Armin Y Mon

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¿Has visto un ratón? No son tan feos como los pinta la gente.

El niño hizo una mueca antes de sonreír aún esperando a que siguiera el cuento.

Mon era un pequeño ratoncito que vivía en una de las casas más pobres de la ciudad, habían ocasiones en las que el hambre atormentaba su diminuto estómago, sin embargo, él estaba decidido a permanecer en aquel hogar.

¿La razón?

Se había encariñado demasiado con el único hijo de la familia, su cabello era rubio y el color de sus ojos asemejaba al trigo. Al principio, Mon se alejaba del pequeño por miedo a que le hiciera daño. Ya sabes, los humanos y los roedores no suelen tener una convivencia pacífica en ocasiones.

Con el tiempo, Armin logró ganarse la confianza del pequeño ratón, le compartía su comida aunque a menudo ambos se quedaban con hambre. El niño le hablaba mucho a Mon, sabía que le entendía aunque él no hablara.

Hay muchas otras formas, por mimicas o ruidos.

Shh.

Cuando el niño cumplió 9 años, justo en ese día ellos recibieron una visita de su tío, él le ofreció un trabajo digno y confiable a su hermano, el padre de Armin aunque aceptar aquello implicaba mudarse de ciudad.

"Los cambios dan miedo, mucho miedo."

Aquellas palabras salieron del niño mientras miraba al ratoncito.

"Tengo miedo aunque sé que las cosas deberían mejorar, tendremos más comida y una cama ¿verdad?"

Mon sólo frotó su diminuta cabeza contra la mano del niño haciéndo que él sonría.

"Si tú estás conmigo... Ya no tengo tanto miedo."

Fue lo último que mencionó Armin antes de quedarse profundamente dormido, quizá los nervios o la ansiedad habían provocado que duermiera tarde, sus padres no pudieron despertarlo por la mañana.

Cuando el niño despertó estaba en el auto de su tío, no encontró a Mon.

"Campeón, que bueno que despiertas. Ya casi llegamos a tu nueva casa, ahí no hay ratones, a tu madre casi le da un infarto cuando encontró uno durmiendo cerca de ti. Por suerte lo espantamos antes de que te hiciera daño."

Le dijo el tío con ciertos aires de orgullo. Armin estaba en shock, lo habían alejado de su único amigo ¿qué sería de él en el futuro? ¿Estará bien? ¿Se sentirá demasiado solo? Sus lágrimas empezaron a correr por sus mejillas, no chillaba como usualmente lo hacía pero el dolor que sentía era como fuertes punzadas en el corazón y se sentía solo.

Dos o tres veces el niño intentó escapar de casa para buscar a su pequeño amigo sin embargo, no tuvo éxito con ello.

Tras pasar un año el niño observó un pequeño ratón mientras volvía a casa, se había metido por un callejón. Armin no pudo evitar seguirlo.

"¡Ven pequeño ratón, no te haré daño!"

El niño tenía la única intención de alimentar al roedor, aunque no podía evitar sentir nostalgia recordando a su amigo. Justo cuando estaba a punto de rendirse, el pequeño ratón se acercó a él.

En la espalda del ratón se podía diferenciar una pequeña mancha blanca.

"¡Mon!"

Armin pegó un saltó, el ratón casi escapa aunque no lo hizo, después de todo ¿quién más además de aquel niño sabría su nombre?

Mon volvió a vivir con Armin, ahora el pequeño niño sonreía casi todo el tiempo, ya no se sentía solo y definitivamente no volvería a perder a su mejor amigo.

"No importa lo que suceda, al final quienes de verdad te aprecian siempre vuelven a ti. ¿No es así Mon?"

Explicaba el niño a su clase aunque ahora ya era todo un hombre.

Antes de dormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora