacitado para cuidar de sus hijos. Recordemos el intento de suicidio que tuvo hace algunos meses. Por lo mismo, sugerimos que Ema, Benjamín y Sofía Kirkland sean derivados a un centro del Servicio Nacional de Menores donde puedan ser tratados con especialistas y cuidados de la manera en que puedan sobrellevar el cambio de vida al que han sido expuestos.

- ¡No! –chilló Manuel y no le importó nada que nadie le hubiera dado la palabra ni las miradas profundas de toda la gente presente sobre él- ¡Él mató a mi guagua y ahora quiere quitarme a mis niños! ¿Qué clase de justicia es esta?

- Manuel, por favor –susurró Luciano, agarrándole el brazo.

- Señor González...

- ¡Son mis hijos! –dijo más despacio- Y son todo lo que tengo.

- ¿Y quién podría cuidarlos mejor que Manuel? –Luciano completó- Creo que ha quedado claramente expuesto en este tribunal que Manuel protegió a sus hijos y les evitó traumas que podrían repercutir en ellos para siempre. El doctor Hernández dio su testimonio y no podemos dudar de su profesionalidad, pero además de eso, un psicólogo del Tribunal evaluó a los niños y estamos en conocimiento de que su informe concuerda con el del doctor Hernández.

Sótano || ArgChi [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora