Capítulo 11

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''Angelique está embarazada'' apenas era capaz de procesar la idea, se le formó un nudo en la garganta. ''Es posible que la noche anterior incluso se haya acostado con ella''... Aquel pensamiento le revolvió el estómago y se paró en seco frente a unos arbustos devolviendo lo poco que había comido en la mañana, las arcadas continuaron, cuando terminó ya no tenía más lágrimas que derramar. El resto de su vida empezaría allí, en ese momento, y sin importar lo duro que le resultara, jamás miraría hacia atrás.

Cuando al fin llegó a la casa, ya tenía planeado que haría; No volvería a Londres, la opción más aceptable era Grenoble estaba completamente segura de que una vez allí todo iría sobre ruedas, encontraría un trabajo en el pequeño pueblo y compraría una pequeña casa con jardín.

Parecía un buen plan, solo tenía que ser lo más precisa y meticulosa al desarrollarlo. Entró en su habitación, tomó una maleta pequeña y tomó algunas de sus antiguas prendas, vaqueros, camisetas, blusas y faldas, pero ninguno de los ostentosos vestidos que él le había regalado, al igual que las joyas; Únicamente llevaría con ella el brazalete que le regaló Bianca, llevándose de esa forma algo bueno entre todas las cosas malas.

Buscó en la cómoda su pasaporte pero no estaba allí, lo buscó por toda la habitación pero no estaba. Sólo podía encontrarse en un lugar, entró en la habitación de Lysander y buscó entre sus trajes cualquier indicio de su pasaporte.

-Estas buscando esto-. Expresó una voz tranquila y amenazante, al reconocerla un escalofrío recorrió su espina dorsal provocándole un estremecimiento, se giró hacia él y apretó con firmeza el asa de la maleta al sentir como sus piernas perdían fuerza.

El jugaba con el pasaporte, se veía tan frágil en sus manos, a él solo le bastaba con aplicar un poco de su fuerza para hacer inservible su boleto de ida.

-Yo...-. Apenas podía articular palabra alguna sin que le temblaran los labios.

-¿Pensabas que podías huir de mi así de fácil?, Creo que no pensaste en todo-. Estaba furioso, era capaz de tomarla por el cuello y aplastarla contra la pared.- Planeabas marcharte esta tarde, me ibas a abandonar antes de nuestra boda, olvidaste nuestro acuerdo o tengo que recordártelo-.Expresó Lysander acercándose a ella violentamente.

Su figura comenzaba a desaparecer ante sus ojos, la habitación empezaba a tornarse oscura, podía sentir como el suelo se desvanecía bajo sus pies, y sus párpados lentamente cedieron ante una fuerza desconocida.

-Brenna...-. Aquel alarido sonaba tan inquietante, tan lejano, después todo fue silencio.

A partir de ese momento. Brenna perdió totalmente la noción del tiempo. Tampoco distinguía entre el sueño o la vigilia. ¿Había dormido?

Una discusión la puso alerta. Alguien la apoyó sobre algún sitio, le levantó la manta, le puso el termómetro en la boca. Sus ojos se fijaron en un cielo raso blanco. No era la casa de la playa. Debía ser un hospital. Oía la voz de Lysander. Parecía enfadado, disgustado. Y la voz que antes parecía enojada, de pronto se había suavizado. Era una voz femenina muy expresiva no tardó en reconocer que era Bianca.

-Estoy en una encrucijada, no lo entiendes, debo marcharme de inmediato-.

-¿Cómo puedes abandonar a tu esposa en este estado? -.

-Dime, si me quedo quien resolverá este escolio, Leandro se ha marchado, y si papá se entera de lo que ha ocurrido podría recaer y no pienso arriesgarme-.

-Eres tan impasible, ¿Qué sucederá con Brenna? No puede ni ponerse en pie y espera a que te quedes a su lado-.

Las voces volvían a distorsionarse, alguien le quitó el termómetro momentos después. ¿Se lo habían quitado enseguida, o había pasado algo de tiempo? Por momentos estaba inconsciente, apenas podía mover sus extremidades. Abrió los párpados, escuchaba una suave y serena voz pero le resultaba complicado saber que decía, giró la cabeza y observó el delicado y bello rostro de Grazziela, ella intentó inútilmente esbozar una sonrisa.

-¿Cómo te sientes?-. Replicó suavemente mirando el termómetro.

-Me siento terrible, como si un vehículo me hubiera arrollado-. No quiso incorporarse no se sentía con la fuerza suficiente para sostener su cuerpo.

-Me temo que vas a sentirte algo peor antes que haya una mejoría-. Sugirió ella.

Pero ya se sentía peor. Estaba totalmente sudada, la cara, el pelo, la ropa. Le dolía todo el cuerpo. Tenía ganas de llorar, pero no tenía la fuerza para hacerlo. Dejó caer la cabeza en la almohada y su mente volvió a sumergirse en la inconsciencia.

Tenía calor, sentía un abrazador fuego recorrer su cuerpo, la garganta le ardía, se estaba sofocando, quería pedir ayuda, pero era incapaz de musitar sonido alguno, el cuerpo no le respondía, necesitaba levantarse y salir de aquel calvario.

Escuchaba una voz lejana que la llamaba, pero no podía responderle, deseaba abrir los ojos pero no podía.

Un estrepitoso sonido la alertó, y sus párpados se abrieron de golpe, sus ojos lucharon por acostumbrarse a la luz.

-Señora, al fin ha despertado, iré a avisarle a los demás-. La voz sonaba calmada; Su vista estaba brumosa y no podía reconocer el rostro de la mujer, pero indudablemente le pertenecía a Ponia.

-¿No estoy en el hospital?-. Balbució atropelladamente producto de la confusión.

-No señora, cuando enfermó el señor Lysander ordenó que la trasladarán a la casa principal...-. No quería seguir escuchando y se levantó rápidamente, sosteniéndose de la mesa, tenía unas terribles nauseas, le dolía la cabeza y estaba muriendo de calor, caminó rápidamente hacia el baño.

Cerró la puerta con más fuerza de la necesaria, pero de algún modo necesitaba acallar cualquier sonido, necesitaba sobrellevar todo el asunto en completa soledad después de despejar su mente.

Ignoró los desesperados gritos de Ponia, se desnudó rápidamente ni siquiera prestó atención a la ropa que llevaba, se sumergió en el agua helada. La frescura del agua fue un enorme alivio, transcurrió bastante tiempo y no deseaba salir de la bañera, ya nada le importaba, se aseguraría de que nada la alterara, disfrutaría de las hermosas vistas, pasearía por Atenas, iría al teatro; Haría lo que fuera con tal de mantener a Lysander fuera de sus pensamientos.

Se puso de pie, se lavó los dientes, cubrió su cuerpo desnudo con albornoz de seda color blanco. Cuando regresó a la habitación, había una bandeja con abundante comida y agua, mordisqueó una manzana y se tomó todo el agua de la jarra, se colocó un sencillo enterizo corto color borgoña, era ajustado en el área de los senos, las caderas y el trasero, se calzó unos zapatos de tacón bajo color gris y tomó un pequeño bolso.

Todo estaba sumido en total silencio, bajó cuidadosamente las escaleras para evitar hacer el menor ruido posible, no recordaba donde se encontraba la salida. Recorrió el refinado lugar y se paró en seco, se aclaró la garganta tratando de llamar la atención del solitario individuo que sostenía entre sus manos el periódico.

-Señor Leonidas, lamento irrumpir en su atmósfera solitaria-. Exclamó con timidez mientras se acercaba retraídamente a la mesa.

-Oh querida no, si fuera otra persona me hubiera negado, pero, tratándose de ti no es ninguna molestia, me gusta estar en compañía de alguien tan encantadora, y que esté en completa lucidez... estos días han sido terribles-.

-No comprendo-. Formuló confundida, sentándose en la silla vacía.

-Agradezco en parte que no estuvieras presente para enfrentar todo el caos, gritos y llantos, toda esta tensión provocada por esta fastidiosa situación-.

Ahora comprendía la situación, existen dos posibilidades, Leandro había abandonado a Angelique o la noticia del embarazo había sido revelada.

-Ya estaba esperando este desenlace, no fue ninguna sorpresa para mí, la cuestión es que no puedes amar a una mujer y estar con otra y creo que él se dio cuenta antes de cometer un grave error-.


Espero que les haya gustado, y disculpa por la tardanza. Los quiere con todo su Kokoro Brenda :v

Un amor Tras el engaño Saga Betrayal 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora