El Bosque de Senetti

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Zen es un niño de cabello negro, como cualquier otro niño le gusta jugar y explorar.

Las vacaciones habían llegado y con ellas el tiempo en el que él podía ir a visitar a sus abuelos en el campo. Zen estaba sumamente emocionado, adoraba los días de acampar con su abuelo y los hermoso paisajes, los mimos de su abuela que volvían todo esto una genial combinación.

Después de ayudar a su abuelo con algunos encargos que tenia de su trabajo, decidió ir a explorar en el bosque, después de un par de horas logró llegar a un lugar al que no conocía aunque era una hermosa pradera, se sentó junto a un árbol para apreciar la vista, se había quedado dormido sin darse cuenta, al despertar escucho un gruñido y en menos de un segundo vio a un zorro abalanzarse sobre su brazo mordiendo el mismo con algo de fuerza, Zen estaba asustado y las cosas empeoraron cuando vio la sangre correr por su brazo.

"¿Acaso te he hecho algo?" preguntó el niño con lágrimas en sus ojos.

El zorro dejo de gruñir y ladeo un poco su cabeza, no era como si le hubiera hecho algo pero estaba sentado junto a su "vida".

"Has deseado robarme" respondió el zorro.

"¿De qué hablas?" El niño miró en la misma dirección que el lobo y vio una hermosa flor bicolor.

"Eso me mantiene vivo"

"He terminado aquí por casualidad, no pienso llevarme nada" se defendió el niño sujetando su brazo.

El zorro sintió arrepentimiento por su conducta y se acercó nuevamente al niño pero esta vez colocó una especie de hierba en su brazo que provocó la curación inmediata de su herida.

El hermoso animal había ayudado a Zen para salir del lugar aunque él volvió al siguiente día, con el tiempo ambos se fueron haciendo muy amigos, hasta que llegó el fin de las vacaciones.

"Senetti ¿Estarás bien sin esto?"

Pregunto el niño al tener en sus manos un pedazo de tierra con una flor, era uno de los puntos vitales del zorro. Senetti asintió.

"Esa flor me representa ya que yo vivo gracias a ellas, llévala a tu jardín, tomará su tiempo para que haya más de ellas pero si logras acumular las necesarias, quizá puedas verme."

"¡Definitivamente lo haré! Ya verás, plantaré cuantas pueda y así podrás ver todo el mundo."

Zen terminó de decir aquello pero el zorro ya había desaparecido. Se cuenta que desde entonces el muchacho dedicó su vida a cultivar estas flores por todo el mundo con la intención de volver a ver a su amigo ya que nunca más volvió a encontrar el "bosque de Senetti"

Antes de dormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora