- Cuando Arthur vuelva, voy a patearle el trasero.
Manuel apagó la televisión. Les hizo señas a los tres niños para que se sentaran en el suelo, en frente de él. Ema fue la última, todavía saboreando las palabras que había dejado salir hace instantes.
- Les voy a contar algo –empezó entonces Manuel- Cuando la Ema era pequeña y ustedes aún no nacían, yo traté de patear el trasero de Arthur. Me escondí detrás de la puerta, con la tapa del estanque del baño en las manos. Antes había una ahí, era lo más pesado que tenía en el cuarto. Cuando él llegó, se lo estrellé en la cabeza, pero lo arruiné. Cerró la puerta y me agarró de la muñeca, por eso ahora me duele.
- ¡Podríamos esperar a que se duerma y matarlo! –Habló Benjamín, con los ojos muy abiertos. Manuel se le quedó mirando.
- Podríamos... -respondió- Pero, ¿luego qué? Nos quedaríamos sin comida y no tenemos el código de la puerta.
- Pero la abuela y el abuelo podrían venir –Sofía intervino.
- Sofi, ellos no saben dónde estamos. El cuarto no está en ningún mapa...
- ¿Entonces nos vamos a quedar aquí para siempre? –dijo Ema, media temerosa. Manuel bajó la mirada pero al instante los vio de nuevo. Tomó una de las manitos de cada uno de sus hijos y las cubrió con las suyas. Dejó un beso suave en cada dorso y luego las apretó, hasta que las tres agarraron un calorcito.
- Niños, escúchenme. Tenemos una oportunidad. Casi se nos va, pero tenemos una oportunidad. Van a ayudarme –declaró- van a ayudarme a engañar a Arthur.
-
Manuel se removió incómodo. Tres pitidos, las luces del comando, la puerta chilla antes de ser abierta. Empujó su cara sobre las sábanas, sabía que este era el momento. Él vendría, otra vez. A las nueve y treinta justas era hora de hacer dormir a los niños en el armario. Pero Manuel no oyó la voz de Arthur, ronca, preguntándole un frívolo ''¿cómo estás?'', sino un conjunto de sonidos agudos que le despertaron finalmente, por completo. Entreabrió los ojos, con las pestañas cubriéndolo entero. Benjamín estaba con un celular, viendo algo que Manuel, durante el sueño, no pudo reconocer.
- Benja, baja. Anda a ver eso abajo.
Benjamín le dio una mirada despreocupada pero no apagó el celular.
- Benja –insistió Manuel, enroscando su cuerpo; las vocecitas inundaron la habitación una y otra vez- ¡Benjamín! –gritó Manuel al final. Se levantó tan enojado, Benjamín dio un gritito cuando Manuel le agarró los hombros y lo arrastró por todo el segundo piso, jalándolo sin importarle si lo lastimaba o no. Bajaron las escaleras y Manuel lo soltó cerca del sofá, donde Ema y Sofía estaban jugando con Alan.
- Mira, tienes todos estos juguetes. Cualquier niño sería feliz con todos ellos y tú ni siquiera los tocas.
- No los quiero –susurró Benjamín.
- Mira, aquí hay legos. ¿Te acuerdas de los legos? Los jugamos en el hospital. –Manuel abrió el balde y rompió la bolsita que llevaba dentro. Esparció los legos por el suelo alfombrado, después los reunió con la mano- Ármalas. Puedes hacer un castillo. Inténtalo.
Se sentó en el sofá, con los brazos cruzados, bajo la mirada atenta de su mamá y de Ludwig sentados en el comedor. Incluso Ema y Sofía se habían detenido y mantenían sus ojos puestos en él. Benjamín tomó entre sus manos una pieza.
- ¿Viste? Es entretenido.
Pero Benjamín se mantuvo en silencio. Manuel vio a Rayén caminando hasta ellos.
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Sótano || ArgChi [Omegaverse]
FanfictionDespués de nueve años, Manuel por fin puede despertar de la pesadilla. Inspirado en la película Room.