no existen respuestas

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Mientras caminaba por el largo camino de las casa de Gerard, pensaba en que había pasado en aquellos momentos desde que se conocieron a los besos que le había robado.

—Una persona normal no cambia tan repentinamente— puso sus dedos en la barbilla pensativo—, quizá era por miedo a lo que pensaran de él, eso es muy típico—quería dejar las dudas de lado e intentaba resolverlas por él mismo.

La puerta de madera de caoba (o eso creo) se le hizo hasta grande.

Pestañeó y pensó si de verdad debía o no tocar el timbre. Pero cuando estaba por darse la vuelta con el sudor frío recorriendole, la voz del pelinegro sonó en eco.

—Hola, Frankie— sonrió, abriendo más la puerta para dejarle pasar.

—Hey... Gee— una mueca salió por sonrisa y la incomodidad en el cuerpo del pequeño se hizo mayor.

—Pasa, lindo— Frank frunció el ceño. Pero pasó.

—Tienes una casa muy bonita— admiraba las paredes color blanco pulcro, con cuadros de una familia aparentemente feliz.

—No es tan bonita como tú ¿sabes?— se acercó.

—No hagas que me arrepienta de haber venido— le amenazó.

—Vale— sonrió.

—¿Por qué?—susurró bajando la cabeza.

—¿Por qué, qué?- dio pasos hacia delante acariciando su espalda con tranquilidad.

—¿Por qué me dices que te gusto? ¿¡Cómo, si me insultabas!? ¡No tiene sentido!

—Y-yo—quedó callado con la mano aún en la espalda del menor.

—¡Dime! ¡No me mient...!—paró, no porque él quisiera sino por unos labios fríos sobre los suyos. Las manos del mayor quedaron en su cintura y sin quererlo y sin voluntad propia, amarró sus brazos al cuello del mayor.

—No hay explicación—dijo después de separarse, pero antes del que menos contestara lo besó apoyándolo en la pared.

Bad boy?; Frerard  /Terminada/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora