Plumas de cuervo

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En un antiguo pueblo, al sur de un enorme país existía un lugar lleno de leyendas y tradiciones.

"No dejes tus pies sin cubrir por la noche o alguien podría aferrase a ellos."

"Si acaso despiertas a las tres de la mañana y escuchas pasos, nunca mires en aquella dirección porque alguien podría tus ojos robar."

"Esconder un calcetín sucio bajo la almohada de alguien hará que tenga pesadillas."

"Tocar una pluma de cuervo hará que pierdas tu voz."

Koi era un pequeño niño que vivía con su a vuelo, él siempre le contaba muchos cuentos y el pequeño los creía todos.

Un día cuando el niño paseaba alrededor de una laguna escucho un ruido extraño de entre los arbustos. Su curiosidad se apoderó de él y sin pensarlo dos veces fue a explorar aquel lugar. Luego de un par de minutos logró divisar algo moviéndose entre un par de arbustos espinoso, era un cuervo.

"Tocar las plumas de un cuervo harán que pierdas tu voz"

Aquellas palabras resonaron en la cabeza del niño antes de mirar dudoso al cuervo Estaba lleno de sangre y apenas lograba moverse. Koi no podía dejarlo así, buscó un par de palos y hojas de gran tamaño.

Primero enterró los palos entre los arbustos espinosos logrando alejarlos del cuervo y luego colocó las hojas sobre el cuerpo del ave para poder sacarlo de ahí sin tocar sus plumas.

Dejó al cuervo dentro del tronco de un árbol, con mucho cuidado para luego volver muy apresurado a casa. El resto del día el niño se había distraído con sus juguetes y los cuentos de su abuelo aunque antes de dormir, pensó en ir a ver al cuervo la mañana siguiente.

"Esperó esté bien" susurró el niño antes de quedarse dormido.

A la mañana siguiente, Koi despertó bastante confundido, había sentido que alguien jalaba mechones de su cabello.

Desde que era un niño nadie tocaba su cabello, nadie a excepción de su abuelo, era el único que no le temía a su peculiar color rosa intenso.

Era demasiado temprano como para que su abuelo despertara, el niño intentó volver a dormir pero ahora no habían jalado su cabello sino sus sábanas.

"¡Abuelo!" gritó molesto el pequeño pensando que era una broma de su abuelo.

Buscó bajo su cama, detrás de la puerta y los roperos.

Nada.

"¿Será que acabo de perder la cordura?" Se cuestionó él mientras rascaba su cabeza, en aquel momento una piedrita cayó sobre su cabeza, el alzó la vista y se encontró con la mirada de un cuervo.

Soltó un pequeño grito antes de lanzarse a su cama y esconderse bajo las sábanas. Luego de unos segundos alzó la cabeza aún cubierto por las sábanas, solo su rostro se podía ver, miró a su izquierda y luego a la derecha sin encontrar al cuervo.

De pronto el cuervo se posó en las piernas del chico, parecía inofensivo, Koi acercó su mano para acariciarlo, cuando sus dedos casi lograban tocarlo, una bolsa cayó sobre el cuervo encerrándole de forma brusca.

"¡¿Has olvidado lo que te dije?!"

El niño negó asustado, era la primera vez que veía a su abuelo tan molesto. El hombre encerró al cuervo en el sótano, se quedaría ahí hasta que sane y "ellos" puedan llevárselo. Koi siempre iba a visitar al ave a escondidas de su abuelo, él le hablaba de muchas cosas, sin embargo el cuervo nunca le daba una señal de entenderlo. El último día en el que se suponía que el cuervo estará en su casa, notó que estaba bastante decaído, casi falleciendo, el pequeño abrió la jaula y lo tomó entre sus manos, sin importarle ninguna otra cosa.

Cuando el ave sintió la calidez del niño, se levantó posando firmemente sus pequeñas patas en los dedos del pequeño.

Él sonrió.

El cuervo abrió sus alas y se elevó un poco para acercar su cabeza a la del niño juntando sus frentes, el niño cerró sus ojos y de pronto una serie de recuerdos empezaron a correr por su mente.

Primero, un niño parecido a él, su cabello negro, ojos claros y son una sonrisa que demostraba mucha felicidad.

Segundo, una casa en llamas, gente gritando dentro del lugar y el mismo niño observando a las personas, siendo obligado a contenerse por otros hombres vestidos con túnicas negras y sus rostros cubiertos.

Tercero, un joven parecido al niño pero ahora su cabello estaba un poco más largo y alborotado, tenía una expresión triste, su piel era más pálida y sus brazos estaban llenos de moretones.

Cuarto, "¡No dejen que huya!" el mismo joven corría de los hombres de túnicas negras, el niño pudo escuchar sus acelerados latidos debido al miedo de ser atrapado nuevamente.

Ultimo, el joven estaba atrapado de una habitación y alguien golpeaba furiosamente la puerta en un intento por abrirla, el muchacho dudó pero aun así se lanzó por la ventana, el niño no entendía porque él lo había hecho hasta que empezó su cambio.

El joven se convirtió en un cuervo aunque al no estar acostumbrado, su aterrizaje fue bastante brusco y entre arboles espinosos, entonces el niño se vio a sí mismo.

El cuervo alejó su cabeza de la del niño, el pequeño había empezado a llorar debido a la experimentación de todos los sentimientos del joven.

"¡Eras humano! O ¿Ellos te convirtieron en cuervo?"

El cuervo asintió dos veces.

"Por eso la leyenda sobre las plumas de los cuervos, no querían que los descubriéramos" el niño estaba demasiado sorprendido.

"No dejaré que te vuelvan a hacer daño" prometió Koi limpiando sus propias lágrimas.

"Koi ¡¿qué haces?!" gritó furioso el abuelo por su desobediencia.

"¡Abuelo!, todo es mentira, los cuervos no son malos, ellos son humanos y les están haciendo daño."

El niño le explicó aquello a su abuelo, el hombre solo tomó asiento mientras miraba el suelo por unos segundos.

"Quería protegerte, incluso me agradabas, niño"

"¿Abuelo?" el pequeño empezó a sentirse confundido.

"No soy tu abuelo, niño. Tu familia murió hace mucho junto con la suya." El hombre apunto hacia el cuervo.

De pronto, alguien tocó la puerta.

"La próxima vez, no la tendrás tan fácil ¡Vete, largo de aquí!"

El niño estaba tan asustado que ni siquiera se movía, fue el cuervo quien jaló de su camisa para que huyeran en aquel momento.

Tiempo después, ambos aprendieron a diseñar hogares temporales, el cuervo le explicó que era el último de su familia y que seguro lo buscarían por todos lados al igual que a Koi, el niño y el joven permanecieron juntos en su forma humana, después de todo ahora solo confiaban uno en el otro.

Antes de dormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora