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Había pasado ya un tiempo, exactamente dos meses al menos en ese lugar, dos meses en los que habían ocurrido muchas cosas, que podrían ser claramente ficticias, algo salido de su loca mente pero no, fue salido de la loca mente de alguien más, de McGonagall.

—Todos formen en filas según su casa —decía Mcgonagall proyectando su voz con su varita— les explicare, este es un juego en el que participaran solo los alumnos de ultimo año donde cada uno de ellos sacaran un papel, por cada numero hay uno igual y al que le toque el par de su numero será su compañero de habitación — hubieron murmullos felices por todas las posibilidades que podrían tener —  los papeles fueron hechizados con el fin de obtener una pareja de su mismo sexo y que cumplan ciertas condiciones más. —se escucho un abucheo escondido en la multitud — esto con el fin de que se acostumbren a la persona que sera su nuevo compañero por el resto del año escolar.  

Si le preguntaran ahora el porque su directora tomo esa decisión tan incongruente diria sin dudarlo que desde el primer día la vio comiendo caramelos de limón, muy probablemente los que quedaron abandonados por Dumbledore, que debían estar o muy añejos o con algo dentro.

  — El tiempo pasara distinto, serán tres meses, pero aquí solo sera un día, los elfos los atenderán y si pasa cualquier cosa nos pueden invocar con un hechizo que estará escrito en sus puertas para que no lo olviden.

Los papeles se fueron entregando uno por uno, su mano entro en el sombrero seleccionador y revolvió el interior sacando un papelito que quedo pegado a su mano, lo extendió y miró como relucían en números dorados el siete y el dos. 

Caminaba por el largo pasillo buscando el numero de su papel, las puertas estaban muy separadas entre sí y ya había pasado rato caminando por ese pasillo mágico y falso.

 — sesenta y nueve, setenta, setenta y uno, setenta y dos—acaricio la madera con su mano y esta se abrió en reconocimiento revelado una amplia habitación iluminada por grandes ventanales que llevaban a un jardín, una puerta del interior se abrió dejando escapar mucho vapor y a alguien vestido con jeans y una polera.

 — Potter... Potter tu no me agradas, yo no te agrado así que mantente lo mas lejos de mi posible—Amenazó el rubio que tanto le fascinaba, ninguno de los sabían de donde habían salido esas palabras.

—Malfoy,pero yo...— intento entablar una conversación, algo que los llevara por mejo camino que la dura enemistad que tenía.

—¿Te gusto Potter? —pregunto fingiendo asco, arrastrando sus palabras en modo de defensa, tirando veneno como pudiera, a pesar de que eso es lo que más deseaba.

—Malfoy — su voz sonó quebrada—  yo solo... ¿Sabes que? nada —dijo intentando sonar fuerte y distante.

—Potter—pronuncio asombrado , no pensó que reaccionaria así o mejor dicho no esperaba que lo hiciera —Lo... Siento— perdió su dignidad, no sabia si por eso o por ver su reacción es que había empezado a llorar de la nada, algo muy extraño realmente.

—¿Porqué estas llorando? —preguntó un poco alterado,no sabía como reaccionar a esa situación tan inesperada, la única vez que lo había visto llorar fue por un accidente y sabia que solo fue porque la situación había sobrepasado al chico.

Harry se acerco y lo abrazo como lo haría con sus amigos, no sabía como tratarlo, pero funciono, Malfoy acepto su afecto y se largo a llorar, no sabía que le pasaba, el no se humillaría así a menos que fuera demasiado para él, pero no lo era, había estado en esa misma situación antes.

Los demás días fueron entretenidos para ambos conociéndose mejor sin decir palabra sobre sus sentimientos, lo que fuera que le había pasado los llevo a compartir un poco más, Draco revelando cosas para justificar la situación anterior sin querer mentirle y Harry porque estaba dispuesto a recibir lo que él le diera, desde los días de campo en el jardín hasta las noches de películas en su habitación, aprovechando cada momento para estar abrazados, a manera de conforte para ambos, también para estar tomados de las manos, cosa que había empezado hace poco en medio de una película de terror, encontrando seguridad allí.

—Harry...—susurró.

— Mmm...— Respondió con un gruñido adormilado, haciendo saber que lo escuchaba.

—  De...Debo decirte algo —avisó titubeante.

—¿Qué sucede? —Pregunto curioso, hace tiempo que la actitud de su nuevo amigo se le hacía rara y quizás lo que le quería decir tenia que ver con eso.

— A mi...A mi me gus...—intentaba expresar aquello con seguridad, pero estaba fallando y arrepintiéndose — Amimegustaunchico—termino diciendo todo en un solo revoltijo mitad verdad y mitad mentira.

— Dilo mas lento.

— A mi me gusta un chico —cerro sus ojos con fuerza esperando palabras hiriente o algún golpe, pero lo que recibió lo desconcertó, Harry le estaba acariciando la cabeza para reconfortarlo. 

 — Ya lo sabía, dragón— dijo disimulando la pequeña molestia que tenía en el pecho y quería salir por su voz, Draco lo miro y Harry le sonrió señalando que todo estaba bien. Esa noche Draco lo noto mas distante, pero sin estarlo realmente, quizás por la emoción de que Harry lo aceptara no noto que este estaba llorando con desconsuelo por saberse no correspondido, que aquello que había empezado a pensar en este tiempo con él solo había sido una ilusión, pensando en que podía tener ese chico que él no tuviera, quizás solo era cuestión de la sangre.

 Harry se encontraba recostado ocupando las piernas de Draco como almohada y tapándose de el sol con su brazo mientras él estaba con sus ojos cerrados recargado en un árbol, de verdad que aquel jardín era mágico y reconfortante, era como si todo el mal se fuera. 

—¿Draco?

—¿Qué sucede?

—¿Qué te guste en los chicos? —La pregunta hizo a Draco sonroja y removerse, apretó sus ojos un poco y los abrió para verlo un poco incomodo.

— Bu...Bueno eso depende.

—¿De que? 

—¿Quieres que sea honesto? 

— Sí 

— Bueno veo sus ojos, tienen que ser claros, profundos y puros, no me refiero al color, luego veo su rostro, tiene que llevar expresiones sinceras, que en el se refleje lo que de verdad siente, su voz debe ser melodiosa, y su cuerpo debe ser el de un dios griego, bueno, no tanto pero si algo delineado, es lo único que pido.

— Tienes un gran complejo ¿eh? 

— Es que él es así de perfecto— se escuchaba soñador, mientras él sentía que se derribaba <<No puedo contra el después de todo. Mis ojos llevan el odio y están cansado del mundo como de sus personas, mi rostro miente si es necesario como ahora, mi voz... Nada que decir sobre ello, y mi cuerpo esta marcado y destruido por los hechizos que me han lanzado y por los que me han tratado de mancillar.>>

— Suena perfecto, dragón— se acercó a él y le besa la frente. 

— Lo es —asegura mientras con sus ojos cerrados una vez más disfruta del dulce y cálido contacto, y deja de lado toda la tristeza y celos que vienen mezclado con amor.

Dos cabezas piensan mejor que una (Harry x Draco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora