Cap.2 /Polvo de hada/

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El día siguiente entré por la puerta de la cafetería, pavoneándome a propósito y haciendo danzar mi laaaarga y totalmente lisa melena rubia. Uno de mis mejores encantos, sin duda. Os hago mi descripción para haceros más amena la imaginación: yo, por esa época, era de estatura baja y complexidad muy delgada, como una muñeca de porcelana, y mis ojos azules combinaban a la perfección con mi tez pálida y marfileña. Esa mañana, si no recuerdo mal, vestía con una camisa malva que me pronunciaba mis enormes pechos (ya sabéis, bajita y delgada pero pechugona, ese es el secreto) y unos tejanos pitillos que me recalcaban las caderas. Repito, '...que me pronunciaba los pechos', no los enseñaba. Siempre he sido una enemiga fiel de los escotes abismales. Total, llegué y rápidamente me puse en la cola del café (si no coges un buen sitio te puedes pasar horas tirada allí, los publicistas beben mucho café), en una de las 8 (no miento, 8) largas colas delante de las máquinas de nespresso. Seguidamente, me puse a buscar mi presa con mis fríos ojos aguileños, al acecho. Lo encontré, jugando con un dinosaurio de plástico y lo que parecía la figura en miniatura de Sully, el protagonista de 'Monstruos S.A', de esas para jugar con la playstation.

Me acerqué a él con miedo. ¡Si, yo, miedo! Pero és difícil saber como entrarle a una persona a la que le quieres caer bien si 1) No lo conoces de nada y 2) has estado más de 2 años evitando todo tipo de contacto social con todo el mundo. Una vez estuve a un par de pasos de él, pensé en la forma de presentarme, y decidí hacerme la chica despistada y tímida que daba tanto juego a mi pequeño cuerpecillo.

- Perdona, ¿Esta ocupado?

- Emm... bueno, no. -respondió él sin ni siquiera mirarme. Me hubiera enfadado, pero estaba ocupada mirándole jugar. Era una monada, me hacía reír constantemente, cambiando de vocecita para cada personaje de los que sacaba de su mochila (que, por cierto, llevaba un arsenal de muñecos, ahí dentro), simulando con la voz las explosiones de los mísiles que echaba el tanque... Pero intentaba que no notara que me tronchaba de la risa. Al final sacó una Polly Pocket de esa mochila y simuló la voz de una chica y me pareció tan gracioso que no pude evitar soltar un bufido.

Él se me quedó mirando y profiró una carcajada limpia y simpática que me hizo sonreír... solo un poco.

- Wendy, puedes reír. Es más, quiero que te rías. Seguro que tu risa es preciosa. - dijo decidido.

- Primera no me llamo Wendy y segunda... - pero ya era tarde. De pronto, dos manos grandes y tiernas se posaron en los costados de mi tronco y dijo, muy cerca de mi oido, rozando con sus carnosos labios el lóbulo de mi oreja... - Insisto.- y empezó a hacerme cosquillas flojitas, de esas curadas que nadie sabe hacer, sin apretar mucho ni hacer daño. El efecto fue instantáneo. Empecé a reír y reír, hasta que me lloraron los ojos y él satisfació su deleite. Me dolian los pulmones, pero valió la pena por el simple echo de que me hubiera tocado de esa forma. Cuando pude abrir los ojos y sonrojarme de pura vergüenza por la mirada atónita de toda la cafetería, que conocían solamente la Layla-borde, pude ver como añadía unos lacasitos a su café matinal con tres sobres de azúcar y medio tazón de leche.

- ¿Quieres?

- No me odies, pero aborrezco por completo el chocolate.

Él se levantó con una mirada perdida y cara de muerto y se fue... pensé que no volvería, que me odiaba incondicionalmente. ¿Lo que tiene el amor, eh? Pero volvió, con un gran tazón de chocolate con leche humeante.

Cuando vió mi cara de horror, me puso una mano en el muslo derecho (algo muy embarazoso para mi) y me hizo el señal para que empezara a beber.

-No puedo... es que nunca lo he probado porque tiene un olor muy dulce y...

-Vamos, prueva. Yo te ayudo pero... por favor, prueva.

... y me lo acerqué a la boca, saboreé ese olor aparentemente agridulce y me lo llevé todo a la boca... con la mala suerte de que me quemé el labio inferior. Bueno, o por suerte. Se asustó, puso la mano del muslo en una de mis mejillas sonrosadas y otra examinó mi labio, inchado como estaba.

Eso fue demasiado. ¡El plan era conquistarlo yo! No dejarme conquistar como una imbécil. Me levanté de la mesa de un aspaviento.

-¿Estas bi...?

- Estoy genial. De maravilla. Adiós.

... Sientí ese fallo por la noche, mientras me gritaba a mi misma y me comía el ramen dentro de mi habitación. se oían preguntas de Lottie de fondo: que qué te pasa, que qué es eso de que no te gusta el chocolate y cosas así chapurriadas en inglés... pero yo no estaba para contestarle nada, así que me terminé la comida y me fui a dormir.

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Hola de nuevo,

Se que és muy corto pero aún no veo una manada de fans super enganchadas, así que no veo la necesidad de hacer el capítulo más largo. Se que aún tengo que hacerme famosa, pero agradecería que si la lees te preocupes de votar y comentar. Werlyy. gracias por tu comentario. El capítulo anterior tuvo unos problemas y tuve que borrarlo momentáneamente borrando consigo tu comentario, pero aún así sepas que lo leí y me encantó. Por eso te dedico este capítulo. Gracias, hermosa y pido perdón por las faltas de ortografía, se que en una persona de 26 tendrían que ser inexistentes pero manejo más de 3 lenguajes y es complicado pensar en la ortografía de cada uno.

Por última vez, gracias,

Gina Means

Peter Pan, mi amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora