Capítulo 8.

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Justin’s POV

Cuando llegué a casa después de la escuela, decidí no contarle a papá lo que me pasó. Tenía la sensación de que no iba a estar contento de que mi poll.a actuara así.

Y también tenía la sensación de que no iba a estar contento al saber que Mathew Roberts seguía en este mundo. Tengo que matarlo hoy. Ahora mismo.

Todo estaba preparado en el estudio de ballet. Mi bolsa de tortura también estaba preparada. ¿Qué me impide no matarlo? Nada.

Entré al salón para ver la hora. 4:32. Mathew estaría yendo a su práctica de futbol. Lo mataría justo cuando acabara. Así estaría cansado como para poder pelear. Perfecto.

Cogí mi bolsa y salí de casa. Empecé yendo en dirección a la escuela, listo para poner mi plan en marcha. Mathew Roberts acaba la práctica de futbol a las 6:20 en punto. Como con Luke, he estado vigilándolo.

Me dirigí a la entrada de la escuela, entrando. Sonreí al ver que el pasillo estaba vacío. Posiblemente había un par de profesoras recogiendo para irse.

Todo lo que tenía que hacer ahora era esperar. Odiaba esperar. No era una persona muy paciente. Eso me vino de papá. De hecho, todos los rasgos de mi personalidad me vinieron de papá. Mi físico vino de mamá. Mi mamá. Me pregunto si me estuvo viendo desde el infierno. ¿Puedes ver a la gente desde el infierno? Apuesto a que estuvo muy orgullosa de mí. Le estuve mandando todos esos regalos para ella. Primero Luke, después Mathew. Ella me ama y también ama los regalos.

Después de esperar una hora y media, miré mi reloj. 6:15. Casi a tiempo.

Estaba sentado contra las taquillas esperando, así que me levanté y me dirigí al vestuario de los chicos. Me escondí detrás de la puerta y esperé a que todos los jugadores entraran. Después de un par de minutos, escuché los pasos de los jugadores que se dirigían hacia el vestuario. Empecé a sentir un cosquilleo en la boca del estómago, algo emocionante estaba por suceder.

Esperé y esperé, tratando de bloquear las voces molestas de los jugadores. Finalmente, uno a uno, salieron del vestuario. Todos excepto Mathew Roberts.

Antes de que él pudiera dar un paso para salir del vestuario, abrí la puerta en la que estaba escondido y salté sobre él. Antes de que tuviera la oportunidad de gritar, yo ya había cogido el pañuelo lleno cloroformo y lo había puesto sobre su nariz. Luchó unos segundos antes de caer lentamente al suelo. La cantidad de cloroformo que tenía el pañuelo era suficiente como para matarlo, pero me aseguré de quitarlo de su boca antes de que cayera al suelo.

Se quedó inmóvil, su boca abierta y sus ojos fuertemente cerrados. Lo cogí de las piernas y lo arrastré hasta meterlo en una de las duchas. Cerré las cortinas y me quedé ahí por un rato, asegurándome de que no había nadie. El Sr. Roberts y yo estuvimos ahí por unos terribles treinta minutos. Como dije antes, no era muy paciente.

Cogí a Mathew por las piernas de nuevo, y lo arrastré fuera de la ducha. Abrí la puerta, solo para ver al conserje revisando todas las clases. Maldije en silencio, pero me di cuenta de que podía noquearlo. Parecía estar en los años 70. Solté las piernas de Mathew y dejé mi mochila en el suelo. La abrí y saqué la bolsa de tortura. Miré dentro de ella, nada de lo que tenía ahí dentro me servía para dejar a un viejo K.O. Volví a mi mochila y cogí el libro de texto más pesado que pude encontrar.

Me levanté lentamente y caminé lentamente hacia el viejo, que estaba por sacar la basura. Levanté el libro y lo golpeé en la cabeza con él. Él cayó rápidamente al suelo como un muñeco de trapo.

Agarré sus piernas y lo llevé hacia las escaleras de la escuela. Lo tiré por las escaleras observando cómo dejaba soltar gemidos de dolor mientras caía. Acabó su caída con un gran golpe, sangre cayendo de su boca.

•Pumped Up Kicks•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora