Convivencia

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«¿Qué vamos a hacer ahora?» preguntó Regina, completamente temblando en el coche, intentando que la berlina se mantuviera recta en la carretera.

«Buscar a su hijo, ¡usted es la que me lo ha pedido!» respondió la rubia frunciendo el ceño

«No, quiero decir una vez Henry esté con nosotras»

Emma no respondió, hundida en sus pensamientos miraba a un punto imaginario a través del cristal, su cerebro era un torbellino. Tenía que orquestar un plan, y rápido. Actuar con urgencia, ella sabía hacer eso, formaba parte de su trabajo, pero era la primera vez que se encontraba acompañada de la persona a la que debía matar, y aún peor, con su hijo.

Ante la ausencia de respuesta por parte de la rubia, Regina no pudo contener un estremecimiento de angustia.

«Nos va a matar, ¿es eso?»

Emma giró bruscamente la cabeza hacia la bella morena y puso los ojos en blanco.

«¿Cree de verdad que me rompería la cabeza tramando un plan e iría a buscar a su hijo si quisiera matarlos a continuación?»

«No...» murmuró Regina, antes de girar la cabeza «¿No a continuación? Quiere decir que una vez...»

«¡Si continúa molestándome, Señora Mills, puede ser que la mate ahora mismo! ¡Así que, conduzca, vamos a recoger a su hijo y cierre la boca!»

«No le permito que me hable de esa manera» se enfadó la morena apuntando a Emma con el dedo «Si estamos aquí, es por su culpa, así que ¡emplee otro tono conmigo!»

Emma elevó las manos al aire en señal de excusa y suavizó sus palabras.

«Bien, bien...perdóneme...» respondió concentrándose en el plan «En primer lugar, recogemos a su hijo, de manera discreta a ser posible. A continuación iremos a mi hotel para recuperar mis cosas»

«Ok...¿y después?»

«Después haré varias llamadas»

Parada delante de la escuela, la berlina negra solo contaba con una ocupante. Emma estaba sentada en el asiento del copiloto, con su arma en las rodillas, observando con atención el menor movimiento en la calle, el menor paso o gesto sospechoso, su mirada iba de izquierda a derecha permanentemente.

Regina estaba plantada delante de la puerta de la clase de Henry, esperando ansiosa que Mary Margaret Blanchard saliera con el pequeño.

"Intente huir o jugármela, y la encontraré. Acabará en un agujero, a seis pies bajo tierra, y su hijo con usted..."

Las palabras de la rubia resonaban en bucle en su cabeza, como un estribillo musical mareante. Temblando de pies a cabeza, la bella morena sabía muy bien que la advertencia no era una simple amenaza vacía. Había visto de lo que era capaz Emma y no quería correr ningún riesgo con su hijo.

Al ver la pequeña cabeza morena venir hacia ella, Regina casi estalló en llanto, pero se puso su máscara de mujer fría, la que utilizaba demasiado a menudo para su gusto cuando temía ser herida o atacada. Como no quería alarmar a la maestra, Regina había explicado que su mejor amiga estaba en el hospital y que ella y Henry tenían que ausentarse algunos días para ir a hacerle compañía durante su convalecencia.

Sonriendo a su hijo, lo tomó de la mano y se despidió de Mary Margaret con un gesto de cabeza.

«¿A dónde vamos, mamá?» preguntó el pequeño, algo sorprendido por tener que abandonar la clase solo una hora antes de que acabase.

«Te lo explicaré en el coche» respondió su madre sonriendo, intentando no dejar transparentar su miedo y la angustia que le carcomía el estómago.

En pleno corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora