Capítulo 17: Olvido

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Apenas podía moverse, sentía sus músculos rígidos, ni siquiera se percató del rastro húmedo que dejaron sus lágrimas.

Caminó fuera con pasos constantes, necesitaba despejar su mente, su corazón palpitaba con fuerza, ensordeciéndola. Debía ocupar el tiempo en otra cosa.

Tomó un taxi, se dirigía a la casa de sus suegros, no parecía tan mala idea, quería saber sobre la salud de Lysander y entablar una plática tranquila con él.

Cuando sus nudillos tocaron la madera pulida de la puerta, se convenció que no había vuelta atrás, ya estaba allí y no tenía la intención de salir huyendo como una cobarde.

Su cuerpo abandonó la tensión cuando Ponia le abrió la puerta con una afable sonrisa.

-Buenos días señora, pase el desayuno ya está listo y el señor Leonidas debe estar en el comedor-.

-Gracias Ponia-. Brenna estaba tan ocupada con su nostalgia, que desayunar pasó a un segundo plano.

La carismática bienvenida que le proporcionó su suegro fue respondida afectuosamente; Se sentó cerca de él, ambos degustaron los deliciosos alimentos hechos por Ponia.

Ambos decidieron dar un paseo por el maravilloso jardín que embellecía el diseño de la casa.

-Señor Leonidas, yo quería ofrecerle una disculpa...-.

El hombre le hizo una seña para que se detuviera y respondió.- No deberías disculparte por absolutamente nada, pasé un día espléndido, y todo lo que me pasó fue producto de la falta de actividad física-.

-La culpa me carcomió por dentro durante este tiempo-.

-Es mi vida, y no pienso pasar mis últimos días postrado en una cama sin hacer nada-.

Leonidas tenía razón, eso solo provocaría que su vida se volviera tediosa y monótona eso solo apresuraría su decadencia.

Brenna sintió como si le hubieran quitado un gran peso de los hombros. Respondió dulcemente en un tono casual.- Usted debe retomar el rumbo de su vida como desee, dedique su tiempo a actividades que sean de su provecho, deje que Lysander y Leandro se ocupen del trabajo, usted ha trabajado mucho toda su vida, es hora de disfrutar-.

-No podría estar más de acuerdo contigo, pero mi esposa insiste en tratar de controlar cada aspecto de mi vida-.

-Aunque entiendo la preocupación de Regina, pero a tal grado solo provocará el efecto contrario-.

-Es su forma de protegerme siempre ha sido de esa manera, hay cosas que están fuera de nuestro dominio,  pero  ella no lo ve de esa forma-.

Brenna lo comprendió, Regina cree que todo debe ser tal y como ella ordene, era testigo de lo que ocurría cuando nada salía como esa mujer quería.

- Solo somos simples pasajeros en un rumbo que no podemos cambiar,  es duro tener que aceptar que no poseemos el poder de controlar nuestros sentimientos y anhelos-.

-No podría estar más de acuerdo contigo-. Brenna observó la paternal sonrisa que adornó el rostro del hombre. - Supe desde el momento en que te conocí que eras la mujer perfecta para mi hijo,y sé que mi mujer no quiso aceptarte, porque habías cambiado su pequeño plan perfectamente estructurado, tardará mucho en darse cuenta que sus hijos son adultos maduros y que poseen el derecho de tomar el rumbo que deseen -.

Brenna solo pudo darle la razón asintiendo con la cabeza, por temor de replicar algo que hiriera a Leonidas. La conversación se desvió a temas sutiles y profundos, Brenna aprendió mucho sobre la política griega, la pesca, historias familiares, situación económica mundial y mucho más. A Brenna le gustó pasar aquella hora y media con el señor Leonidas, su vasto conocimiento en cultura general la ayudó a sobrellevar la ausencia de su esposo.

Tuvo que rechazar su invitación para almorzar, no tenía la intención de envolverse en un ambiente tenso en presencia de Regina. Salió de ahí para ir a tomar algo en Atenas, mientras transitaba tranquilamente por la avenida, decidió entrar a un pequeño y reconfortante restaurant italiano.

Pidió un delicioso vino Valentini y una ensalada toscana. Devoró lentamente la comida, degustando cada delicioso y único sabor. Se quedó durante un período prolongado de tiempo consumiendo la copa de vino. Toda su paz interno se vio interrumpida por la llegada de alguien inesperado, alguien que provocó que su rostro palideciera considerablemente, no pudo evitar que un nudo le impidiera emitir sonido alguno, era como una aparición, su vista analizó a la persona que conocía tan bien.

-No estás feliz de verme querida hija-. Aquella frase fue como un golpe en el estómago.

No expresó ningún tipo de sentimiento, estaba tan conmocionada que solo pudo responder fríamente.-¿Qué haces aquí papá?-.

-Tenía cinco años sin ver a mi hija ¿qué crees que hago aquí?-.

Una risa sarcástica salió de sus labios.-Estoy segura que ni siquiera notaron mi ausencia, así que dime padre ¿qué haces aquí, en lugar de estar en tu preciado trabajo?-.

-Sabes que eso no es así-.Él hombre prosiguió al notar su expresión irónica.-Necesito dinero estoy en problema bastante complicado-.

-¿Cómo crees que voy a conseguir dinero para pagar tus deudas?-. Brenna conocía lo suficiente a su padre para saber que una vez que pague la deuda actual, vendrá otra que requerirá el triple del dinero.

-Por Dios no me tomes como un tonto, te casaste con un hombre multimillonario muy influyente, es perfecto así podrás solucionar mis problemas económicos-.

La sangre se agolpó en su frente y en arranque de furia se puso de pie y con un tono violento e impasible declaró.-No me casé con el ni por su dinero ni por su estatus social, no pienso involucrarlo en esto, tendrás que resolver tus problemas tú solo, porque no pienso ensuciar mis manos para que puedas mantener tu estatus y tu vida de criminal-.

Su padre palideció y Brenna continuó.- Crees que no estoy enterada de tus asquerosos negocios, prostitución de menores de edad, tráfico humano, falsificación de dinero y muchas otras cosas más. No pienso ayudarte a quebrantar la ley-.

Brenna pagó la cuenta, cuando salió se dio cuenta de que tenía las piernas débiles y el corazón a toda prisa. Se sentía vacía y su cuerpo temblaba. Cuando llegó a casa Bianca se impactó al ver su estado y la sujetó, una vez dentro Bianca buscó algo para cubrirla y le preparó un té de montaña.

-Brenna querida, ¿Qué sucede? Estas helada-.

-No le contarás a tu hermano sobre esto, ¿verdad?-.Bianca negó con la cabeza y sostuvo una de sus manos como una invitación para hablar.

-Me encontré con mi padre-.

-¿En serio? Eso debió alegrarte, ¿entonces por qué llegas en este estado?-.

-Mi padre no es un hombre honorable, su posición como diplomático le permite realizar todo tipo de acciones inmorales...-. Brenna continuó hablando contándole cada detalle.-No podría decírselo a Lysander no creo estar lista para eso.

-Lysander lo comprenderá, que tú padre actúe de esa manera no significa que tú seas tan deshonesta como él-.

-¿y si no lo hace?-. Brenna tuvo miedo de la respuesta, miedo de lo que pudiera ocurrirle a su matrimonio, no deseaba que ahora que habían solucionado las cosas todo se desmoronara.



Un amor Tras el engaño Saga Betrayal 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora