Capítulo 21. "Estupidamente especial."

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Su lengua chocó con la de Camila. Sorprendiéndola. Tocó sus caderas lentamente a la misma vez que se acomodaba sobre ella en los asientos traseros de su Mustang.

- Quiero hacerlo aquí... - le susurró Lauren. Enredó sus piernas con las de Camila para que el espacio no se hiciera tan reducido. Su aliento tocó la piel de ella. Lento. Suave. Delicioso. Camila le apretó la espalda. - me da tanto morbo saber voy a hacértelo aquí, en mi auto. - le sonrió. Ella enarcó una ceja.

- Seguro lo has hecho aquí con todas. - bufó.

- Contigo. Eres todas.

- Mentirosa.

- Te lo juro. Mi auto es sagrado. Si voy a hacerlo, tiene que ser una mujer como tú.
Camila tragó saliva. Las palabras de Lauren no hacían más que calentarla más y más. Sintió los dedos de ella pasearse por su abdomen. Cerró los ojos sigilosamente. Y soltó un gemido. Los pechos de Lauren se endurecieron más, chocando así con los de Camila. No podía evitarlo. Estaban tan juntas que apenas había espacio para poder hablarse. Desabrochó y bajó la cremallera de los shorts de la castaña.

- Ento... entonces... - Camila soltó un gemido. - s...soy...¿la primera? - logró decirle.

- Y vas a tener que recompensarme por eso. - la besó de nuevo. Esta vez apretando su cuerpo contra el suyo. Su mano brindó un apretón en su trasero. Al mismo tiempo que su lengua se abría paso en la boca de ella. - vas a sentir mi lengua... en otro lado...
Ella se dejó hacer por la ojiverde. Cerró los ojos. Estaba en sus manos lo que pasara luego. Y sintió sus dedos una vez más tocándole las braguitas y bajándoselas.

- Quiero que te sientes, gatita. - le pidió la mayor. Camila asintió de inmediato, completamente hipnotizada por ella. Tomó asiento normalmente en los asientos traseros... - abre las piernas... - le susurró. Y ella las separó lentamente. A Lauren se le nubló la vista esta vez. Joder. No había nada que superara ese sentimiento. Esas ganas inmensas por tocar su húmedo coño con la lengua. Esas ganas por escucharla gemir. Retorcerse del placer. Por esas ganas de escucharla pedir más... y oírla gritar su nombre desesperada. De verla transpirar por la agonía. De verla despeinada y jadeante... y saber... que todo eso ha sido gracias a ella. - lo bueno de estar aquí... - comentó Lauren en voz baja. Cogió los muslos de Camila con las dos manos y se incorporó poco a poco. - es que estamos solas, y nadie... - levantó la mirada. Camila tragó saliva. - nadie escucha lo que hacemos.

Camila cerró los ojos fuertemente. La respiración de Lauren chocaba con su clítoris. La estaba inspeccionando. Y aunque ella había creído que eso había sido todo... se había equivocado. La lengua de la ojiverde se introdujo en su dulce coño con desesperación. Ella hizo la cabeza para atrás y levantó las caderas con ganas de que Lauren aumentara su ritmo. Está le cargó los muslos y los colocó sobre sus hombros.

Una vez más. Su lengua tocaba ese pequeño y generoso punto débil.

- ¡Ah...! - gritó sin miedo a ser escuchada. - ¡más, MÁS! - le ordenó. Apretó la nuca de Lauren, despeinándole el cabello. Ella mordió suavemente uno de sus labios vaginales. - Dios mío... - jadeó la menor.

- Esto es exquisito. - le dijo. Probando sus deliciosos jugos. Camila había llegado a correrse antes de que lo haya previsto. Se entretuvo besándole el monte de Venus completamente depilado. Era deliciosa... relamió sus labios probando una vez el elixir de ella. Despacio, fue soltando sus muslos.

- No te vayas...

- No me voy...

- ¿Entonces por qué has dejado de...

- Me gusta ver la cara que pones cuando quieres más. - sonrió en medio de muchísima lujuria. Camila puso los ojos en blanco.

- Ven... - le llamó ella. - házmelo. Soy tuya, Jauregui. Solo tuya.

Y esas palabras hicieron que su excitación subiera de nivel.

- Me tienes en tus manos, nena.

- Lo puedo ver. - Camila bajó la mirada, observando como los pezones de Lauren se marcaban a través de la tela de su blusa.

- Todo esto es tuyo. - le aseguró ella.

- Mío y de much...

- No, no. - se acostó sobre ella de nuevo. - solo tuya. - hablaba demasiado enserio para ser Lauren Jauregui. Sentía demasiado enserio para ser Lauren Jauregui. Ni siquiera ella misma podía tragarse o creerse lo que acababa de decir. Se le hacía difícil hacer conciencia de sus propias palabras.
Levantó con delicadeza los bordes de su remera para sacarla, dejando sus pechos a la vista. No tardó mucho en deshacerse de sus jeans, así cómo la castaña tampoco tardó en centrarse en lo mojada que estaba. Camila observó todo desde su sitio. Sus labios eran mordidos por sus propios dientes. Sus ojos se habían nublado. Y solo podía verla a ella. Sentirla a ella. Quererla a ella. Necesitarla a ella. Entreabrió los labios... el tamaño de esos maravillosos pechos le sorprendía cada vez más. Deseó muchísimo ser ella misma quién acariciara los mismos.
Y poco a poco...volvieron a estar juntas de nuevo...volvieron a tocarse... a enloquecerse con el tacto de la piel de la otra.

- Me gustan tanto esto...

- ¿El qué? - logró preguntar Camila.

- Cuando nuestros cuerpos... - bajó la mirada. Tenía los senos pegados a la altura de la clavícula de Camila. - se juntan.

Y la besó una vez más. Mordiéndole un labio. Juntando el sabor de lo que su lengua había probado hace unos minutos, con el caliente aliento de Camila. Esta levantó las caderas y a Lauren solo le faltó moverlas un poco para volver a estimularla de nuevo. Ella se apartó... soltó un leve gemido casi inaudible... aquello había sido suave. Dos de los dedos de Lauren salieron de ella y entraron con brutalidad una vez más. Esta vez Camila no aguantó as ganas de gritar. Y lo hizo. Y apretó la espalda de Lauren. Y le pidió más. Y el ritmo aumentaba. Un poco más. Y más. La caderas de Lauren se movían en círculos, de un lado para otro, de arriba hacia abajo. Y Camila que apretaba sus nalgas y hacía que la bombeara aún más intensamente. Y Lauren... que había dejado de moverse... se estaba corriendo... y le hubiera encantado correrse en ella. Mojarse. Mojarse de ella y de todo lo que sentía cada vez que acariciaba y sentía su precioso cuerpo. Cada vez que le apretaba los dedos tanto entre sus entrañas. Entre su coño. Nunca se había corrido de esa forma...y tan rápido.

Era maravilloso. Cada sentimiento. Cada cosa. Todo... se estaba volviendo estúpidamente especial.

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