Capítulo 17

1.1K 54 2
                                    

Justin’s POV

Me levanté a la mañana siguiente sintiendo mis manos vacías. ______ Hawthorne no estaba en mi cama. Me dejó una nota diciendo que había vuelto a casa para prepararse para la escuela. Escuela. La odio tanto. La culpo por haberme convertido en esto. Si no estuviera llena de esos idiotas, sería una persona normal. No.

Me levanté de la cama, sintiéndome vacío sin ______. Odio decir eso. ¿Sentirse vacío solo por no estar con una persona específica? Patético.

Agarré una simple camiseta negra y un par de tejanos negros ajustados. Entré en el sucio baño, dándome una ducha rápida. Necesitamos reformar este sitio. En serio, la puerta de la ducha está a punto de caerse al suelo.

Suspiré, envolviendo la toalla en mi cintura. Entré en mi habitación otra vez, agarrando la ropa que había sacado antes. Me las puse, tomándome mi tiempo. No me importa una mierda si llego tarde a la escuela.

Salí de mi habitación, dirigiéndome a la de mi papá. Espero que esté bien. Espero que no esté enfadado conmigo.

Llamé a la puerta un par de veces, presionando mi oreja contra ésta, intentando oír alguna respuesta. Nada. Ni siquiera un murmullo. Rápidamente abrí la puerta, preocupado por papá.

Caminé por esa asquerosa habitación. Tan asquerosa que te revuelve el estómago. El mío no. Yo ya estoy acostumbrado.

Vi a mi papá en el suelo, con el edredón encima. Me di cuenta de que no llevaba camiseta, lo que significa que estaba vivo, ya que se fue a dormir con una puesta. Me acerqué a él, pateando algunos objetos por el suelo.

Lo levanté con cuidado, poniéndolo en su sucio colchón. Por fin hizo algún sonido. Era como una especie de gruñido. Me aparté de él, sabiendo que se estaba comenzando a despertar.

Como veis, tengo que despertar a mi papá todas las mañanas para que vaya a trabajar. Para ser honesto, no tengo ni idea de por qué trabaja. Recuerdo que en segundo, tenías que llevar a tu padre a la escuela. Le pregunté a mi papá si quería venir, para que hablara en clase sobre su trabajo. Se enfadó mucho. Se enfadó tanto que se fue de casa, dejando a su hijo de siete años solo. Lo esperé un largo rato. Tenía mucho miedo de dormir solo en casa. Finalmente, volvió a las dos de la mañana, borracho. Me dijo que no le volviera a preguntar por su trabajo nunca más. Así que no lo hice.

Me puse a su lado, sacudiendo un poco su hombro. Se giró hacia el otro lado, murmurando palabras sin sentido.

-Papá, levántate. Tienes que trabajar –le susurré. Me dio una bofetada y volvió a girarse.

Lo sacudí con mucha más fuerza, haciendo que se pusiera boca arriba.

-¡VETE DE AQUÍ, NIÑO! –me gritó, empujándome hacia atrás. Caí, agarrándome a mí mismo.

Suspiré mientras me levantaba para salir de la habitación. Justo cuando estaba a punto de poner un pie en el pasillo, escuché a mi papá murmurar unas cuantas cosas. Esta vez sí que las pude escuchar.

-Maldito idiota. Hijo de mierda. ¿Cree que puede traicionarme, trayendo chicas a casa? ¿Quién coño se cree que es? –dijo, hablando para sí mismo.

Dejé salir un suspiro tembloroso, sintiéndome una mierda de hijo. Todo lo que dice tiene razón. Estoy cambiando para peor. Me estoy ablandando. No puedo dejar que eso pase.

-¡Niño, ven aquí! –escuché a mi papá llamarme. Salí rápidamente de mis pensamientos, caminando a su habitación de nuevo. Me dijo que me sentara en el suelo a su lado.

-¿Sí, papá? –dije cuidadosamente. ¿Qué quiere? Apuesto a que va a pegarme. Dios, espero que no.

-Escucha, chico. Déjame decirte un par de cosas. Esta chica que trajiste la otra noche quiere arruinar tu vida. Está intentando separarnos. Está celosa por la relación que tú y yo tenemos. Quiero que te mantengas alejado de ella, ¿entendido? –dijo mi papá.

Asentí con la cabeza rápidamente, teniendo en cuenta lo que acababa de decir. Él tiene razón. Papá siempre tiene razón.

-Ahora, lárgate –dijo furioso. Me levanté lo más rápido que pude del suelo y me dirigí hacia la puerta–. Oh, y chico –me giré para ver a papá de nuevo–. Ven aquí.

Fui hacia él, preguntándome que querría decirme esta vez. ¿Querría disculparse? No, no me merezco eso.

Me sacó de mis pensamientos con una fuerte bofetada. Caí al suelo, el impacto fue muy intenso. Me pegó. Fuerte. Muy fuerte.

Intenté que las lágrimas no cayeran por mis mejillas, y me levanté de nuevo. Me sangraba la cara. Así de fuerte me había pegado.

-Eso es por haberme empujado ayer –dijo papá enfadado–. Oh, y hazme el desayuno, ¿vale?

Asentí, no tenía fuerzas para hablar. Salí de la habitación y me dirigí directamente al baño. Me miré en el espejo, observando como una horrible marca empezaba a rodearme el ojo. Me lavé la sangre del rostro, haciendo una mueca de dolor. Como ya he dicho antes, no me gusta este tipo de dolor. 

Caminé por el pasillo de la escuela con la cabeza gacha. Tenía puesta una capucha que me cubría lo más que podía la cara. Ni siquiera sonreí cuando escuché a unos chicos preguntarse dónde estaban Eli y Roselyn.

Se han ido.

Me dirigí a mi taquilla, ignorando todos esos comentarios sobre mí. Cogí unos cuantos libros de la taquilla y, de repente, sentí como un par de brazos me rodeaban la cintura. Cerré los ojos, respirando profundamente. Me giré para encontrarme con ______ Hawthorne.

Me miró con una gran sonrisa en su rostro. Traté de no oler su delicioso perfume y aparté sus brazos de mí alrededor. Ella me miró confusa, ladeando la cabeza.

-Lárgate, Hawthorne –dije entre dientes enfadado. Unos cuantos chicos se habían quedado mirándonos, pero se fueron inmediatamente cuando los fulminé con la mirada.

-¿Qué pasa, Jay? –preguntó preocupada. Suspiré con fuerza, apretando mis puños frustrado. Sólo hazlo.

-No pasa nada. No te acerques a mí. No quiero saber absolutamente nada sobre ti –escupí con amargura.

Sus ojos se abrieron en señal de sorpresa y apartó la mirada de mis ojos llenos de odio. No sabéis lo difícil que fue para mí decir eso. No sé por qué, pero me costó. No quiero saber nada de ella. ¿Verdad?

-¿Qué coño es lo que he hecho? –casi gritó. Cubrí su boca con mi mano y acerqué mi boca a su oído.

-Mantén tu boca cerrada –dije, el veneno llenaba mis palabras. Sus ojos estaban llenos de dolor, pero pronto se convirtieron en unos ojos llenos de ira.

-Genial, entonces. Que te den –dijo, mandándome una extraña sensación de dolor al cuerpo. Se fue sin mirar atrás.

Hice lo correcto. Sé que lo hice… entonces, ¿por qué duele tanto hacer lo correcto? Pero una cosa tengo asegurada…

Papá siempre tiene razón. 

•Pumped Up Kicks•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora