- ¡Listo!
Al parecer hoy no dormiría sin un cuento.
Mudarse de la ciudad a un pueblo viejo y casi abandonado, es un cambio demasiado drástico para un citadino.
"No le digas tu nombre a nadie. "
El joven había sido advertido, por alguna extraña razón decir el nombre de las personas en aquel lugar. Por más explicaciones que él pidiera nadie tenía la intención de responderle.
"Si alguien lo sabe, tu cabello se tornará de color negro y tus ojos de color café. ¿No te has preguntado por qué aquí todos tenemos esos tonos? Muchos de nosotros cometimos el mismo error"
Él tenía el cabello rubio y sus ojos eran de un azul cielo, quizá su apariencia era una de las razones por lo que su vecino "el loco" como los de ahí lo llamaban, le molestara con esa historia cada vez que se encontraba con el joven.
Apenas llevaba una semana ahí y ya había escuchado más de cien disparates de los habitantes del lugar. Aún no lograba entender porque sus padres lo habían llevado ahí.
Una noche fría de invierno escuchó un golpeteo contra su ventana. Primero se preguntó que clase de persona saldría con tanto frío, luego recordó que había cada loco en ese pueblo.
"¿Cuál de todos es ésta vez?"
Ciertamente, la mayoría de personas ahí estaban locos, sin embargo también eran muy amables y atentos.
El joven se acercó a la ventana y la abrió un poco, no encontró a nadie, pensó que quizá fue solo una broma.
Al tocar la media noche escuchó algo bajo su cama.
"El Coco ya no existe"
Se dijo a si mismo intentado dormir una vez más. Tras un par de segundos el sonido regresó, los nervios empezaron a apoderarse de él mientras el sonido se hacía más cercano.
Contuvo un grito al sentir un pequeño salto al pie de su cama.
"Todo es psicológico"
Repitió en su mente mientras cerraba los ojos, el sonido del golpeteo de una cadenas acercándose lo estaba atormentando aún más. Sintió un ligero peso que se posó sobre su tobillo e hizo tal recorrido hasta llegar a su hombro.
"¿Estás despierto?"
Escuchó que alguien le hablaba, abrió sus ojos con la esperanza de que aquella extraña sensación fuera solo un sueño.
No lo fue.
Una pequeña criatura estaba frente a él. Tenía sus ojos de color negro, demasiado grandes para tan pequeña cabecita, dientes afilados que se mostraban sin siquiera tener la necesidad de hablar. Su cuerpo parecía un montón de hojas podridas y apiladas. Sus brazos parecían filosas y largas hojas de navaja.
"¿Estás despierto?" Volvió a preguntar la criatura.
El joven asintió aún en shock. La criatura lo miró de más cerca, él estuvo a punto de lanzarla lejos.
"¿Puedo saber tu nombre?" le preguntó.
"¿Mi nombre?"
Cuestionó tartamudeando un poco. Recordó la historia de su loco vecino y las advertencias de todos ¿realmente estaba bien decirle su nombre?
– ¡MiA!
El niño ya había dado un nombre al personaje, me sorprendió que aún no se quedara dormido.
"¿Qué es lo que pasará si lo hago?"
Tenía miedo de lo que pudiera suceder pero la curiosidad podía más con él.
"Sólo me ayudarías" respondió la criatura.
El joven pensó "¿ayudar?" la criatura bajó de su hombro para tomar asiento en las sábanas y enseñarle las cadenas enrolladas en lo que asemejaba sus tobillos.
"¿Con mi nombre?" volvió a cuestionar.
"Nada es lo que parece y yo no soy tan diferente a ti." respondió.
"Mi nombre es MiA"
El muchacho le extendió su mano a la pequeña criatura, esta apego su cabeza a su palma y la frotó suavemente antes de ovillarse en la cama, poco a poco sus hojas de aspecto podrido empezaron a ver rebelando una pequena silueta humana.
MiA lo miró asombro, toda la forma de la criatura había cambiado, ahora era como la de un humano en miniatura, su cabello de color negro tez pálida y su cuerpo delgado.
"Nosotros existimos desde hace muchos años, fuimos creados para proteger a los pobladores de éste lugar, somos buenos a pesar de nuestra apariencia principal. Los pobladores nos han tenido miedo debido a ello, fueron muy pocos los que se atrevieron a darnos su nombre para formar una alianza con ellos, como lo hiciste tú."
El joven lo miraba escuchando con mucha atención sus palabras.
"Dejar el miedo y confiar pese a las apariencias"
Ahora MiA tenía muchas preguntas en su cabeza ¿ésta era la razón por la que sus padres lo habían traido a este lugar? ¿Ellos conocen a las pequeñas criaturas?
"Sólo la persona que ha formado un lazo con nosostros puede vernos en esta forma. Tu naciste aquí –la criatura hizo una pausa antes de continuar– pero creciste en otro lugar. Ésta no es la primera vez que nos vemos, yo solía visistarte cuando eras solo un bebé"
«Tu mejor amig nunca será humano» Jamás había comprendido las palabras de su madre hasta aquel momento. La criatura entendía sus pensamientos a la perfección.
"Tus padres también dieron su nombre aunque sus guardianes ya no están con ellos. Cuando tus padres quisieron salir de este pueblo para protegerte sus guardianes se sacrificaron. Hace tiempo las cosas no eran como hoy, las personas que conociste ahora son racionales en toda su locura."
MiA volvió a recostarse en su cama mientras miraba el techo de su habitación.
Si alguien se enteraba ¿intentaría matarlo?
Si alguien se enteraba ¿ya no le dejarían salir de aquel lugar?Su mente se empezó a llenar de muchas preguntas. La pequeña criatura se acercó a él y picó su mejilla con su pequeño dedo, MiA le dirigió la mirada.
"¿Tienes un nombre?" le preguntó.
"Karma" respondió.
"Karma, si nadie más puede verlos ¿cómo fueron asesinados?"
"Ellos se sacrificaron tomando la forma de tus padres para que los pobladores los olvidaran al momento que los asesinaran, un conjuro de memoria requiere vidas."
"¿Es por eso que quedaron locos?"
"Es lo más probable, primero los torturaron por lo que el conjuro se realizo con la poca fuerza que les quedaba. De todos modos, mañana te vas ¿no?"
"Nos vamos" respondió de forma firme.
Después de escuchar todo eso, definitivamente no pensaba dejar a Karma en ese loco pueblo. A la mañana siguiente su madre lo despertó temprano ordenando que preparara rapidamente sus maletas.
El joven no tardó demasiado en hacerlo, de hecho también tenía apuro por salir lo más pronto posible de ahí. Karma iba sobre el hombro de MiA, ambos miraron una vez más el lugar mientras se alejaban en el auto.
Las palabras de su madre habían sido totalmente verdaderas, Karma se volvió su mejor amigo, consejero y proyecto. Siempre estaba a su lado, le fascinaba hacer bromas y descubrir que hay más allá del pueblo que conocía.
– ¡También quiero un Karma!
– ¡Shhhhh! Ya deberías haberte dormido.
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Antes de dormir
Fantasy«Nunca había sentido algún tipo de gusto por los cuentos, hasta que lo conocí, al final no era tan malo tener que inventar algo para poder verlo sonreír.» Feliz cumpleaños, Mr. Gatazo.♡