Inexplicable

Capítulo 1

El humo comenzaba a salir de mi boca.

Eran los últimos días de Noviembre así que me abrace fuertemente al suéter que llevaba puesto.

Amaba la fotografía, pero las prácticas tan lejos de casa y con un horario el cual no tenía perdón, me hacían dudar ciertas noches sí podía aún cambiarme de área en el colegio.

El último tren pasaba en 15 min por lo tanto apresuré mi paso y llegué casi rozando la puerta de pasajeros.

Siempre me daba un poco de desconfianza viajar sola a esta hora. Pero ¿A quién más podía acudir?

Mi hermana trabajaba durante los turnos de la noche como enfermera en un hospital fuera de la ciudad. Así que seguramente a esta hora ya debería de estar manejando en la carretera.

Busqué el mejor asiento. Uno que me inspirará confianza.

Habían sólamente 9 personas en la cabina. Y aún pasaríamos por una estación más antes de llegar al centro de la ciudad.

Observe a todos mientras sacaba mis audífonos.

Una mujer exhuburente de unos quizá 40 años, de quien dudaba que estuviera en juicio, una pareja de esposos, quise preguntarle a la mujer sí su pareja respiraba porque parecía que no aunque sólo estaba dormido. Un grupito de chicas arregladas para ir a una fiesta. Y por último un anciano al final del pasillo y al otro extremo un chico a quien no podía verle el rostro porque tenía una gorra tapando su cara.

Opte por el anciano. Los abuelitos son lindos. Son tiernos. Y son cuidadosos.

Viajaría durante 30 min por lo tanto quería sentirme cómoda cerca de alguien.

Me coloqué 2 asientos después de el.

Puse mis audífonos y cerré los ojos.
Estaba exhauta.

Marcus había sido demasiado exigente hoy. Cuando le pregunte la razón dijo que quería que me ganará una beca para la universidad y que su meta era que fuera la mejor fotógrafa de la ciudad. Esas palabras con un vaso de agua acompañado de un pan frío no me convencieron del todo.

Sentí como ocuparon el asiento de a lado.

¿Pero qué carajo? Aún no hemos llegado a la próxima estación.

Abrí los ojos de golpe.
Era el anciano que me miraba muy de cerca.

-¿Hola?- Saludé con intriga.

El anciano se dedicó a observarme una vez más.

-Qué lindo aparato.- Dijo señalando mi teléfono.

Su voz no hacía juego con su apariencia. De repente ya no se me hizo tierno.

-Gracias, supongo.- Dije antes de levantarme para sentarme unos cuantos asientos mas lejos.

El viejo me sentó de golpe jalandome del brazo.

-Me pregunto que será mejor. Sí ese teléfono o la cámara que traes en tu mochila.- Dijo llevando la vista hacía ella.

Me quedé helada.

El viejo me había observado antes de entrar al tren.

Pero que estúpida fui.

--Suelteme.-Dije en un intento de gritar pero fracase soltando un murmuro.

Él negó con una sonrisa maliciosa.

-Preciosa me entregarás la cámara y bajaré en la próxima estación. No gritaras porque no querrás que alguien te siga hasta casa, ¿Cierto?- Susurró cerca de mi oído.

Quería vomitar.
Y llorar.
Vomitar mientras lloraba.

-Basta de dramas Caroline.- Dijo el chico de la gorra desde el otro extremo dirigiéndose a mi.

¿Caroline?

-Estoy cansado de las tontas peleas. Espero ya se te haya pasado el enojo y seas capaz de dirigirme la palabra antes de que tus padres nos vean en la entrada.- Agregó mirándome mientras caminaba hacía mi por el estrecho pasillo de la cabina.

Fruncí el ceño.

-Anda ya, ven a sentarme conmigo antes de que lleguemos.-Dijo ofreciéndome su mano.

Tenía tanto miedo del anciano que ahora sólo observaba la escena que no lo dude más y me levanté para irme a sentar con él.

Cambiamos de lugar a enfrente de la otra pareja.

-¿Qué fue eso?- Pregunté por fin mirándolo directamente.

-Acabo de salvarte. Sólo actúa como sí me conocieras. Mantén silencio y tomaré eso como un gracias.- Contestó colocando la gorra de nuevo sobre su rostro.

Me sentí estúpidamente molesta de que me hablara de esa manera, pero tenía que ser agradecida. De momento me había salvado. A mí, a mi celular y a mi cámara.

-Gracias por ayudarme. Soy Anne.- Dije en voz baja.

Escuché un suspiro frustrado bajó la gorra.

10 segundos después la saco de su cara.

-El silencio es el mejor agradecimiento.- Dijo él de manera seca.

Sentí hervir mi sangre.

-Escucha, sí no querías ayudar no lo hubieras hecho. Te hubieras ahorrado esa gran molestia.- Refunfuñe.

-¡Qué va! En ningún momento he dicho eso.- Contestó molesto.

-Actuas como si fuera de esa manera.- Dije volteando la cara hacía el cristal.

-Perfecto. Realmente estamos actuando como una estúpida pareja.- Rió amargo.- En fin, soy Tyler, agregó mientras me extendía su mano.

Yo lo mire durante unos segundos y la estreché con la mía.

Al ver que no sólo se trataba en un saludo cordial, sentí el color en mi cara cuando entrelazo nuestros dedos.

-¿Qué haces?- Pregunté sorprendida.

-El viejo sigue viendo hacía aca. Necesito que se trague la historia.- Susurró.

Enarqué una ceja.

-No creo que esto sea tan necesario. Nos quedan 15 min de camino y sí el hombre no se baja en la próxima estación ¿Qué harás si baja tras nosotros? ¿Me besaras?-Pregunté mientras soltaba su mano.

El rió entre dientes.

-No, no tienes tanta suerte.- Dijo mirándome divertido.

Lo fulmine con la mirada y el soltó una carcajada.

-Se bajara en esta estación. Yo sé lo que te digo.- Murmuró guiñandomé un ojo.

Suspiré agobiada.

Realmente no sabia con exactitud lo que me tenía mal en este momento.

El tren se detuvo y el viejo se bajo no sin antes dedicarnos una mirada de odio.

Estreché la mano de Tyler.

-Te lo agradezco de verdad.- Dije colocando mi mano libre encima de sus dedos.

El sonrió y luego hecho otro vistazo hacía afuera de la estación.

-No hay de qué. Fue una gran aventura Anne, pero aquí se termina nuestra relación.- Dijo riendo.- Bajaré antes de que la puerta prenda mi nariz al cerrarse.- Finalizo, soltó mi mano y salió casi corriendo antes que la puerta se cerrara.

Desde el otro extremo del cristal me dijo adiós con la mano y una sonrisa en aquél rostro.